martes, 14 de septiembre de 2010

LA PUERTA

Hablar de "La Puerta" es, para mi -y en un alarde de habitual nostalgia-, hablar del cine "Continental", a disposición de usuarios en aquellos tiempos (mediados/finales de los 80) en el barrio de Collblanc, Hospitalet, a quince minutos andando de mi casa. Un cine al que acudí a ver muchos títulos míticos ("Rambo", "Hellraiser", "Creepshow 2"...) y actualmente chapado tras una temporada mutado en formato Bingo. De entre todos ellos se erigen algunos que, a pesar de estar paridos con pocos medios y no contar entre sus responsables con nadie famoso, lograron congregar a bastante gente y terminaron convertidos en pequeños e inesperados éxitos. Como, por ejemplo, el "Witchboard" de Kevin S. Tenney (que algún día repasaré para reseñar aquí) o este "La Puerta" de Tibor Takacs.
En "La Puerta" tenemos niños con gorra de beisbol subidos a bicicletas recorriendo suburbios de casitas blancas de dos pisos, tenemos amplios jardines convertidos en micro-cosmos en los que todo ocurre, tenemos monstruos, rayos de colores, luces cegadoras... resumiendo, todas aquellas características que definían el sello Steven Spielberg. El cine del Rey Midas de Hollywood siempre se situaba en idénticos parajes y hacía gala de idénticas virtudes (si no en funciones de director, sí en las de productor). Que todo eso lo veamos en "La Puerta" no es un juego retro-referencial o post-moderno, como sería hoy, es que entonces, en ésa década, aquello era lo típico y normal en cualquier producto pensado para jóvenes. Exactamente como el film que nos ocupa.
En el jardín de casa de nuestro protagonista se forma un extraño agujero. Según su amigo heavy metalero se trata de una puerta a los infiernos. Ni que decir que, por una serie de casualidades, aquella misma noche las criaturas del averno saldrán de las profundidades dispuestas a asustar a los chavales primero, y a invadir el mundo de los vivos después.
Todos los elementos terroríficos e incluso asquerosos (que los hay) están medidos con regla para no ser excesivamente traumáticos ya que, repito, la intención es contentar a un público entre los... hummm, pongamos 15 y 20 años. Los apañados efectos especiales (mucho y jugoso stop motion) son los reyes de la función sobre todo en la segunda mitad de la trama, curiosamente, la más floja del conjunto. La que la precede hace gala de un ritmo más dinámico y resulta notablemente disfrutable. Aún así, y a pesar de ello, "La Puerta" es un pequeño film que funciona notablemente bien a la hora de entretener, y eso ya es mucho.
En el reparto destaca Stephen Dorff (que podría llamarse Stephen Dwarf, ya que parece un puto enano sin cuello) quien, más crecidito, lograría destacar actuando en algunos films de peso.
Como he contado en otras ocasiones, Tibor Takacs dirigió un segundo film ("Lecturas Diabólicas") que, supuestamente, tenía que confirmarle como nuevo talento. Sin embargo, su fracaso le llevó a rodar "La Puerta 2" (reseña en muy breve). Tampoco esta ruló en taquilla como debía, lo que acabó encasillando al cineasta en productos catastróficos o de animales gigantes destinados a la tele por cable. El remake oficial está previsto para el 2011... vamos, que lo de la mediocre "Miedos 3D" es plagio o mera casualidad.
La palabra perfecta para definir "La Puerta" es ENTRAÑABLE.