domingo, 16 de diciembre de 2012

MONSTROSITY

La primera vez que tuve conocimiento del tan legendario como insufrible Andy Milligan fue siendo yo muy chaval a través de las páginas de un viejo número del "Fangoria" americano (y, más concretamente, de la mano de Bill Landis, editor del mítico fanzine "Sleazoid Express"). Recuerdo quedar totalmente fascinado por los carteles de sus películas y algunas de sus declaraciones. Ya tenía otro cineasta bizarro que sumar a mi lista de monstruosidades y sobre el que investigar. Y claro, como suele ocurrir en estos casos, la imagen que me había formado de Andy Milligan distaba bastante de cómo era en realidad. En mi universo, respondía al perfil de realizador de películas zetosas de horror repletas de gore y elementos "camp". De entrada tuve cierta suerte, porque las primeras obras suyas que vi fueron las únicas disponibles en los vídeo-clubs españoles, y que en cierto modo sí encajaban en esa idea preconcebida, hablo de "Sangre" y la mitiquísima "Matanza". Con la llegada de sellos especializados en cine raro y sus correspondientes tiendas, pude acceder a más material perteneciente a su etapa clásica... vamos, la que se suponía mejor, y vi "The Ghastly Ones", "Seeds", "Bloodthirsty Butchers" y la insufrible "The rats are coming, the werewolves are here". ¿Resultado?. Todas una puta mierda insoportable. Fui incrementando mis conocimientos sobre Andy Milligan a la vez que él se iba ganando (post-mortem) una fama de auténtico artista atormentado e incomprendido. Sí, ya, mis cojones. La culpa de semejante gilipollez la tuvo un libro, leído y reseñado en este blog (bueno, y el hecho de que Milligan fuera homosexual, eso siempre aporta una pátina de respetabilidad). Y fue leyendo dicho libro que vi la luz: Durante finales de los 70, pero especialmente en los 80, Andy Milligan vivía medio retirado del cine y con un pie en la indigencia. Fue entonces cuando su imagen se "revalorizó" y, como ha ocurrido con otros estetas de la serie Z primigenia, le salio la oportunidad de retomar sus actividades cinematográficas. Y como buen "exploiter" que era (y no artista), decidió hacer el tipo de películas que él pensaba contentarían a su nueva prole de "fans", ¿y qué clase de supuestos "fans" eran esos?, pues los seguidores del terror y lectores de "Fangoria". A ninguno de ellos le importaban un carajo los melodramas trágicos de la etapa clásica del amigo Andy (ni a mi!!)... esos mismos que ahora incluso son reivindicados por cineastas de prestigio como Nicolas Winding Refn, director de "Drive", y editados en dvd por el "British Film Institute". Los nuevos descubridores de Milligan querían al que quise yo siendo adolescente, es decir, el director de cine "trash"/"camp" especializado en terror y gore. Así pues el caballero comenzó a gestar películas para esa audiencia, que son las que pululan por la década de los 80 y por las que yo equivocadamente comencé, pelis risibles, ridículas pero, por eso mismo, gozables a su manera. ¿Qué pasa?, pues que son muy muy poquitas, y un servidor de ustedes aún no había podido ver la más llamativa de todas, este "Monstrosity" (donde Milligan volvía a currar con la familia de productores rastreros Mishkin, con quienes siempre mantuvo una relación de puro amor/odio). Recuerdo un viejo número de la revista francesa "Impact" que dedicaba un lustroso dossier a dos monstruos del cine chusco, por un lado Ted V. Mikels, y por otro, el colega Milligan. Y dicho reportaje basaba casi todo su contenido visual en el rodaje de, precisamente, "Monstrosity", cuyas fotos se prometían excelentes. Y desde entonces (y os hablo posiblemente de 1989), que andaba "deseando" verla... hasta que hace unas semanas, revoloteando por casa de mi "Conseguidor" personal -Pajarillo- la localicé  en dvd (edición yankee, se comprende) y tras vibrar y saltar de alegría, la agarré de los estantes y esperé al momento adecuado para sentarme a verla, dispuesto a tener la más mayor paciencia del mundo mundial, y ese día llegó... ayer.
"Monstrosity" arranca muy seria ella. Muy seria según el filtro del Andy Milligan de los ochenta (concretamente del 87), pero seria al fin y al cabo. Una panda de matones se dedica a recorrer las calles de la gran manzana y, simplemente, hacer el mal. Matar y destruir. Aquello que se cuelan en casa de la novia del prota, la violan y le meten una paliza (y cómo le ponía a Milligan todo eso!). La chica es ingresada en el hospital y, mientras pasa allí las horas, uno de los asaltantes, disfrazado de médico, se cuela y la asesina... y además se toma muchas molestias, porque pudiendo extrangularla o algo así rápido, le abre el estómago y le saca las tripas en un efecto mejor que de costumbre en el cine del abuelo Andy. El novio entra en cólera y decide vengarla. Y aquí la peli da un absurdo giro y se torna directamente una comedia.

