jueves, 27 de febrero de 2014

KING OF THORN: EL REY DEL ESPINO

Hace poco comentaba el comic Epic Kill y como su acto final desmerecía todo el trabajo hecho hasta ese momento, pues con El rey del espino pasa otro tanto. En este caso, es un anime adaptado de un manga, así que podría ser que la presión de las fechas de entrega al autor contribuyeran (suposiciones mías) o que por querer sorprender, el final sea lioso, mal explicado y con excesivos giros de guion que acaban aburriendo hasta a las moscas.

El autor del manga es Yuki Iwahara, la producción del anime es del estudio Sunrise Inc. (Cowboy Bebop) y el director Kazuyoshi Katayama (Appleseed) Editada el año 2009 y que en nuestro país llego como King of Thorn: El rey del espino, o como El Rey Espino, o solo El Rey del Espino. Y es curioso porque no hay Rey que valga, en todo caso sería una Reina. Vamos a meternos en el fregado del argumento, a ver si puedo hacerlo sin cagarme/cargarme en/el argumento.

En un futuro cercano (para la fecha en la que se hizo la película, porque se desarrolla en el 2013) un virus parasitario llamado Medusa está haciendo estragos en la población mundial. Es ya una pandemia que puede acabar con la raza humana.  El virus recibe el nombre del ser mitológico porque los músculos y la carne del infectado se convierten en piedra. No hay cura posible, asi que el caos se desata por todo el globo. La misteriosa empresa Vega Gate Corp. decide mostrar al mundo uno de sus proyectos secretos, el de la criogenización. En un castillo tienen la máquina capaz de mantener a 160 sujetos que se elegirán al azar, en sueño suspendido, de esta forma no avanzara la enfermedad, y en un futuro cuando ya tengan la cura de Medusa se les despertara. Como la pandemia es inminente, todas las instalaciones están controladas por una IA llamada Alice que será la que se encargue de cuidar de los sujetos y administrarles la cura cuando sea posible. Estas instalaciones pueden aguantar 100 años funcionando solas si es necesario.

Cuando los protagonistas despiertan se encuentran el castillo lleno de espinos gigantescos y monstruos salidos de un videojuego (aunque al principio no crean al chaval que así lo apunta) De los 160 sujetos, nada mas despertar y tras el ataque de unas extrañas aves, quedan siete. A los dos minutos ya son seis, y luego ya más paulatinamente el grupo irá perdiendo miembros. Entre los destacados se encuentra Kasume, una joven con un pasado traumático y una hermana gemela que quedo fuera del experimento, un chavalín adicto a los videojuegos, un policía, un preso, y una mujer que va narrando el cuento de La Bella Durmiente, el cual es un reflejo de lo que les está ocurriendo.

Estos son los elementos que tenemos, una empresa misteriosa, un oscuro experimento basado en los sueños, y una inteligencia artificial. Si los mezclamos y los pasamos por el tamiz del terror y la ciencia ficción, nos da algo que más o menos iremos adivinando y que no está alejado de una serie B cualquiera de Mad Doctors o inteligencias artificiales que se vuelven locas (solo que si y no) Quizá por ser demasiado previsible, el autor da unos enormes giros de guion, algunos que se ven venir, otros simplemente son rizar el rizo para intentar sacarnos un “¿Pero que cojones?”

La película no estaría mal si no fuera porque se exceden con los flashbacks, los giros de guion y al final lo explican todo bastante mal.  Una lástima, porque la cosa empieza bastante bien pero se malogra por intentar sorprender al espectador.

miércoles, 26 de febrero de 2014

EL CABALLERO DEL DRAGÓN

“El Caballero del Dragón”, en cierto modo, es un clásico del cine español. Tan olvidada como recordada en las mentes de los espectadores, pero también se trata de una de las peores películas  del cine español. O al menos, no es de forma reconocida por sus artífices. Quizás por eso, ahora se la reivindica tan poco. Por eso, y porque, siendo una de las películas más caras del cine español, fue un fracaso estrepitoso que no recaudó ni la mitad de lo que costó.
Recuerdo yo en mi niñez, el haber visto la película en algún pase de televisión, y dejarme totalmente indiferente. De hecho los veintipico años que han pasado desde que la vi, los he pasado sabiendo de su existencia, pero importándome un bledo la misma. Hasta que el otro día a Naxo le dio por preguntarme que por qué no la había reseñado todavía. Y cierto era… así que la localicé y me la puse.
La película traslada la leyenda de San Jorge y el Dragón a un ambiente de ciencia ficción, teniendo como punto de partida una historia, a priori, interesante.  Una nave espacial que baja a la tierra en el medioevo y que, por las características de esta, es confundida con un Dragón. En su interior viaja un alienígena con aspecto de homosexual que se acaba enamorando de la princesa protagonista. Un caballero que la pretende y un fraile, intentarán enfrentarse al Dragón y al caballero que lo controla.
Era 1985 y la cartelera se llenaba de películas de ciencia ficción y fantasía; “E.T. El extraterrestre”, “La princesa Prometida”, “Lady Halcón”… de todo eso se nutre  la película y lo explota.
Cierto es que se trata de una súper producción, y dentro del cine español, en aquellos tiempos, no hay muchas películas en las que se vea que hay un gasto de dinero. Sin embargo, fuera de nuestras tierras, “El Caballero del Dragón” recibe trato de serie Z, porque efectivamente, los resultados son de espeluznante serie Z.  Mala es decir poco. No llega a comedia involuntaria, porque aunque toda ella sea ridícula, es demasiado sosa para provocar la risa (salvo en una escena en la que, se supone, una cabra es abducida. Ahí te mueres de risa, con el efecto de la cabra levitando, y con el paleto del pastor) y a parte, ya se encarga su director Fernando Colomo, que poco después triunfaría con todo aquel rollo de la comedia Madrileña,  de añadir las dosis justas, y sin venir a cuento, de humor. De un humor con el que no te ríes, claro. No funciona en absoluto. Aunque hagamos un esfuerzo por encontrarle algo divertido a la peli, no encontramos más que soberano aburrimiento y mucha, mucha… toneladas de vergüenza ajena.
Decir, que como buena súper producción, Colomo, en calidad, también, de productor no nos puso de protagonistas a Antonio Resines o a OscarLadoire, que va. La película cuenta con Harvey Keitel de protagonista (que a su vez es, también, el malo de la función) que por aquellos años, no tenía inconveniente en intervenir, muy poco convincentemente, en toda producción Europea que se le proponía (otra mierda, sería “Dream One”) y a Klaus Kinski, que se creía el mejor actor del mundo y que, mundo Herzog aparte, trabajó en sus buenos truños; “El Caballero del Dragón”, uno de los más destacables, en el que su locura se adueñó tantísimo de él, que en un momento de ira la pagó con el señor director, abalanzándose sobre el, y arrancándole un trozo de barba de un mordisco, tras una acalorada discusión. Colomo todavía está cagándose en la puta madre del actor, que además está desaprovechadísimo en esta película. Keitel se luce un poco más, pero vamos, que da igual la presencia de cualquiera de los dos.
Por otro lado tenemos a un teñido, anoréxico e inexpresivo Miguel Bose (que el espectador bien sabe que está haciendo una interpretación lamentable, pero que él creía estar haciendo la hostia en verso…) al que el vestuario le hace flaco favor… parece un retrasado. Digamos, que el traje de este extraterrestre (llamado, según los títulos de crédito IX, pero cuyo nombre no sale de boca de ninguno de los personajes, ni para dirigirse a él, ni para nada) es una especie del traje  del alien de “Alien, el octavo pasajero” al que le han arrancado la cabeza, han metido ahí dentro a Miguel Bose y después me le han plantado un casco de astronauta. Una remierda.
De vez en cuando la dan en la tele, pero parece como si se quisiera olvidar esta película, como si fuera una vergüenza para el cine español, que lo es, pero no más que cualquiera de esas películas españolas  que gozan de prestigio. Además, por lo menos se trata de una película de puro género. Eso no óbice para que esta sea una película antipática y rancia, una película que cae mal.
Me hace mucha gracia el final de la misma, abierto, dejando entre ver que volverán con una segunda parte, creyendo que esta sería un éxito. Todavía se tienen que estar dando de cabezazos contra la pared.
Como el reparto de la película es internacional, esta se estrenó, a destiempo, en gran parte del planeta, siendo un fracaso en todas partes por mucho Kinski que asome la polla por ahí.
En 1993 la película pasa a ser de dominio público, lo que hace que, edición cutre y cochambrosa en dvd de nuestro país aparte, la edite todo dios en los estados unidos por el morro (aunque de manera legal), consiguiendo una galería de carátulas a cual más delirante, destacando una en la que, para aprovechar el protagonismo de Klaus Kinski, roba una imagen de la película “Aguirre, la cólera de Dios” en la que él aparece, la colocan al lado de la nave espacial, se inventan un dragón mecánico y tirando millas.
En resumidas cuentas, esta mierda es curiosa, pero no es ni lo suficientemente buena, ni lo suficientemente mala, como para evitar el que si estamos cagando y no tenemos papel a mano, utilicemos el dvd, la carátula o, incluso, su póster para limpiarnos el ojo del culo.
Colomo, después se hizo un nombre en la comedia, pero nunca más volvió ha hacer cine fantástico.
Una vez declaró, en referencia a lo mala que es “El Caballero del Dragón”, que, da igual el género que cultive, al final todas sus películas, por los motivos que sean, acaban siendo comedias. Pobre. En este caso, yo diría que, más bien, le salió un drama.
¡Ah! También sale por ahí Fernando Rey, perdiendo en pocos minutos de actuación todo el prestigio ganado a lo largo de su  carrera.

