viernes, 7 de marzo de 2008

EL CEMENTERIO VIVIENTE

Intenté leer la novela original de Stephen King en su momento... pero mucho me temo que soy hombre de cine (de verlo, cuanto menos) y a mi la ficción en letras no me engancha (la ficción, especifico), así que, como se suele decir, "Mejor ver la película".
Y en este caso, no me arrepiento. De hecho, me sorprende que "El Cementerio Viviente" no tenga mejor prensa de la que tiene, ni se la considere uno de los títulos más emblemáticos del género, ni tan siquiera que suela ser blanco de crítica nostálgica. Y digo que me sorprende porque, desde mi punto de vista, estamos ante uno de los films más loables del horror moderno, y más si tenemos en cuenta que se estrenó en un momento delicado, en el que las películas de miedo se encontraban en plena transición de lo mejor (los 80) a lo peor (los 90). Seguramente, situarse un poco en tierra de nadie (1989) fue lo que propició que pudiera ser lanzado a lo grande sin demasiados problemas, a pesar de contener materia delicada. No se quién lo dijo (¿Tom Savini?) pero justamente ese hueco se dio en un inaudito momento en el que la censura (una MPAA pre-"Hostel") hizo la vista gorda durante una temporada, el tiempo justo para ver "El Cementerio Viviente" triunfar en taquilla.
La palabra ideal para definir esta producción de Richard Rubinstein (ex-socio de George A. Romero) es macabra. Le va como un guante. Lo que más llama la atención es su condición de adulta. En "El Cementerio viviente" no hay adolescentes idiotas, humor cazurro, asesinos enmascarados... nada especialmente chillón, todo se desarrolla sin excesivas salidas de tono (excesivas, alguna cae) y está perfectamente construido.
La historia de Stephen King es bastante original, aunque haya un precedente no muy claro en la peli del Italiano Pupi Avati, "Zeder". Esta y el film en cuestión tienen en común el descubrimiento de un terreno en el que, todo aquello que entierras, vuelve a la vida. Por lo demás, "El Cementerio Viviente" aplica esa base a la vida del médico protagonista, un padre felizmente casado que ve como un fatídico día su hijo pequeño es atropellado por un camión. Desesperado, y conociendo el secreto de dichas tierras (de origen Indio) gracias a su vecino, el bueno de Fred Gwynne (más conocido como Herman Munster) y una experiencia previa hecha con el fenecido gato de su hija, entierra al retoño que, efectivamente, volverá la vida... aunque convertido en un ser maligno.
Y ahí radica lo fuerte de este film. Las secuencias del crío revivido son acojonantes, muy escalofriantes. Podría haber quedado ridículo y risible pero, a mi juicio, consiguen todo lo contrario, dotarlo de una malignidad tremebunda... momentos como cuando se lanza al cuello de Gwynne para darle un mordisco o cuando recibe a su alucinada madre con un aspecto angelical, casi de postal, para luego sacar un bisturí o ya puestos, su enfrentamiento con el padre y posterior muerte, a mi es que me dejan sin habla.
Tampoco están nada mal las historias narradas a modo de flashback, la de la hermana enferma de la protagonista femenina o la del primer intento de revivir a un ser humano enterrándolo en las tierras malditas (la imagen de este sujetando la pierna de un niño, medio devorada, es de una fuerza inusitada), así como esa surrealista pero impactante cara surgida de un arroyo que intenta detener al prota camino del cementerio de marras, funcionan de maravilla a la hora de darnos unas cuantas descargas en el espinazo.
En algunos otros aspectos la peli chirría, sobre todo con el protagonista Dale Midkiff (nada malo que decir del niño, Miko Hughes, al que posteriormente podríamos ver más crecidito en "Mercury Rising", junto a Bruce Willis, o en otros títulos afines al género como "Spawn" y "La nueva pesadilla de Wes Craven") o casi todo lo relacionado con el personaje de "Victor Pascow", totalmente prescindible. Sin embargo, es la seriedad de la propuesta (sobre todo lo relacionado con la muerte del infante, su atropello, el escandaloso funeral...) lo que hacen de "Cementerio Viviente" una genuina película de terror. Su éxito llevó a que la directora, Mary Lambert, se pusiera manos a la obra con una secuela horrible, que cometía todos y cada uno de los fallos que no tenía la entrega precedente y hacían de ella algo diferente. Una pena... o no.
Destacar como colofón, la resultona canción de "Ramones" en los créditos finales.