miércoles, 30 de diciembre de 2009

MAUSOLEUM

Grano en el celuloide, colores vivos (focos verdes, azules y rojos a tutiplen), gore crudo y sangrante, tetas, sexo.... se nota que "Mausoleum" es una peli típicamente de los 80, es rematadamente mala y absurda, ridícula diría yo, pero chorrea encanto por todos sus poros (o sus fotogramas) y, además, seguro que muchos la recordáis de haberla visto en los estantes de los que eran vuestros video-clubs habituales. Por todo eso, e independientemente de lo que diga a continuación, esta es una peli que hay que ver, sobre todo si compartes gustos con los artífices de este blog.
Una adolescente que acaba de perder a su madre, entra en un mausoleo lleno de colorines y del que sale mucho humo, y es poseída por un monstruo. En realidad es una pre-posesión, pues esta no se manifiesta hasta que la tipa tiene 30 tacos y el suculento aspecto de la "scream queen por un día" Bobbie Bresee (también prota de otra maravillosa ponzoña, "Evil Spawn"). Para entonces está casada con un millonetis y, claro, sus cada vez más llamativas muestras de posesión hacen que el maromo se busque a unos especialistas.
"El Exorcista", y unas gotas de "La Profecía", son la obvia influencia de una peli que, a pesar de tener aspecto de serie B, parece una Z por su incuestionable incapacidad. Recuerda un poco a "Superstición", como dijo un amigo, pero en bastante peor. A ver... la lista de despropósitos es increíble, esos efectos especiales desternillantes (a pesar de -o a causa de- ese monstruo que lleva el inconfundible sello de John Carl Buechler), los actores y sus desencajadas y risibles muecas de ojos o verde fosforito o bizcos, el doblaje español que ayuda mucho (atención a las parrafadas de la poseída), los arranques de humor voluntario totalmente fuera de lugar (esa sirvienta de color huyendo de una nube vaporosa verde a ritmo de música de slapstick, atención a su frase de antología: "No pasaba tantos nervios desde que soy negra" ¡¿?!) y en general el sinsentido de muchas escenas y reacciones de los personajes, la Bresee mangando al estilo Torete un cuadro de una exposición, el psiquiatra que presencia a su paciente ultra-poseída y, una vez recuperada, la trata como si lo que hubiese visto fuera de lo más normal o ese final... ese final hijoputa y cabrón, que roza los límites de la lógica humana y en el que, con todas las de la ley, se nos chotan en la puta cara.
El desenlace es bastante peñazo, pero se perdona porque, durante todo el rato previo, te has reído a gusto y has gozado con las ya mentadas generosas dosis de sangre y teta.
Merece el esfuerzo.