martes, 25 de febrero de 2014

INSIDIOUS 2

Ay, ay, ay. Como me duele decir esto, compañeros, pero ¡¡que mala es "Insidious 2"!!. Pero mala, mala. Dejadme que me explique.
La peli arranca más o menos donde terminaba la uno. La familia agobiada por fantasmagorias varias se pira a vivir al caserón de la madre del prota, el bueno de Patrick Wilson. Paso este no muy inteligente si tenemos en cuenta que, tal y como nos narra un flashback pre-créditos situado en 1986, allí es donde comenzó todo. Pero recordemos, en teoría Wilson había sido poseído por el fantasma de la vieja al final de la epopeya precedente, así que nos queda la duda pendiente, ¿¿es malo o no?? (algo que parece importar poco a la policía, que investiga pero no lo retiene bajo llave suponiendo como se supone que es sospechoso). A este misterio tan tonto, que se prolonga a lo largo de todo el fucking film, hay que añadir uno más, el origen de la mentada vieja... que guarda sorpresillas. Todo ello condimentado como buenamente puede por un James Wan lejos de la inspiración del film precedente y a quilómetros de distancia de su mejor peli hasta la fecha (y que dudo mucho iguale o supere nevermore), "Expediente Warren".
El problema aquí es que Wan intenta, uno, continuar la historia tal cual con la dificultad de que, como decía, ahora su protagonista es el malo, ¿y cómo justifico eso para no prescindir de él en su rol principal?, dos, añadir nuevos atractivos, como lo de narrar el origen de la vieja fantasma... claro que, ¿a quien le interesa o, mejor, hacía falta?, ¿y era necesario que la coña se extendiera y complicara tanto?. Pues no, porque uno de los muchos atractivos de "Insidious" eran sus inquietantes misterios, sin mayor explicación que la justa y necesaria. Insistiendo en ellos y desarrollándolos tanto, Wan se carga su capacidad de resultar aterradores y, de paso, y de un manotazo, arrasa también con los logros del film original, ya que en cierto momento "Insidious 2" conecta con "Insidious 1" casi del mismo modo que "Regreso al futuro 2" conectaba directamente con su primera parte, y lo que en principio debería ser un juego ingenioso, a la larga molesta por lo que decía, porque incorpora "raciocinio" (al menos dentro de su "sobrenaturalidad") a algunos de los momentos más inexplicables y acojonantes de la primera peli. A todo este cristo, añadamos que el director también se ve obligado a colar nuevos y vistosos juguetes (como el medium que se comunica con los muertos a través de dados, el taca-taca que aporta algunos pocos sustos, las latas unidas por un hilo con las que parlotean los pequeños de la casa... y alguna otra presencia más) y a recurrir a los que funcionaron en la entrega anterior (el paseo por el más allá, los espíritus pálidos y de mueca desencajada, los chistecillos de los parapsicólogos fricazos). Son tantos los elementos con los que se ve forzado a operar, que al final se hace la picha un lío y la ensalada resulta indigesta, confusa (demasiadas casas encantadas, llega un punto en el que no sabes de quién es cual) y extenuante. El verbenismo, que siempre ha sido un defecto en el cine de James Wan, estalla aquí a lo bestia, colorida y descontroladamente -justo cuando parecía que comenzaba a dominarlo- y lo hace con un climax final que se alarga innecesariamente y se retuerce agónicamente sin ir a ningún lado, echándonos a patadas de la peli y, directamente, aburriéndonos como ostras.
Y lo triste es que "Insidious 2" arranca bien, dignamente, pero pronto se olvida de atmósferas, sutilidades y, en cierto sentido, fantasmas y se centra en un especie de thriller a la "El resplandor" con un Patrick Wilson encolerizado intentando acabar con su familia y con cualquiera que se ponga a tiro. Hay diálogos algo chorras (las frases que suelta el actor cuando muestra toda su maldad son propias del peor Freddy), momentos incluso un poco risibles (y no me vengan con que esta entrega tiene más humor voluntario, porque no trago) y un abuso de muñecas siniestras, ya toda una especialidad de la casa (aunque hay una que funciona, la del hospital). En la parte salvable, tenemos ciertas buenas ideas, narrativamente (la habitación secreta llena de cadáveres resecos) y estéticamente hablando (esa iluminación roja tan mariobavaesca en el caserón familiar, gracias a lámparas y cristaleras), pero no son suficientes ni compensan.
Añadir como curiosidad lo mucho que James Wan recurre a ciertos códigos del "found footage" (no en balde el productor es Oren Peli). Además de las inevitables imágenes vistas a través de la video-cámara de los parapsicólogos, tenemos también todas las secuencias de casas oscuras y abandonadas mal iluminadas por linternas donde el vídeo (es decir, el digital, o el HD, o el Red One o lo que coño sea) con el que se ha rodado la peli pega un cante extraordinario, otorgándole momentos que recuerdan a esos programas sobre cazafantasmas lerdos.
En fin, para resumirlo de alguna manera diré que "Insidious 2" comete LA GRAN CAGADA de mucho del terror yankee actual, explicar demasiado, y eso, después de un par de muestras de cine fantasmagórico tan potente como ya sabéis cuales en las que Wan, justamente, parecía alejarse de tales errores comunes, duele. Y mucho. Para mi ha sido una enorme decepción, llegando incluso a casi pasar de la peli, sentarme frente al ordenador y tomar notas para esta reseña. Algo normal de hacer cuando hablo de caspeces y chunguismos, pero no me lo esperaba de todo un "Insidious 2". Claro que, ponerte a verla sabiendo todo esto, avisado, igual ayuda, porque no niego que sus escenas escalofriantes tiene, y funcionan, aunque son demasiado poca cosa.

