miércoles, 14 de abril de 2010

SAN FRANCISCO CIUDAD DESNUDA

Un tipo entra en un autobús. Se sienta al final. Abre su maleta, saca una metralleta y dispara contra toda la gente, sin importarle edad, raza o condición. Luego baja y desaparece.
Semejante idea me tuvo aterrado durante un tiempo cuando, siendo chaval, vi este film por la tele. A lo largo de los días siguientes, cuando subía a un autobús, no podía dejar de pensar en ella y mirar a todo aquel tipo de inquietante aspecto cargado con una maleta. Pasaron los años y olvidé por completo el resto, pero aquella escena caló hondo en mi. Hace unos días, un buen amigo me sorprendió con una copia de "The laughing policeman", que a España llegó como "San Francisco ciudad desnuda". Sí, la diferencia tiene tela, sin embargo, la opción de los traductores patrios no es tan descabellada.
Estamos ante puro y duro cine de los 70. Típico thriller urbano de su época y momento. Tiene todo lo bueno y malo de esa especie, a saber: Personajes malcarados, duros y cínicos (policías que buscan al asesino del bus). Violencia cruda y directa, regada en sangre muy roja. Sordidez forzada a base de retratar ambientes "patibularios" de San Francisco (de ahí la lógica del título español, pues casi parece un catálogo de la cara oculta de tan famosa ciudad). Especial inclinación por los ambientes gays (y sí, al asesino le van los mozos). Putas y sus chulos, etc.
El guión anda algo desprovisto de lógica y coherencia, como muchas pelis de los 70 casi parece improvisada, se dejan bastantes ideas cojeando, comienzan a contar algo que luego no desarrollan (la problemática vida familiar del prota), se centran en movidas totalmente ajenas a la trama de base, no hay pistas para descubrir al asesino, simplemente aparece y ya está, se van por los cerros de Úbeda a la primera de cambio... en fin, todo ello muy caótico, muy disperso. ¡Ah!, y Bruce Dern, actor por antonomasia de aquella década, mostacho en ristre, y acompañado de otros nombres de carácter como Walter Matthau, Louis Gossett Jr., Paul Koslo... entre muchos otros. Al dire, Stuart Rosenberg, también le debemos la primera de "Amityville".
En fin, lo dicho... no es ninguna obra maestra, ni ningún clásico, pero tiene ese rollo setentero que siempre mola. Y solo por eso, merece verse.