lunes, 26 de agosto de 2013

MUERTE INFERNAL

A los mexicanos, de siempre, desde los años 30, les ha gustado hacer películas de muñecos asesinos en las que usan enanos para emular muñecos autónomos. Así pues, alentado por el clásico “Muñecos infernales” y, sobretodo, por “Al filo del Terror”, con el Charles Bronson Mexicano, Fernando Almada, no tuve ningún problema al elegir esta película para hacer un visionado.
Lo que ocurre con el cine de terror mexicano noventero (facturado todo, sin embargo, como si fuera setentero) es que es la lotería absoluta, que lo mismo te encuentras una auténtica joya como la anteriormente nombrada, que te encuentras un zurullo del tamaño de Jalisco, como la que viene a continuación.
“Muerte Infernal” –que a priori puede llevar a equívoco, pensando el espectador que se trata de uno de los muchos plagios mexicanos de “Posesión Infernal”- cuenta la historia de una señora que regenta una extraña tienda de muñecas, y su incestuosa relación con su hijo adolescente, y el tortuoso destino de su marido. Un buen día, les llega por correo una caja en cuyo interior hay un muñeco muy grande, un payaso vestido de época, y el joven queda fascinado por el, y quiere introducirlo en sus estúpidos espectáculos de teartro experimental (sin que ninguno de los involucrados sepa de la existencia de un teatro experimental). Lo que desconoce es que este muñeco tiene vida propia y hará que las cosas se compliquen.
Menuda mierda más coñazo. Jamás me había aburrido tantísimo con una película de muñeco/enano asesino, pero con esta no hay manera de centrarse. Y la sinopsis, me la he inventado, porque está tan mal contada, que ni siquiera se si quiere narrar eso que explico…
Además, con lo brutos que son los mexicanos para según que cosas, con esto no dan ni una, pues para ser una película de terror, ni hay sangre, ni sustos, ni atmósfera, ni miedo. Solo planos, en cuyo afán por rellenar el metraje, consiguen, sin pretenderlo, largos travellings experimentales (una cámara que recorre, con gran angular en ristre y un filtro aceitoso, un taller donde en una gran mesa reposan muñecas) y escenas de vergüenza ajena en las que madre e hijo se enrollan, pero donde, en la vida  real, al chaval se le va la mano tocándole las tetas a la señora, y esta, ofendida, la quita cuidadosamente. ¡Y el director da por válida la escena! No obstante, y a pesar de la disconformidad de la señora, el joven vuelve a atacarle la teta. Porque la verdad, es que la señora protagonista, Erika Carlson (vista con anterioridad en ¡”Desafío Total” y “La máscara del Zorro”!.. a no ser que IMDB confunda nombres…), tiene dos tetas muy gordas y apetecibles.
La risa.
En cuanto a la torpona dirección, corre a cargo de un actor reciclado a director, el tal  Roberto Guinar, que si como actor apenas tiene veitipico títulos en su filmografía, como director rodó únicamente seis, lo cual, para un cineasta Mexicano, y más en la época de  los “Home Vídeos”, es lo mismo que nada.
Muy floja.
La reseño únicamente por exótica, no porque haya mucho más interesante que decir.