domingo, 23 de febrero de 2014

EL MUNDO LOCO DE JERRY

Si dios existiera, el muy zopenco sabría que no hay cosa que me guste más en este asqueroso mundo que leer sobre cine. Y dentro de esta categoría, caben perfectamente las biografías de directores. Por eso, eventualmente me agencio -vía biblioteca, claro- los libros de la editorial "Cátedra" y me los como en pocos días. El problema de muchos de ellos es su tendencia a cierta intelectualización barata y chusquera que arrasa con toda la diversión. Hay casos especialmente graves. Uno puede tolerar que a algún iluso le de por ponerse pedante hablando del cine de los hermanos Coen, por ejemplo, que tienen mucha reputación en círculos de esos más culturetas. Pero lo que clama al cielo es que a alguien le de ese venazo escribiendo sobre... ¡Jerry Lewis!. Sí amigos, ¿¿se pueden sobre-intelectualizar las películas -como director, al menos- de este viejo genio de la comedia hollywoodiense??, sí si tienes tanta poca personalidad como el baranda que firma el mentado libro, que decide dar la barrila hasta límites extremos, surrealistas y simplemente ridículos sobre las bufonadas de Lewis únicamente porque en la época eso mismo hicieron los no menos pedantes y aburridos señores de la famosa "Cahiers du cinema". Dicho de otro modo, si Truffaut, Godard y su puta madre nunca hubieran comentado nada profundo sobre, por decir algo, "El profesor chiflado" (estupenda comedia, añado) el autor se hubiese ahorrado metáforas tan miserables como aquella que cita a la eyaculación (vamos, a correrse) en referencia a una escena cualquiera en la que Lewis escupe leche (así como lo leen, amiguitos... o tal vez era una metáfora de sus propias e interminables pajas). A fin de cuentas estamos en España, país repleto de mangantes y estafadores, oui, pero también de ignorantes y retrasados con tendencia a copiar mal al vecino (obviamente nosotros somos la excepción... ¿qué te creías, pinfloi?).
Con todo, y a pesar de lo irritante que me supuso la lectura del tochito (llegado cierto punto, ya directamente me saltaba los párrafos en busca de verdadera información útil), me entraron ganas de ver y revisar algunas de las películas de Jerry Lewis... con especial interés por una, "El mundo loco de Jerry", su último largometraje como director (luego vendrían algunos capitulos de series televisivas o documentales rarunos) fechada nada menos que en 1983, bastante lejos de sus años dorados (por cierto, y esto es algo que no me puedo resistir a mencionar, Lewis decía que todo el cine de los 70 de Hollywood, tan bien considerado actualmente, era una auténtica basura!. Me puedo imaginar que su mentalidad colorida, inocente y repleta de humor blanco se vería seriamente desubicada  en unos tiempos en los que imperaba la seriedad y la crudeza en las películas de su tierra. Que decidiera regresar en los ochenta dice mucho de esta década). Y todo ello viene porque, de chaval, cuando más enamorado andaba yo del "spoof" y la comedia alocada, descubrí el estupendo póster español 
made in Jano de la película (además de ver algunas atractivas imágenes en la televisión) y me obsesioné con ella. De hecho, llegué a comprarme ese mismo poster que tuve colgado en mi pared durante un tiempo... aunque, paradójicamente, no había visto la película y no la vería hasta un 20 de Febrero del año 2014, nada más y nada menos.
Desconocía que, en su país de origen, "El mundo loco de Jerry" se estrenó exclusivamente en la tele (y en vídeo) y llevaba dos títulos diferentes, el sugerente y atractivo "Smorgasbord" y el más normalico "Cracking up!". Representaba también el reencuentro de Lewis con su colaborador favorito, Bill Richmond, con quien previamente había co-escrito algunos de sus clásicos o compartido pantalla en títulos tan esenciales para el lewisiano como "El botones", debut en la dirección del coleguita Jerry por ahí 1960 y que guarda algunos lejanos puntos en común con el film ahora reseñado, como la acumulación de gags absurdos entrelazados por una sencillísima trama a la que podemos llamar argumento por los pelos del culo. No es que "El mundo loco de Jerry" sea a-narrativa o algo así, tampoco tanto, pero sí es cierto que no hay una verdadera historia que seguir, mas bien encontramos una excusa, una que gira en torno a Warren Nefron, individuo que vive atormentado por su condición de gafe. Haga lo que haga termina en caos y destrucción, incluso sus intentos de suicidio. Así que decide acudir a un psiquiatra en busca de ayuda. Y poco más. Sobre eso Lewis construye su película, a base de sketchs protagonizados por el mentado Sr.Nefron (o sus antepasados) y por personajes anónimos que se cruzan en su aventura a la búsqueda de una cura (muchos de ellos encarnados, obviamente, por el mismo actor y director). Es como si viéramos a todos los individuos que han pululado por el cine de Lewis encarnados en uno solo, cansado ya de ser como es, de su incapacidad por llevar una vida normal y que, pasados 30 largos años, decide poner fin a tan desgraciada existencia, llámenle Stanley (de "El botones"), Herbert H. Heebert (de "El terror de las chicas"), Morty S. Tashman (de "Un espía en Hollywood") o, claro está, Julius Kelp (de "El profesor chiflado"), da igual, todos vienen cortados por el mismo patrón.
El "problema" (el lógico problema, diría) de "El mundo loco de Jerry" es que ya en 1983 su sentido de la comedia estaba anticuado, pertenecía a los 60, a cuando Lewis dominaba en las taquillas del mundo mundial. Imaginaos pues, ahora, cómo será. Por aquello de adaptarse a "tiempos modernos" se permite algunos chistes picantillos, de esos que nunca hubiese podido hacer siendo joven, pero que igualmente están muy por debajo de lo que entendemos como ofensivo. Todo el humor de esta película es muy blanco, muy inocente, muy puro y muy tontaina. Algo que cantaba incluso más en los 80, que era cuando la nueva comedia yankee, más bruta y grosera, comenzaba a arrancar. Por eso, seguramente, en ningún momento te partes de risa viendo el film de Jerry Lewis.... aunque sí sonríes a lo largo de los casi 90 minutos que dura y, en fin, que te entretiene comedidamente y te deja un regusto simpático y amable. Lo mejor que podríamos decir de "El mundo loco de Jerry" es que es una peli MAJA.
Obviamente la ristra de gags varían en su calidad. Los hay muy buenos (como el del vuelo comercial ultra-barato y sus consecuencias, la parodia de "La fuga de Alcatraz" o el único con el que me reí de verdad, el de la ninfómana/travesti), los hay normalillos (la gran mayoría, destacando el suelo encerado de la consulta del psiquiatra, el de Lewis en plan niño cruzando la calle, el del contundente método anti-tabaco o el del policía de tráfico) y los hay realmente malos (el de la exposición de pinturas es de juzgado de guardia). El resultado, como digo, es perfectamente consumible, no te iluminará pero tampoco te molestará, y si invitas a tus hijos o sobrinos al visionado, lo pasaréis bien todos juntos.
Como dato curioso señalar que, entre el plantel de actores invitados y personalidades que se marcan cameos, me hizo especial gracia descubrir en un escueto papel al eterno segundón Art LaFleur.

sábado, 22 de febrero de 2014

PONYO EN EL ACANTILADO

Hayao Miyazaki en Japón es un dios, internacionalmente también está muy bien considerado, pero en Japón es veneración lo que sienten por él. Todo el que disfruta de las producciones de Pixar le debe mucho a este señor, y es que el máximo responsable de la productora del Flexo que salta sobre una pelota, John Lasseter, es gran fan de Miyazaki. Desde la propia Pixar indican que cuando necesitan inspiración se reúnen para ver una película del Estudio Ghibli. Hay muchas similitudes en los mensajes de los dos estudios, el primero de ellos el tema ecológico. Miyazaki es un hombre de campo, adora la naturaleza, y eso lo podemos ver en todas y cada una de sus producciones, en Pixar por ejemplo, en Wall-e tenemos un ejemplo muy claro, y en Buscando a Nemo aunque no hay un claro mensaje ecologista, si que disfrutamos de la naturaleza en estado salvaje.  El respeto a los ancianos o encontrar nuestro don, o lugar en el mundo, también es algo que tratan las películas de los dos estudios. Con todo esto quiero decir que el Estudio Ghibli y en concreto las ideas de Miyazaki, han influido al mundo de la animación. También coinciden en que las películas pueden ser perfectamente disfrutables por los adultos sin que estos tengan que morirse de asco o pensar que están atentando contra su inteligencia. Y este es un factor muy importante, ya que no por ser una producción animada tiene que estar orientada a los más pequeños.

Para Ponyo en el acantilado, Hayao Miyazaki se curro el storyboard a acuarela, y el motivo era que no deseaba que se hiciera absolutamente nada digital, todo debía de ser hecho a mano por los dibujantes del estudio. En anteriores películas habían utilizado el ordenador para algunas cosas, ya sean animaciones o modelos en 3D, pero en Ponyo se decidió a que todo estuviera hecho a mano y que el ordenador no se utilizara para nada. Esto conllevo a que se tuvieron que realizar 170.000 dibujos para llegar a los 93 minutos que dura la película. El argumento bebe inicialmente de La Sirenita, aunque sería muy simplista decir que esta es La Sirenita de Miyazaki, como decía en el primer párrafo, siempre habrá algún mensaje de amor hacia la naturaleza. Vamos al lio.

Ponyo es una niña-pez que vive recluida con sus hermanas en la casa submarina de Fujimoto, su padre. Fujimoto anteriormente fue humano, pero ahora es un brujo o mago del mar que está tratando de reunir una poción mágica que devolverá al planeta a un estado primigenio anterior a la vida humana. Y es que Fujimoto, no soporta que los humanos estemos contaminando el mar. Ponyo que es curiosa (y cuyo nombre original es Brunilda, en honor a una de las Valquirias, algo que Miyazaki saco de escuchar La Marcha de las Valquirias de Wagner)  se siente atrapada por vivir encerrada junto a su padre. Así que a la primera oportunidad se escapa para ver mundo. Quiera la mala suerte que es arrastrada por una red y metida a presión en un bote de cristal. Es entonces cuando se encuentra con Sousuke, un crio de 6 años que vive en una casa faro. La amista y el amor que se profesan, hacen que Ponyo desee convertirse en ser humano, aunque ello trae maremotos y grandes tormentas. Finalmente el poder del amor resolverá todo.

En la película no es que ocurra mucho, más bien es una pequeña historia de amistad y amor, como ya he dicho en varias ocasiones, pero es tan bonita y tierna, que se puede pasar por alto que su argumento sea bastante simplón. Eso no quita para que los mensajes que transmite la película (los ya citados, ecología, amor, amistad)  sean fuertes y den muy “buen rollo“.

Una preciosa película de animación que merece la pena ser vista. A mí me ha costado 6 años verla, pero nunca es tarde cuando la dicha la película es buena.

Por cierto, me choco mucho que la canción final de la película estuviera cantada en castellano, y es que en este caso la canción es muy infantil, pero aun así muy animada y pegadiza. Ponyo, Ponyo, es una niña pez, del mar ella ha venido, veras que guapa es.

