martes, 27 de noviembre de 2012

DRIVEN

La decadencia de Silvester Stallone, antes de reinventarse dando al publico lo mismo que le encumbró, se hace palpable únicamente durante un periodo de cinco o seis años a lo sumo, desde 1999, hasta 2006 que volvió triunfante con “Rocky Balboa”. Pero yo pienso que no es que el público se olvidara de el, y a las taquillas de sus últimas películas me remito, es que durante ese tiempo, las películas que facturó Stallone, fueron muy malas. Por ahí andan “El Protector”, “D-Tox”, “Get Carter” o “Spy Kids 3-D”, donde se convirtió en una vulgar parodia de si mismo. Algunas de ellas más visibles, otras menos, pero sin duda, la que nos ocupa ahora, “Driven” es, cuanto menos, espantosa. Histórica también, puesto que se trata de la peor película de Stallone, y mucho me temo que, también lo es, de ese marcapaquetes de director que es Renny Harlin, que rueda esta cinta como diciendo “Ahí, mira como coloco la cámara, mira que edición más vibrante ¡cómo molo!”. El resultado es, agradablemente espeluznante, e involuntariamente gracioso.
El más prometedor piloto de formula 1, se siente presionado por sus managers y por lo importante de las carreras que va a disputar en los campeonatos. Para ello, el dueño de la escudería llama a un viejo veterano que truncó su carrera a causa de un accidente que casi le quita la vida, para que de apoyo moral a la joven promesa, que por otro lado, se trae unos rollitos de culebrón sudaca con la novia de su máximo rival, que es, como diría Armand Asante en “Los reyes del mambo”, más puta que las gallinas. Gracias a Stallone, todo saldrá bien.
La película es tan aburrida como lo son, en si mismas, las carreras de formula 1. Con una infografía primigenia de la mas baja estofa, e innecesaria para según que planos, para dar a las escenas de carreras (que poco cinematográficas son, por cierto) un dinamismo, que por momentos resulta hasta ridículo.
Pero la gracia radica en los complejos de Stallone, que aún siendo un estandarte del cine de consumo, no deja de ser el autor más brillante del siglo ( y lo digo sin despeinarme), e introduce elementos personales en sus guiones, porque el guión de esta basura, lo firma el. En este caso, el rollo personal, se le aplica al complejo de viejo que ya en 2001 venía arrastrando el actor/director/ guionista. Lo de “Ya estoy mayor para esto”, no es cosa solamente de “Los Mercenarios”. Stallone, consciente de que tiene una edad, se vende en la película como estrella, pero se encaloma a sí mismo un papel secundario, el de Joe Tanto, la vieja leyenda de la formula 1, que da la doctrina y los buenos consejos a las nuevas generaciones. Cosa esta que es muy común en las películas más personales de Stallone por otro lado, pues lo mismo ocurría en “La cocina del infierno”. Así pues, es muy divertido ver sus moralinas, su sapiencia y su rictus de “Ay, chiquillos” en pantalla, digamos, que si no lo llega a salvar de nuevo “Rocky Balboa”, Stallone en los últimos años, daba mucha penilla, y da la sensación de que el mismo pedía a gritos que se apiadaran de el. “Estoy mayor, pero dadme una oportunidad, que todavía tengo mucho que ofrecer”, parecía decir. Pero, obviamente, “Driven”, no era el mejor ejemplo de lo que podía hacer Stallone, de hecho, es una de las mayores patatas hervidas de la pasada década, que los años 00, dicho sea de paso, están en tierra de nadie, cinematográficamente hablando.
En cuanto a la dirección, Renny Harlin es un catálogo de excesos, también muy gracioso, pretende ser un revolucionario visual, con esos montajes trepidantes y millones de planos aéreos, pero en realidad es todo lo que hace una payasada que, siendo efectivamente “chanante”, no logra sacarle ni una emoción al espectador. Especialmente estúpida, resulta la escena en la que el prota, en un ataque de cuernos, coge el coche de formula 1 y sale a toda hostia por las calles de Chicago, y Stallone sale con el suyo detrás de el para secarle las lágrimas. Patético.
En el reparto, a parte de Stallone, un buen número de losers como son Burt Reynolds, Til Schwiger, Kip Pardue, Robert Sean Leonard o Stella Warren, que se quedó en el intento de ser una reconocida sex Symbol, precisamente porque si te fijas bien, es una tía bastante fea.
Ni para pasar el rato, porque encima, es larga de pelotas.