jueves, 1 de enero de 2009

ANNIHILATOR

Reincidimos en la categoría de "pelis que en su momento no me decidí a alquilar, y hoy tengo oportunidad de recuperar". No se muy bien qué NO me atrajo de "Annihiliator". Quizás es que la información que ofrecía la carátula hacía pensar que se trataba de una copia de "Terminator" de quinta división, una serie super-Z, y hasta cierto punto tenía razón. Sin ser exactamente igual al film de James Cameron, es obvio que mama de este y tiene muchas ideas y conceptos visuales en común. Coño, si incluso el Dr.Silberman de aquella, Earl Boen, hace aquí de periodista. Pero al contrario de mis sospechas, no se trata de una Z-movie, para nada, "Annihilator" lleva el sello Universal Pictures, y aunque no estemos ante una macro producción, dispone de unos medios razonables que el dire, Michael Chapman, no supo aprovechar del todo.
El prota no es otro que el actor -televisivo- Mark Lindsay Chapman (¿hermano del dire?), al que también podemos ver en "The Langoliers". Le siguen rostros más o menos populares como los de Brion James (en un rol minúsculo) o Geoffrey Lewis.
El editor de un periódico ve como su novia se ha convertido en un agresivo robot tras un viaje en avión misteriosamente interrumpido. A partir de ahí, intentará encontrar la verdad oculta tras el misterio.
Me temo pues que estamos ante uno de esos poco frecuentes resbalones en los que una "major" produce una de aquellas pelis "malas pero divertidas". Aunque el arranque es más o menos potable, poco a poco "Annihiliator" va entrando en una espiral de absurdismo y ridículo sin fin. Son tantos los elementos, y en algunos casos tan esporádicos, que hacer una lista sería complejo... centrémonos en un detalle que no pasa desapercibido, la manía del director por sobre-editar algunas secuencias en las que los planos van follaos, sin sentido, y de modo gratuito. La intención, imagino, es ser el más moderno y cool del momento, pues en 1986 la estética vídeo-clip comenzaba a arremeter con fuerza. El auge de todo ello lo tenemos en un segmento de la peli muy extraño, e innecesario, en el que, literalmente, se nos ilumina con un vídeo-clip a base de imágenes que hemos visto a lo largo de la proyección, más otras sin sentido de totems religiosos ¿¿?? (en un momento dado, el héroe se superpone a la imagen de un ángel y las alas de este encajan en su espalda!!!) mientras de fondo oímos el "Ashes to ashes" de David Bowie... de principio a fin. Vamos, que es como una de las pelis ochenteras de Michael Mann, pero a lo burro. Y es que de ochentismo hay tics como para parar un tren, ya sea en el vestuario, como en esa banda sonora a base de sintetizador.
Para mayor escarnio, la peli acaba dejando muchísimos cabos sueltos, y a su protagonista, mochila en ristre, haciendo autoestop (a lo Bill Bixby en la serie de "La Masa") y dispuesto a lograr su objetivo. Tranquilos, hay una explicación para esto último, y para el despropósito entero en general, se trata del episodio piloto de una serie que nunca llegó a producirse y en esa época los productos televisivos no tenían los medios -y los humos- de los que hoy día hacen gala. Ya puedo dormir tranquilo.