viernes, 21 de febrero de 2014

EQUIPO PARANORMAL

No entiendo por qué han tenido que esperar a que pasen cuatro entregas de la saga “Paranormal Activity” para que los “spoofeadores” de turno decidan pasarle factura al “Found Footage”… porque es que en cosa de dos años, tenemos –que yo sepa- esa del título largo, “Paranormal Movie” ,”Scary Movie V” y ahora, esta “Equipo Paranormal”, que, sin ser una cosa del otro mundo, si que es, no ya la mejor comedia “Found Footage”, sino también, la mejor parodia de “Paranormal Activity”.
Ya les hablé de que el “Found Footage”, aplicado a un género contrario al de terror, no funcionaba en absoluto, y una prueba de ello, era la comedia “Project X”. Bien, pues los artífices de “Equipo Paranormal” lo saben y aprovechan lo mal que se lleva con otros géneros para llevarlo a su terreno ¿Y que hacen?  Pues hacer, más que un “Spoof”, un “Paranormal Activity” cómico, esto es, utilizar el ritmo, estructura y maneras de rodar un “P.A.” al uso. Que el bla, bla, bla, característico de los “Found Footages” les sirva para meter todos los gags soeces propios de una “Teen Movie”, y encima,  hacer que la parte de terror, aunque  muy escasa, funcione, quizás tan solo porque no te la esperas. Vamos, que algún sustillo te llevas.
Así tenemos, visto siempre a través del metraje de una cámara de vídeo (hay un personaje al que no vemos nunca y que es el que lleva la cámara) a unos latinos que comparten casa, y en una fiesta salvaje, cuando uno de los protagonistas está tan borracho que no puede ni con su alma, cree que ve el fantasma de una joven Asiática.
Cuando comprueban el material grabado (el chico lleva una cámara-casco) ven que efectivamente, hay un fantasma en esa casa, por lo que llaman a un médium que les explica que esa casa es un antiguo burdel, y que por ahí pulula el fantasma de  la “Madame” Lady Azalea, por lo que, sin querer, uno de los chicos se acaba follando al espíritu y  uno de los compañeros acaba poseído por esta “Madame”.
Bien, pues digamos que al final, la cosa funciona… o al menos durante la primera hora, ya que en el spring final, en el que el compañero de piso poseído por la puta empieza a comportarse como tal y el exorcismo al que le someten, la cosa pierde enteros en pro del humor más chabacano y poco eficaz, con la cámara  grabando de un lado a otro, sin orden ni concierto, mientras se suceden los chistes con bastante poca gracia, y se pone a la altura de cualquier “Spoof” de los hermanos Wayans, convirtiéndose en una mediocridad más de tantas que hay. Ahora, esa primera hora, merece verdaderamente la pena, como película, algún gag y algún susto.
Dirigen la cosa, y casi la llevan a buen puerto Ben Peyser y Scout Rutherfor.
Conclusión; el “Found Footage” si que puede funcionar en una comedia, siempre que esta coqueteé con el terror o el género fantástico. Y al final, “Equipo Paranormal” es mejor “Found Footage” que “Teen Movie”.

jueves, 20 de febrero de 2014

LOS PICAPIEDRA ENCUENTRAN A ROCKULA Y FRANQUESTONE

De vez en cuando me suelen dar misteriosos, raros y desperados ataques de nostalgia en lo referente a un producto que a mí, ni fu, ni fa: la animación. De vez en cuando me acuerdo de lo feliz que era de pequeño con según que  dibujos animados, me obsesiono, los busco y me los como con patatas. Este verano me ocurrió con “Popeye”, y fue una experiencia harto  gratificante. Si ya era fan del personaje, ahora ese fanatismo se reforzaba, y no solo a los “cartoons” del personaje facturados por la factoría Fleitcher; el Popeye ochentero, también es muy bueno, por ejemplo, no hay más remedio que  consumirlo casi todo. Así que desde este verano,  me voy agenciando todo material audiovisual  referente al marinero más famoso de todos los tiempos, que se cruza en mi camino. Sin despeinarme.
Y durante estos días, me ha pasado algo similar, pero con el efecto contrario. En los ochenta, emitían por televisión “Los Picapiedra” y a mí me encantaba. Y decidí, igual que con el Popeye, echarme algo de esto a los ojos. Como empezar con la serie me parecía muy heavy, no ya porque no esté muy bien numerada, sino, porque váyase usted a saber la de episodios que ha de haber… pero recordé que existía un largometraje – animado- en el que “Los Picapiedra” se las tienen que ver con unos ineptos Conde Drácula y monstruo de Frankenstein, que me encantaba, y que debía existir de alguna manera porque yo recuerdo haberlo visto. Pensando que no iba a encontrar nada al respecto, al menos en castellano, investigo un poco (no mucho) y enseguida la localizo, curiosamente, en un portal dedicado al cine de terror.
En él, Los Picapiedra ganan un concurso de disfraces de Halloween y el premio son unas vacaciones en Rócksilvanya en el castillo del Cónde Piedrácula. Como es inevitable, Pedro y Wilma se llevan con ellos a Pablo y Betty, y comienza la velada  romántica en el castillo.
En una de estas que el Conde Piedrácula se despierta de su letargo de 500 años, y al ver a nuestros protagonistas, este queda prendado de los encantos de Wilma, por lo que Los Picapiedra tratarán de escapar de Frankenpiedra, que intentará capturarlos para entregarle a su amo a Wilma.
La cosa está en que la factoría de “Hanna- Barbera” no es la de “Fleischer” ni la de “King Feature Sindicate” de Popeye, y si la serie de los sesenta era buena, este largometraje destinado al mercado de la televisión es bastante mediocre, por mucho que se saque a Los Picapiedra de su hábitat “Piedradura”. Los 50 minutos que dura el telefilme se hacen eternos y aburridos, y quizás para un tierno infante resulte, pero no para un adulto, público este que en su momento se ganó “Los Picapiedra”.
También hay que tener en cuenta que la serie data de los años sesenta mientras que esta película es de 1979, entonces yo creo que la diferencia es enorme, no notándose en la animación, pero si en la estructura y la historia.
En definitiva, un coñazo. Huelga decir, que tras esta experiencia, ha desaparecido todo  interés hacia “Los Picapiedra”por mi parte, aún a sabiendas de que se trata una de las mejores series de animación de todos los tiempos.
De título original  -en castellano neutro-  “Un encuentro con Piedrácula y Frankenpiedra”, los señores de la mítica distribuidora “Grupo Aguila” simplificaron el título de la película dejándolo simplemente en “Los Picapiedra encuentran a Rockula y Frankenstone” en su edición en VHS, Beta y sistema 2000.
Dirige este telefilm  Ray Patterson, director de la mayoría de series de dibujos animados que te puedas imaginar, desde 1950 hasta 1993. Es decir; 
Los Pitufos”, “Los Snorkels”, “Don Gato”, “Popeye”…
Ya que estamos, decir que el debut (animado) en el largometraje, lo hicieron “Los Picapiedra” en la película “The Man Called Flintstone” de 1966, conocida en nuestro país como “El Súper agente Picapiedra” y que fue un éxito de taquilla, para después continuar con lo más parecido a una película, que sería esto que acabo de comentar, y protagonizar un tercer largo en 1987 con “The Supersonics meets the Flinstones”.
Por otro lado, ya en plenos 90, alguien decidió llevar a “Los Picapiedra” al cine en imagen real, y lo hicieron con “Los Picapiedra”, dirigida por Brian Levant (“Este chico es un demonio 2” “Un padre en apuros”) e interpretada por John Goodman y Rick Moranis, y la mucho más entretenida “Los Picapiedra en Viva Rock Vegas” del mismo director, pero esta vez con Mark Addy y Stephen Baldwin (¿).
No se a los niños de hoy en día lo que todo esto les puede parecer.

lunes, 17 de febrero de 2014

LA VENGANZA DE PINOCHO

A raíz del éxito que tuvo con "Muñeco diabólico", Tom Holland narraba en las entrevistas su idea inicial, según la cual el niño protagonista de aquella se revelaba como el auténtico asesino, limitando las funciones del puñetero "Chucky" a las de un simple muñeco sin vida. Pero claro, primero, no era lo suficientemente espectacular -para los productores- y, segundo, en caso de tener éxito, dificultaría la producción de las inevitables secuelas y, también, la del inevitable "merchandising". Pues bien, a la hora de realizar el obvio y pornográficamente descarado "exploitation" de "Muñeco diabólico" que es este "La venganza de Pinocho" ("Pinocchio´s revenge" o "Pinocchio" a secas en los USA), Kevin S. Tenney, entrañable autor de clásicos tan videocluberos como "Witchboard (juego diabólico)", "La noche de los demonios" original, "El sótano prohibido" o "El pacificador", se aferró a ese mismo concepto casi obsesivamente... o mejor, lo robó con todo el morrazo. En su versión de la historia del juguete asesino predomina mucho la duda de si es este el que mata o la niña que lo posee (¡y que cómodo y fácil es cambiar el sexo del crío protagonista para ahorrarse mayores comparaciones!, a lo que hay que añadir un grado desorbitado del elemento "repelente", condimentado por unos irritantes tirabuzones). Se pasa toda la puta película dándole vueltas a lo mismo y al final... er... adivinen. ¿Cómo?, pues eligiendo la opción más económica, es decir, aquella que implique una dosis menor de efectos especiales (y que, curiosamente, incrementa la gravedad del expolio. ¿Qué diría tío Tom?. Nada bueno).
Todo son pequeñas dosis en "La venganza de Pinocho". De originalidad, ritmo, talento, crímenes, violencia.... y humor, que aquí resulta casi inexistente, cosa que no solo agradecí, es que me sorprendió muchísimo. Sí amigos, el Sr. Tenney se toma muy en serio su propuesta, a pesar de contar con una premisa tan ridícula (no ya lo del muñeco homicida, mas bien de QUIÉN se trata). La movida gira en torno a una abogada criminalista emperrada en defender a un baranda que mató a su propio hijo y lo enterró junto a su juguete favorito, que no era Richard Pryor sino el puto Pinocho. En fin, por hache o por bé, el bicho aterriza en las manos de la hija de la picapleitos justo el día de su cumple, y se encapricha de él psicopáticamente. Justo a partir de ahí comienzan a suceder cosas.... el aspirante a padrastro la palma..... la cría con la que la niña se lleva mal en el cole sufre un accidente.... er... y ya está, en realidad esas son las únicas fechorías que acomete este "Chucky" del "hombre pobre". Y volvemos al principio, ¿¿es el muñeco o la hija repelente que se ha vuelto tarumba??.
Paradójicamente, mientras el nivel de sangre es casi nulo, lo que daría pie a pensar que el film procura no asustar a una posible audiencia juvenil, incluso pre-adolescente, sorprende la aparición de un desnudo de la canguro tan gratuito como absolutamente integral y que no sirve para "nada", salvo que la jaca se encuentre a Pinocho ahí sentado en la cama, observándola ("Le gusta mirar a las mujeres", dice la niña). Pero mola, claro.
El caso es que el muñeco no cobra vida hasta el minuto 58 (primero habla sin abrir la boca, luego sí la mueve y en el tercer intento, mantiene los labios pegados de nuevo... ¿por qué esos caprichosos cambios?). Y nadie muere hasta pasada la hora (y lo hace estando tumbado en la cama de un hospital, en coma y... ¿maniatado?). A ello hay que sumar un puñado de incongruencias, como  que la prota adulta supere con pasmosa facilidad la muerte de su maromo (menos de 24 horas, como en los mejores "slashers"), que el monigote se cuele en un hospital, corra entre la gente y nadie le preste atención (detalle este que, junto al desnudo antes comentado, chirrían mucho más si tenemos en cuenta el desenlace de este drama tan tonto) o que, pa no perder la costumbre, cuando Pinocho cobra vida y se mueve de cuerpo entero, descubrimos asombrados cómo sus extremidades se vuelven rechonchas y sus andares algo torpes. Vamos, ¡que muta en enano!.
En el reparto localizamos un par de rostros de la peli de debut de Tenney, "Witchboard", en concreto son los de Todd Allen y James W. Quinn. En cuanto a la supuesta criatura protagonista, su responsable no es otro que Gabe Bartalos, popular por crear la fauna de deformidades que pululan por "Basket Case 2".
¿Qué quieren que les diga?, "La venganza de Pinocho" es tan sosa, trillada e insabora como parece. Puro producto de la maldita década de los 90. Pero si te la tomas como hay que tomársela, como un puñetero telefilm de Domingo por la tarde, pues puede sufrirse en silencio, como ocurre con las almorranas, mismamente.

