lunes, 8 de febrero de 2010

TERROR EN EL MUSEO DE CERA

Esta es, posiblemente, mi peli de "terrores encerados" favorita de cuantas se han hecho. Resulta que la vi siendo muy crío, en una época de mi vida en la que el cine de miedo me daba, no miedo, sino pánico. Pero mis familiares me convencieron alegando que "Terror en el museo de cera" no era un film excesivamente fuerte. Aún así, contenía el suficiente número de imágenes e ideas como para quedarse grabadas en mi joven cerebelo. Pasaron los años, me volví adicto al género y el recuerdo de esta película seguía latente, el problema es que no la ubicaba. ¿Si no era "Los crímenes del museo de cera", ni "La cámara de los horrores", CUAL ERA?. Misterio.
El enigma en cuestión pude descifrarlo hace unos días tras visionar "Terror en el museo de cera", entretenidísima fábula que tiene algunos puntos en común con la citada "Los crímenes del museo de cera" (la que sale Vincent Price), pero prefiere tirar por otros derroteros. El dueño de un museo de cera dedicado a escenificar crímenes (y criminales) famosos, es achuchado por un hombre de negocios para vender su propiedad. Esa noche, y mientras reflexiona al respecto, la figura de Jack el destripador cobra vida y le asesina. ¿Hay algo sobrenatural en todo ello, o se trata de alguien disfrazado que actúa motivado por algún oscuro interés?. Eso es algo que el policía protagonista tendrá que averiguar... y rápido, que aún habrán unas cuantas muertes más.
Pues sí, amigos, ahí estaban todas esas imágenes e ideas que les comentaba al principio: la inquietante figura asesina de Jack el destripador, el asistente deforme Karkov, la decapitación de una prostituta... todo. Lo curioso de "Terror en el museo de cera" es que se parió en un momento, 1973 (cuando nací yo, fíjate), en el que el cine de terror estaba apuntísimo de dar un cambio, de dejar atrás lo clásico y gótico para meterse en terrenos más realistas y crudos. Por eso, tal vez, haga gala de alguna tiiiiiiimida concesión a la mala leche, sobre todo con los asesinatos. El final es un pelín confuso, pues se nos descubre al criminal gracias a la recreación en cera de sus actos, y la figura que le representa no es que se parezca mucho al actor que le toca acarrear el papel... pero por eliminación, y gracias al bigote que gasta, lo aciertas.
El reparto cuenta con rostros tan clásicos como los de John Carradine, Ray Milland o Elsa Lanchester.
Lo dicho, ideal para pasar un buen rato.