viernes, 24 de diciembre de 2010

STAR DRIVE-IN, CAMPO DE EXTERMINIO

La idea de la que parte esta peli está muy guapa... lástima que, a gusto personal, no sepa explotarla debidamente.
El futuro. Las cosas están tan jodidas, que el gobierno ha convertido los auto-cines en algo así como campos de concentración. Tu entras con tu coche y la parienta para ver una peli. Estás ahí en pleno magreo y zas! alguien te roba las ruedas. Sales y descubres que los manguis son, nada menos, la misma policía. Te quejas al dueño y este te explica que vivirás allí hasta que el gobierno sepa qué hacer con tu caso. Claro que esa misma movida la han sufrido montones de chavales en paro o pertenecientes a bandas callejeras, así que imagínate lo jodido que es pasar el día a día en tal emplazamiento. El prota de nuestra historia está decidido a escapar de allí (¡porque resulta que el auto-cine está rodeado por una valla electrificada!) y lo hará, cueste lo que cueste.
El reputado cineasta exploiter Australiano Brian Trenchard-Smith, a quien debemos joyas como "El imperio de la muerte" (una de las pelis proyectadas en el auto-cine, la otra es "El dragón vuela alto", karate movie también -medio- suya) "La noche de los demonios 2", "Leprechaun 3" o "Los bicivoladores" dirige esta cosica que hace gala de un acabado muy lustroso a nivel técnico y estético, pero a la que le falta acción y le sobra palique. Realmente la cosa no se anima hasta la parte final, y cuando te das cuenta ya se ha acabado, por lo que te quedas un poco así como "¿Uh?".
Destacar, por entrañable y un poco risible, el look macro-punk/nuevaolero que domina todo el film, muy exagerado y muy de aquellos tiempos (1986), con una banda sonora repleta de great(bueno, no tan great) hits del momento con el fin de contentar a la audiencia "target", la juventud especialmente interesada en bugas fardones y peinados estridentes. Sin embargo, esta no respondió como se esperaba, por lo que la peli fue un fracaso y nunca se hizo la secuela que su realizador tenía en mente.
Lo dicho, curiosa, pasable, pero en ningún momento imprescindible.