viernes, 14 de febrero de 2014

976 EVIL, EL TELÉFONO DEL INFIERNO

Con el cine de terror, a veces no me queda otra cosa que llevarme las manos a la cabeza con según que películas. Porque, el fanatismo, hace confundir la velocidad con el tocino, y se escriben autenticas barbaridades sobre las pelis. Como con las religiones. En el nombre de la religión se han cometido actos atroces… apliquen esto al cine de terror.
Porque si bien reconozco este “976-Evil, el teléfono del infierno” como un pequeño clásico de nuestros vídeo clubs – la carátula es súper reconocible y estaba en todas partes- no me dio nunca por verla en su momento, así que la veo por primera vez, teniendo todas a su favor, solo por la buena prensa que arrastra la peli.
Bien, pues es malísima. Que haya gente que le guste por los motivos que sean, lo acepto, pero que haya quien diga que esta es una película buena… a ese había que fusilarle, por ignorante.
Resulta que hay un número de teléfono al que si llamas, este te dice tu “Horroroscopo”, y si sigues las instrucciones de la voz que te va diciendo las cosas,  estas se hacen realidad… no sin que haya funestas consecuencias. Así tenemos a un par de hermanos, el rebelde y ligón y el “nerd” medio retrasado, virgen y agilipollado, a los que les da por llamar de vez en cuando. Con el primero no pasa nada, porque llama, se queda escuchando y se va a casita, se toma las llamadas como un chiste. Pero el segundo, no tiene tanta voluntad, y hace lo que la voz del teléfono le dice, por lo que acabará, no ya adorando al diablo, sino convirtiéndose en uno, que irá dando cuenta del resto del reparto adolescente.
Aburrida, lenta, sosa… no pasa nada en ningún momento, incluso cuando la cosa se pone molona, con el muchacho convertido en diablo, siguen sin ocurrir cosas. Escasa en gore y/o FX,  la película es estúpida a más no poder.
Siguiendo con el rollo cliché ochentoso, tenemos por ahí a una banda de medio punkos, medio “Newaveros” que son muy macarras y malcarados y que juegan a póquer en una cabina de proyección de un cine llamado “El diablo” que está llena de pósters de películas de terror- por ejemplo “Critters” o “Maniac”-, y que tiene bastante importancia en la película. Y todo eso me parece muy bien, pero ¿Alguien me explica porqué están en esa cabina de proyección? En algún momento, incluso, se les ve proyectar películas, pero ¿Es que trabaja alguno de ellos allí? ¿Es que son ocupas?, Nunca lo sabremos. Y como eso, un montón de cosas en esta mala película.
Se trata del debut en la dirección de Robert Englund, el sempiterno Freddy Kruegger, que toma buena nota de las películas en las que intervino como tal, porque el protagonista de esta, ese demonio chabacano, no deja de soltar chistecitos cuando va a matar a sus víctimas… podemos pensar que la influencia sean los cómics de Spider-man… pero no. Es el puto Freddy, que quiere crear otro Freddy, sin éxito alguno.
Su siguiente película años después, “Killer Pad”, ya directamente, era una comedia.
Obviamente, si juzgamos la labor de dirección de Englund por estas dos películas, la verdad es que es una faceta que más le hubiera valido dejar en un recóndito lugar de su subconsciente, porque como actor, lo que hace entra dentro de unas directrices que un sector del público agradece, pero como director, es una puta mierda.
En el papel protagonista, como ese muchacho al que posee un demonio tenemos a un actor de verdadero culto, Stephen Geoffreys, cuyo momento de máximo esplendor, fue casi al principio de su carrera, interpretando a “El Rata” en “Noche de miedo (1985)", para después protagonizar esta que nos ocupa y acabar su carrera, durante los noventa, haciendo porno gay, usando pseudónimos, el más conocido de todos ellos, el de Sam Ritter. Tras ganarse las garrofas comiendo pollas, volvió al cine que le dio la fama, el de terror, esta vez en su vertiente más videoclubera y hace relativamente poquito.
Junto a él, tenemos a Pat O´Bryan (“Lucha sin limites”) y una actriz a la que yo sigo, y que se prodiga poco la jodía como es Lezlie Deane, a la que te entraron ganas de follarte en “Mi novia es un diablo”, “Plump Fiction” o “Pesadilla final: La muerte de Freddy”, en la que intervino gracias a la recomendación de Robert Englund, que ya había trabajado con ella en esta.
Muy mala. Al que vuelva a decir que es buena, o entrañable o algo de carácter positivo, me lo cargo.

jueves, 13 de febrero de 2014

EPIC KILL

Toda historia, narrativamente hablando, se compone de tres actos, Inicio, Desarrollo y Desenlace. Alguna historias cuentas con Epilogo, un cierre para los personajes, no solo del argumento principal, sino el “que fue después”. El comic Epic Kill de Raffaele Ienco, da la sensación de ser una historia inventada sobre la marcha, con un inicio y un desarrollo normal, pero con un desenlace apresurado y torpe, que da paso a un epilogo de lo más decepcionante. Parece que Ienco empezó a dibujar con una idea en mente, pero luego las prisas por acabar en un número limitado de comics, le trastoco su historia y tuvo que acabarla deprisa y corriendo, como fuera, caiga quien caiga. Todo esto son conjeturas mías, ojo. Lo que sí es cierto y comprobable es que, de los 10 números que componen la historia, los 7 primeros están mas o menos decentes, pero los 3 últimos emborronan todo el trabajo hecho anteriormente.

Song es una joven que ha perdido la memoria. Esta ingresada en un hospital mental, pero poco a poco va recordando pequeños trozos de sus recuerdos. Su propio cuerpo va recordando movimientos con los que sabe podría matar a una persona sin ninguna dificultad. Y es que Song es una súper asesina. Una vez ha recuperado la memoria lo único que desea es llevar a cabo su misión, matar al hombre más poderoso del mundo.

Que la protagonista sea una ninja de altísimo nivel, da para escenas de acción espectaculares y dignas de cualquier blockbuster veraniego, pero la cuestión es que los dibujos, corrijo, el horrible coloreado de ordenador que tiene, no anima a seguir leyendo mucho mas allá de por “terminar lo que he empezado, y porque es cortita la serie, que sino……” Y es que los dibujos son un punto flojo, aunque la historia y ese epilogo que comentaba hace dos párrafo son aun peor.

La trama se complica cuando hace acto de presencia un supuesto supervillano, que sostiene que los dirigentes del mundo están siendo reemplazados por cuerpos conducidos por nanorobots y cuyo principal benefactor es el objetivo de Song, el presidente de los EEUU.