¿Y qué clase de venganza?, pues decide construir un Frankenstein a partir de cadáveres de personas y animales y dotarle de vida para que castigue a los culpables. Lo normal, vamos. Y lo hace con ayuda de un par de colegas tan retrasados como él. La criatura resultante (Haal Borske, habitual del cine de Milligan, juntos en la foto) tiene un aspecto
ridículo.... y cuando despierta, se comporta de un modo rídiculo. Peor, patético. Casi de llorar, porque a su "look", y sus maneras de subnormal, hay que añadir el elemento "humor voluntario", nivel escolapio. Total, que el monstruo resulta ser de lo más majo y se niega a matar por mucho que sus creadores intenten motivarle mostrándole carteles de Stallone ("Acorralado") y Schwarzenegger (la maravillosa "Commando"). Lo raro es que, a pesar de su negación, en la escena que sigue le vemos actuar sin problema, cuchillo en mano, cargándose a uno de los integrantes de la banda (o eso creo) que estaban atacando/asesinando a un grupo de punkitos... pero, vamos, tendriáis que ver cual
 

es el concepto que Andy Milligan tenía de lo que eran punkitos... ¿cómo describirlo sin recurrir de nuevo a ridículo y patético?, mejor lo véis en formato imagen. El caso es que la criatura salva a una de las punkitas, medio retarded ella, y se la lleva a su refugio donde nacerá una infame historia de amor en la que el cineasta básicamente se centrará por completo, casi olvidando el resto de la trama. De hecho, si no me despisté demasiado, o no me perdí del todo, diría que el asesino de la novia del prota no aparece más en toda la peli y, claro, no paga por sus crímenes (a saber, probablemente sería un actor descontento que se largó del miserable rodaje... ahora entiendo la escena que se viste de médico y no se quita la mascarilla en todo el rato). Aún así, el monstruo tiene tiempo de actuar y matar a unos cuantos delincuentes más, en escenas de un gore tercermundista muy clásico del cine de Milligan (los inevitables acuchillamientos de cráneo en los que la víctima sujeta descaradamente el tubo para la sangre o vaya usted a saber qué). Al final, y sin conocer todavía el motivo, uno de los creadores del bicho le da una jeringuilla repleta de dronga a la novia de este, que tras meterse el pico de rigor, la palma. Muy enfadado, el monstruo la emprende a tiros con sus padres y se los carga a todos (y ojo al efecto de la llamarada en la metralleta, ¡de alucine!). Lo mejor para el final. Sentado en un banco junto a una alchólica, el monstruo filosofa sobre la vida... la cámara asciende, enfoca el cielo y, justo cuando esperas el "The End", baja velozmente y vemos cómo entra en cuadro el equipo de rodaje, cómo Haal Borske se quita su disfraz mientras la gente desde sus coches se detiene a mirar con curiosidad. Un brochazo de oro, sin duda, a mi me encantó.
Y después de todas estas disquisiciones, viene la parte divertida: Con todo lo mierdosa y bastante aburrida que es "Monstrosity", resulta que se trata de una de las películas más llevaderas y potables de Andy Milligan, una que encaja perfectamente en lo que yo hubiese querido ver después de "Matanza", ahí a finales de los 80, con su "look" ultra-pobre, crudo y tosco, sus necesarias dosis de zetismo y descerebre, sus elementos "camp" y su gore llamativo y resultón. Todo esto sumado a las señas de identidad propias de su autor, es decir: Unos cuantos desenfoques, fotografía oscura, alguna mirada a cámara por parte de unos actores bastante horripilantes (tanto si van en serio como en broma), cadáveres que respiran, trucajes que apestan (el monstruo lleva un ojo falso que, en una secuencia, vemos perfectamente que es de cartulina y se le sale de la cuenca), movimientos de cámara torpes, el celuloide en mal estado víctima de un revelado pobre, el montaje en plan carnicero (y es que Milligan nunca dejó de montar directamente en cámara, incluso si trabajaba en 35mm, por aquello de ahorrarse dineros) o el eterno truco del actor que aparece y desaparece deteniendo la acción para parar de rodar (en este caso, el absurdo personaje de un ángel de la guarda).

Gracias a que por entonces Andy Milligan era ya toda una leyenda, fueron unos cuantos los fans jovenzuelos los que entraron a formar parte del rodaje con las mejores intenciones y que, esencialmente, estaban más dotados de lo habitual para sus responsabilidades, como Rod Matsui, quien se encargó del maquillaje y que tiene un curriculum muy interesante en el que encontramos pelis rodadas en vídeo por él mismo en funciones de director o productor (como "Dark Romances" o "Zombie Party"), o trucajes para títulos bien reconocibles como "Freaked: la disparatada parada de los monstruos", "Semilla Negra" (producción Charles Band), "Carnosaurio" (producción Roger Corman), "El cortador de césped", la sexta de "Pesadilla en Elm Street" o incluso "Quien ama a Gilbert Grape?". Por allí también pululaba en funciones de producción Jimmy McDonough, es decir, el autor del libro sobre Milligan.
Al final de todo se anuncia alegremente un "Monstrosity 2", pero jamás llegó. De hecho, poco más pudo rodar Andy pues la acabó palmando de Sida y desde entonces su leyenda crece y crece. Pero yo, como decía, nunca me tragaré el rollo ese del gran creador bizarro que era... para mi siempre será el cineasta zetoso, incapaz y fácilmente ridiculizable que obras maestras de la infamia como "Matanza" y este "Monstrosity" demuestran que era. Y oiga, así lo prefiero.