En resumen y para que no perdamos más tiempo con esto, nos encontramos ante una historia con un desenlace de mierda y unos dibujos nada atractivos. Flojo no, flojísimo.

lunes, 10 de febrero de 2014

MEMORIA (LAS BESTIAS NO SE MIRAN AL ESPEJO)

Los mas viejos del lugar, se acordarán sin duda de “La familia Telerín” y su “Vamos a la cama” canción esta con la que los niños españoles de los años sesenta se acostaban tras finalizar la programación infantil. A los de mi generación nos acostó “Casimiro” pero al igual que en la memoria colectiva actual permanece, para generaciones venideras, este peludo monstruito, a ustedes, por cojones, les tiene que sonar la familia y la canción de la que les hablo.
Como buen producto de consumo, “La familia Telerín” tuvo su película para las grandes salas, la famosa “El Mago de los sueños”, considerada una obra maestra de la animación española. El director y artífice de todo esto, se llamaba Francisco Macián. Este se dedicaba ha crear spots publicitarios desde sus estudios, los “Estudios Macián”, y dicen que “la del negrito del cola-cao” es obra suya. También era dibujante de cómics.
El tema es que el gachó, inventó un nuevo sistema de animación – algo parecido a la rotoscopia, pero mucho antes de que esta se hiciera famosa- que combinaba la imagen real con la animación, convirtiendo a los humanos en dibujos animados. A esta nueva técnica, Macián lo llamó “M-Tecnofantasy”. O sea, que Macián inventó la animación por rotoscopia, pero como estamos en España dio igual, y luego lo inventó otro que fue el que se forró.
Ya utilizó esta técnica en la película “Dame un poco deAmooooor”, dónde su novedosa técnica de animación quedó eclipsada por la presencia de “Los Bravos”.
Así que años después, rodaría su primera película de imagen real, en la que se quitaría la espinita, incluyendo mucho de su “M-Tecnofantasy” en el metraje de la película. Esta película, es la que nos ocupa, “Las bestias no se miran al espejo”, más conocida, en sus ediciones videográficas como “Memoria”.
Se trata de una de las películas más ignotas y extrañas del cine español, que fue rescatada a una calidad deplorable, eso si (pero menos es nada), por la gente del blog  ¡No hija no! que está haciendo una labor encomiable encontrando y compartiendo estas piezas únicas del cine español. “Memoria” estaba buscadísima, y hasta que ellos la pusieron en circulación, inencontrable.
La película es una clara pieza de corte experimental, que coquetea con la ciencia ficción y que, aparte de aplicar en  más que contadas ocasiones el “M-Tecnofantasy”, bebe mucho del “2001: Una odisea en el espacio” de Kubrick, y, sobretodo, el “THX 1138” de George Lucas. Y si esta película hubiera estado rodada por un gran estudio, a día de hoy tendría el prestigio de estas, pero, otra vez más, estamos en España, por lo que esta propuesta, interesantísima de todas, todas, se torna cutre por momentos. Ahora, mola que te cagas.
Con la excusa de usar una iluminación como nadie había osado a usar en el cine español en los años setenta, de filmar imágenes oníricas y, sobretodo, con el afán de juguetear con la técnica de animación de la que es papá el director,  la película se desarrolla en el futuro – es decir, el año 2000- y cuenta la historia de un  científico, que cree que puede hacer transfusiones de memoria en aquellos cerebros dañados por las distintas enfermedades cerebrales. Pero decide abortar con el asunto, cuando se da cuenta de que los científicos no son más que marionetas de los que mandan, meros robots, y no quiere contribuir con su descubrimiento a esta causa.
Una sucesión de escenas, montajes, animaciones y “M-Tecnofantasys”,  adornan el ligero hilo argumental que posee la película, y la convierten en un collage de imágenes sin sentido la mayoría de la veces, documentales otras tantas, y siempre fascinantes, a las que hay que añadir ese tufillo a huevos fritos con chorizo que poseen todas las películas españolas de aquella época (1974).
Por otro lado, la película es una adelantada a su tiempo, a nivel técnico y visual es realmente revolucionaria, y en definitiva, una película a  descubrir… aunque, como ya he dicho antes, no se despoje de su toquecito cutre.
Macián, murió poco después de rodar su película, así que no rodó nada más, y yo me pregunto: ¿Cómo sería el cine español a día de hoy si Francisco Macián hubiera tenido más repercusión? Y la respuesta, posiblemente, sea que nunca hubiera tenido repercusión.
Como el científico capaz de hacer trasfusiones de memoria, tenemos al todo terreno Fernando Sancho, que para más inri, está incluso convincente. Junto a él, William Layton y Pat Johnson.
Una autentica rareza, que dejará muy satisfecho a los más curiosos.

domingo, 9 de febrero de 2014

ABORTO CRIMINAL

Probablemente una de las “Inquinadas”, como al propio Iquino le gustaba que fuesen llamadas sus películas, más famosa, escandalosa, sensacionalista y sin vergüenza de cuantas barbaridades rodó este hombre a lo largo de su extensa carrera.
Una denuncia del aborto, muy de esa época, principios de los setenta, mostrándonos siempre ese acto como algo aberrante, peligroso, y dando una imagen de la abortera (en este sub-género de abortos, quienes lo practican, siempre son mujeres) como alguien desperado y cruel, ávido de dinero y de nula moral. Para nula moral la de Iquino y todos aquellos que cultivaron este género, que con la excusa del aborto – la película comienza con la inscripción “Una película de interés especial”-  nos muestra escenas escabrosas y sangrientas amparándose en la realidad social , con muy poquita conciencia por su parte, y posicionándose al lado de los “buenos” de aquellos años.
Quedando claro en la película que el aborto es un asesinato, esta nos cuenta con muy poquito talento, y un sobre exceso de ritmo, la historia de una serie de mujeres que por equis motivos se ven obligadas a abortar, y la policía, que buscando a un proxeneta llamado “El guapo”, da con una red que practica abortos ilegales. Cada mujer protagonista tiene su historia y los motivos que les llevan al aborto son de lo más variopintos, lo que pasa es que apenas nos enteramos bien de los asuntos, puesto que la película es confusa en cada secuencia, mal desarrollada en su conjunto y un perfecto ejemplo del “Exploitation” que en los setenta se practicaba en nuestro país, y de cómo realizar una película haciendo gala de la más criminal de las desidias. Ya saben. Tenemos a una serie de actores más o menos taquilleros, tenemos un tema morboso y de trasfondo social como es el aborto, un par de desnudos, violencia y sangre, así que la historia y la película son lo de menos.
Mala como pegar a un padre, y con montones de momentos de comedia involuntaria, es una película completamente absurda, con un comienzo en el que hay un asesinato automovilístico de por medio, con un grupo de jóvenes ataviados con bastón y bombín, en un claro plagio a los “Drugos” de “La Naranja Mecanica”, capitaneados por el rey de la sobreactuación, David Rocha (“Elasesino de muñecas”),  y que una vez vistos con ese look, las pocas veces que vuelven a aparecer en la película, ya lo hacen con un look totalmente distinto. Como es de prever, cada vez que Rocha hace acto de presencia, es motivo de algarabía. Un poema de hombre.
Por otro lado tenemos al proxeneta interpretado por el inevitable (y de agradecer) Simón Andreu, cuya puta se ha quedado embarazada, y que como se niega a abortar, este le da de hostias cada dos por tres o un inspector de policía misógino y mala leche interpretado por Máximo Valverde, que trata fatal a “las mujeres que van a habitaciones de hotel”, o sea, a las zorrupias.
Todo ello (entre otras cosas) servido en plan cóctel, en el sentido de que está montada en orden descolocado y a base de flashbacks, pero no nos enteramos de nada, porque la película entera está realizada y montada con una soberana desgana, que el espectador nota minuto a minuto.
No obstante, este sub-género de los abortos, es tan descabellado y curioso, que por el motivo que sea, estas películas acaban resultándole a uno, hasta simpáticas, pasando, siempre, por alto, lo repugnante de su mensaje.
Además de los citados, el reparto estelar lo completan Enma Cohen, Patricia Reed, Manolo Zarzo, Mir Ferry, José Lifante o Alfred Luchetti, entre otros muchos habituales de la serie Z y el Explotation” a la Barcelonesa.
Pues eso, una Iquinada de tantas.

sábado, 8 de febrero de 2014

DOLLMAN

Producto de la primera época de "Full Moon Entertainment", el -entonces- nuevo juguete de Charles Band, años antes de su inevitable y despiadada -actual- decadencia. Previamente a "Dollman" (1991), tenemos la primera "Puppet Master", "Subspecies" o "El pozo y el péndulo" y justo después encontramos "Netherworld", "Demonic Toys" o "Semilla negra". Ninguna destaca por sus valores cinematográficos, pero al menos tenían algo de entrañable y simpático, cosa que no podemos decir de las más recientes producciones de la casa. Eran los tiempos en los que a "Full Moon" la distribuía por video-clubs españoles nada menos que "Paramount", lo que no dejaba de resultar un poco chocante. Band se lo montó muy bien dando a todos sus productos un empaque parecido, con un diseño caratulil bien atractivo destinado a los fans del fantástico e incluso de los comics. Muchos fuimos los que picamos.
Situémonos. Resulta que hay un planeta llamado Arturo (????) que, una vez traspasas su atmósfera y te acostumbras al tono sepia que todo lo inunda, encuentras algo que no dista mucho de lo que tenemos en la tierra. Hay personas que hablan en inglés, existe la delincuencia, incluso la policía se llama policía y, por si eso fuera poco, tienen a su propio tipo duro, odiado por sus superiores pero infalible a la hora de imponer la ley, aunque sea a lo bruto. Un día se sube a una nave y sale tras el villano de turno, una cabeza con los dientes podridos pegada a un platillo. Traspasan un especie de agujero de gusano y llegan a nuestro hogar azul. Una vez aquí, resulta que miden solo 30 centímetros de altura (el de la cabeza voladora menos, se entiende), lo que no les frenará a la hora de seguir dando tiros o hacer el mal. Concretamente, el villano engatusa a un delincuente de baja estofa -y su gang- contra el que lucha la prota femenina, hispana y madre soltera para más señas. Esta contará con la ayuda del miniaturizado poli duro, "Brick Bardo", sobre todo cuando sea secuestrada por los chicos malos del barrio.
Resulta muy fácil comparar el personaje de Tim Thomerson, el mentado "Bardo", con "Harry el sucio", pero es que la propia película invita a ello, sobre todo al principio, con el super-poli llegando a la escena de un secuestro con la misma parsimonia, idéntico desdén y actitud pasotista del mítico -y maravilloso- personaje encarnado por Clint Eastwood, del que Thomerson toma prestados muchos tics, especialmente lo de hablar casi en susurros y la penetrante mirada lacónica. Cuando "
Brick Bardo" cambia de escenario y el actor decide darle vida de modo sutilmente distinto, el regusto "Harrycallahanesco" inicial se pierde.... para mi mayor tristeza. Y es que, encima, luce un mega-pistolón con la capacidad de hacer estallar los cuerpos contra los que dispara (por aquello de que, una vez en gigantelandia, siga siendo un arma útil) y que nos proporciona algunos de los -pocos- momentos jugosamente "gore" de la función. Pues bien, dicha arma se parece mogollón -si es que no es directamente la misma- a la "automag 44", la versión automática de la famosa "Magnum 44", la que lucía "Harry, el sucio" himself en la ettttupenda "Impacto Súbito".
Como le ocurría a muchos de los productos "Full Moon" del periodo, lo que aquí tenemos es una buena idea, un buen concepto, arruinado por la lógica falta de medios. Supongo que no deberíamos culpar a sus responsables, sino aplaudirles por intentar hacer algo así con tanta poca guita en plenos años 90... pero es que, joder, es taaaaaan coñazo. Es decir, resuelven la papeleta como lo haría un Jim Wynorski cualquiera, a base de diálogos y diálogos, y escenas de transición, sobre todo con el personaje de Thomerson, que cuando va de un extremo del decorado a otro, y supongo que con la excusa del tamaño, se toman su tiempo. Luego, los efectos especiales se resuelven por la vía cómoda, a base de plano y contraplano, rara vez se integra al enanito en una imagen dominada por gigantes, y cuando lo hacen pues tiran de croma chungo. También hay decorados que se tambalean y "madelmans" en plan "stand in". Ya saben cómo es esto, no bases tu puñetera película en un reclamo que luego no explotas, maldito. Claro que esa es la gracia de todo esto, por mucho que nos joda. Y nos jode.
Tal vez la mejor idea de la peli sea que al final el jefe de la banda callejera se rebota al cabezudo criminal espacial y se lo carga de un manotazo, para pasar a ser él el malo de la historia. Eso me gustó, no me lo esperaba. Algo es algo.
En el reparto, y dejando a un lado un actor tan "B" como Tim Thomerson, acostumbrado ya a papeles de esa índole (interpreta a "Jack Deth" en la saga -también "made in Band"- "Trancers", otra historia de poli duro desubicado tras un viaje inesperado a otro mundo/época/dimensión/wathever), tenemos un par de rostros bien reconocibles. El de Frank Collison es especialmente destacable por esa singular mueca de alucinado que ha paseado por "El terror no tiene forma", "Alien Nación", "Corazón Salvaje", "O Brother!", unas cuantas de M.Night Shyamalan y un buen puñado de títulos "mainstream". Aquí, como no podía ser de otro modo y embadurnado con un buen montón de látex, otorga vida a la cabeza volante. El otro aún resulta más llamativo, ya que se trata de un jovenzuelo Jackie Earle Haley, al que conocerás como "el nuevo Freddy Krueger" o el "Rorschach" de "Watchmen", pero que cuando comenzó anduvo por los pantanosos terrenos de la "serie B" (por llamarla de alguna manera) tal y como demuestran sus papeles en "Maniac Cop 3" y "Nemesis". Justamente, en esta última Haley repetía con el director de "Dollman", el entrañable Albert Pyun, de cuya extensa carrera en esto del cine de género de todos los colores y todas las categorías ya hemos hablado otras veces. Únicamente añadir que no era "Dollman" su primera colaboración con Charles Band, previamente se había encargado de dirigir una olvidable y aburrida infra-producción "Empire" titulada "Vicious Lips" (o, como se llamó en otros países, "Pleasure Planet" que mola mucho más). Hay que decir en su favor que intenta compensar todo lo "poco" a base de esa estética de contraluces y humaredas que era su especialidad en los ochenta, pero que pa 1991 ya andaba algo anticuada. Buen intento.
Por alguna extraña razón (la novedad, me supongo), "Dollman" funcionó en lo suyo, tanto como para generar una secuela en la que Band -siguiendo la estela de la "Marvel"- la mutaba con otra de sus películas de éxito, "Demonic Toys", "Juguetes Asesinos" en España. El resultado, "Dollman contra los juguetes asesinos", del año 93, pues... no sé, no la recuerdo muy bien, lo que en mi caso es mala señal. Que las primeras entregas de ambas series funcionaran tanto como para esputar esa secuela conjunta únicamente podía deberse a la -por entonces- ignorancia e inocencia del aficionado medio. Una vez aprendido el truco, no volvimos a picar.

viernes, 7 de febrero de 2014

BAD MILO!

Son estas comedietas estúpidas las que se están terminando de cargar el cine fantástico, y los fans que las ensalzan, los culpables de que, cada vez más, este tipo de filmes se extiendan como la peste, al menos a nivel festivalero. Y  ellos encantados, como no, porque la media del espectador  de cine de terror, responde al perfil de un retrasado mental. Se contenta con poco.  Aquél tipo de espectador que no ve películas de terror si no se va a partir el culo con ellas. El tipo de espectador que más odio. Y para esos está concebida esta peliculilla.
Pero a parte de esta observación,  “Bad Milo¡” si la apartamos de los parámetros del fantástico, si tan solo fuese una comedia, tampoco funcionaría. Y miren que a mí me gusta el humor barato y de “caca, culo, pedo pis”. Y es que, prejuicios a parte, “Bad Milo¡” es un coñazo.
Cuenta la historia de un individuo vulgar y corriente al que, aquejado desde hace tiempo de problemas estomacales, se le diagnostica un pólipo intestinal, pero resulta que no, que lo que tiene dentro es un monstruito que se alimenta de carne humana y que sale del culo de nuestro protagonista cuando este está estresado, por lo que cuando sale, se carga a dos o tres personas. El caso es que el tipo acaba cogiendo cariño a su monstruito e intenta domesticarlo sin éxito. Y el desenlace viene a contarnos, que es un monstruito de herencia ya que el padre del protagonista también tiene uno. ¡Que chorrada!
El principal problema de la película es el querer pasarse de simpática.  Y después, el poco carisma del bicho, lo trillado de todo el asunto –cosas así, hemos visto mil veces, y mil veces mejor- y lo tontainas que resulta la película a rasgos generales. Da la sensación de que, a destiempo, eso si, su director quiera ser  Frank Henenlotter, sin conseguirlo en absoluto. Le falta un toque de mala leche, de sordidez y de talento.
Amén de los chistes, que detectas que son chistes por los pelos, no resultando gracioso ninguno de ellos ni por asomo.
Y luego, ya lo repugnante, es el comprobar como se cree el director estar metiéndose a su público en el bolsillo, haciendo que su monstruito se coma la polla de un tío que se está masturbando de cara a una pared, y darle  un toque lacrimógeno al final de la cinta, con idénticas intenciones.
Y el festival del guiño con calzador… aquí lo tenemos a “Ghoulies”, a “E.T. El Extraterrestre”, a la serie “Dinosaurios”, a “Estoy Vivo”, a “¿Donde te escondes hermano?”… pero nada. Absolutamente espantosa.
Por otro lado la película adolece de lo mismo que la mayoría de las películas festivaleras de procedencia “Indie”; que son demasiado festivaleras, demasiado “indies” y esto quiere decir que son todas iguales y están cortadas por el mismo padrón, independientemente de lo repugnante que puesda ser una por encima de otra. Y  encima, contienen ingentes (e indecentes) cantidades de gore de aquel que no viene demasiado a cuento, solo con el fin de contentar a su público potencial, obeso, lleno de granos, virgen y cuasi retrasado. En ese sentido, la película ha triunfado. Pero a mí me parece una puta mierda, amigocomo soy de este tipo de propuestas no obstante, así que imagínense…
El director de esta simpática comedia de horror (o al menos eso cree él) es Jacob Vaughan, que se dedica a montar las películas de los demás siguiendo sus instrucciones y cuando tiene el día libre rueda sus tonterías. En este caso, este “Bad Milo!” sería su segundo largo.
Malísima.

jueves, 6 de febrero de 2014

LOS PECADOS DE MAMA

Una de las películas más extrañas de Javier Aguirre dentro de su vertiente comercial (que como director de cine experimental, ya sabemos que es rarito), y que buscando info de la misma en Internet, lo único que encuentro es una pequeña reseña de un pase de la misma en televisión en el año 1992, de un crítico del país, que por otro lado, no la firma y que reza de la siguiente manera. “Una comedia que da reparo ver a estas alturas de nuestro siglo. Un fiasco camp y de lo más vulgar”. Y se queda tan pancho.
Bueno, hay que ser un mastuerzo para no ver que esta película es producto de una época, y, sobretodo, que es una comedia, por lo tanto no es como para indignarse.
Pero el principal punto fuerte de esta película es, que comenzando como una alocada y zafia comedia de destape, según va avanzando se convierte en un drama de corte social, con el engaño y los cuernos de  por medio, y siempre con consecuencias catastróficas de cara a terceros. Digamos que comienza como una absoluta gilipollez  para volverse algo más trascendente en su desenlace.
Un padre de familia, con un puesto de trabajo privilegiado, es adicto a las revistas guarras. Un buen día, su mujer se las pilla y   después del rapapolvo, accede a hacer todas las guarrerías de las revistas, pero  le coge gusto a la jodienda y en consecuencia, su marido no podrá con tanta actividad sexual, por lo que no rinde en el trabajo ya que le deja echo polvo. Así que  acepta un traslado en el trabajo a Guinea, a pesar de su racismo exacerbado, con el fin de tomarse vacaciones de su mujer y el sexo que le proporciona.  Como esta está ya cachonda perdida, no dudará en tirarse al novio de la sirvienta, un boxeador que responde al nombre de “Rockillo”, lo que desencadenará una serie de dramas.
Lo dicho, una cosa de risa que se torna seria, que fue un fracaso de taquilla para lo que Aguirre estaba acostumbrado a facturar (88.000 espectadores, lo que para una peli española, hoy ya estaría bien), y que tuvo una segunda vida en el video-club, ya que conscientes de que el póster original de la película era poco atractivo, en una de las ediciones de vídeo, diseñaron un cartel más acorde con los gustos de la época, en la que se la vende como comedia pura y en la que el protagonismo se le cede a la criada y al novio boxeador,  vendiéndonos la película como una posible parodia del mundo de boxeo y de “Rocky” en particular. Nada más lejos de la realidad.
En el reparto, grandes de la época como Ricardo Merino,  María Kosty, Luis Lorenzo y Fernanda Hurtado, cosa que es una rara avis, puesto que cuando las Hermanas Hurtado cine hacían cine, o lo hacían juntas, o lo hacía Paloma Hurtado, nunca una de las gemelas como es el caso.
Bueno, no es para tirar cohetes, se puede ver y listo. Más que nada a destacar por película atípica dentro de la españolada, pero nada más.

lunes, 3 de febrero de 2014

SHARK, EL DEMONIO DEL MAR

La entrañable “Nu Image” – y más desde que “The Asylum  domina el mercado de este tipo de roñas- a principios de 2000 se especializó en películas “de bichos”, siendo siempre los tiburones los amos del cotarro. Así que, escualos venidos del espacio (“Space Sharks”) a parte, la saga que en aquellos años lo petó a nivel videoclubero, fue esta de “Shark Attack”. Esta saga  inexplicablemente, en los USA tiene su éxito y su fandom, motivo por el cual algunas de ellas llegaron a los estantes, ya en DVD, de los últimos video-clubs de nuestras tierras, a saber: “Shark Attack” sería la primera, la segunda sería esta, títulada aquí “Shark, el demonio del mar”, La tercera, de chanante título americano “Shark Attack III: Megalodon” pasaría a llamarse aquí “Terror en el abismo”. A partir de aquí, si a pesar de contener en el título las palabras "Shark Attack" pertenecen o no a una saga oficial, es algo que ya me lia y desconozco. No obstante, la seguiría “Dangerous Waters: Shark Attack” aquí titulada “El ataque de los tiburones”, y a partir de la quinta entrega, tenemos ya locuras como “Malibu Shark Attack”, aquí, “Tiburones en Malibú” y, por fin, y, quizás,consecuencia del exitoso programa de televisión “Jersey Shore”, los productores deciden llevarse a esa zona a los tiburones en “Jersey Shore Shark Attack”… Como ven una saga que no tiene atisbos de llegar a su fin de momento. Como curiosdad decir que la película mainstream "El Arrecife", se la conoció como "Shark Attack: The Reef" y esto me ha hecho arreglar esta reseña, pues estoy tan idiota, que pensé que se trataba de una secuela más de la saga.  El año pasado se estrenó “El ataque del tiburón de dos cabezas” (“ 2-Headed Shark Attack”), que a pesar del título, nada tiene que ver con estas primas hermanas, a pesar del título. Yo, cual pardillo ingenuo, creía que si pertenecía.
Lo que tienen en común todas ellas, es el barato presupuesto y el que son, absolutamente todas, un absoluto coñazo, más malas imposible. Pero creo que la segunda se lleva la palma. Y es que no tenían presupuesto para irse a rodar a alta mar, así que se traen al tiburón agresivo que da título a la película,  a un puerto pesquero en ciudad del Cabo.
Resulta que una manada de tiburonas preñadas tratadas genéticamente, da a luz una serie de tiburones que al crecer, se vuelven tremendamente violentos y se comen al personal. En una de estas que la hermana de una de las víctimas de uno de estos escualos, se persona en la piscina dónde está recluido uno de ellos, que a su vez está siendo estudiado, con la intención  de matarlo, con tan mala suerte  que el encargado de tenerlo allí, no le deja a ella acabar con ese demonio (del mar).
La mala suerte se sigue cebando con nuestros protagonistas, cuando en una exhibición, en un acuario, el tiburón se escapa de la piscina, se vuelve al puerto, y se comerá solo a aquellos que pretenden darle caza.
“Shark, el demonio del mar”, es tremendamente graciosa, pues aquí los Israelíes responsables de “Nu Image”, lejos de gastarse un dólar, deciden solventar las necesarias intervenciones de los tiburones de las siguientes maneras: Imágenes de archivo de documentales, un tiburón de plástico que no da el pego ni para detrás, utilizado en planos concretos C.G.I. de tercera, borroso y en escenas nocturnas para que se note menos lo mal hecho que está, y montar las escenas de acción con planos tan cortos, que nunca consigamos ver nada, eso si, derramando grandes cantidades se sangre en el agua para que intuyamos la masacre. Todo ello muy gracioso.
Si todo este rollo “tiburonil” de cuarta categoría no fuera suficiente, hay que añadir que las mayores cotas de diversión nos las ofrece con su “interpretación” el protagonista, Thorsten Kaye que ahí donde le ven, tan guapete, es incapaz de actuar sin borrar de su rostro ese rictus de estar sonriendo como un “Dirty Fresh” cualquiera (chiste privado), incluso en los momentos más dramáticos y/o de tensión. Así que imagínense un héroe, un caza tiburones en toda regla, con cara de chiste a cada segundo.
Pero no se engañen, aunque todos estos elementos  sean a priori atractivos, la película es mala a más no poder, y lo que realmente abunda son los momentos de diálogos eternos en los que los actores parecen retrasados mentales, y el aburrimiento eterno. Con todo, resulta un título muy curioso de una saga muy, muy curiosa, y de inexplicable (y relativo) éxito.
Dirige David Worth, directorcito de mierdas alimenticias, que cuando no está dirigiendo está cogiendo la cámara en producciones más gordas, y que dentro de esta saga dirigió la siguiente, “Terror en el abismo” y productos sin relevancia alguna ni en este, ni en ningún otro campo.

sábado, 1 de febrero de 2014

EL DÍA DESPUÉS DEL JUICIO FINAL

No es la primera vez que "El día después del juicio final" aparece por este blog. Ya lo hizo cuando nos dedicamos a analizar su particular caratula videoclubera hispánica. Entonces me extendí revelando algunos de los aspectos más curiosos de la película, aunque en aquel momento aún no la había consumido. Ahora sí (gracias de nuevo al gran Enorm). Así que perdónenme si ignoro un poco aquel "desvirgue" y me repito en la reseña que sigue, pero es que "El día después del juicio final" no solo es un producto cargadito de peculiaridades, encima resulta que no está ni tan mal.
Unos astronautas llegan a la tierra después de que haya sido sacudida por una guerra atómica que lo ha dejado todo patas parriba. Las calles andan infestadas de bandas y/o mutantes caníbales. Unos y otros se ceban con los escasos supervivientes. El astronauta más chanin de todos decide recorrer mundo y, de este modo, conoce a una moza recién huída de las zarpas del malvado y cruel cabecilla de uno de esos gangs tremebundos. Dispuesto a hacer justicia, planea un asalto a sus aposentos.
A "El día después del juicio final" se la conoce en su país de origen como "The aftermath". El título español es un obvio exploit del "melodrama nuclear"
"El día después", que por entonces había pegado fuerte. Originalmente fue rodada el año 1978 (siete antes de "Defcon-4", film con el que comparte casi idéntica premisa), pero por problemas en la fase de post-producción no se estrenó hasta 1983, lo que debía de resultar muy marciano ya que toda ella apesta a setentismo.
"El día después del juicio final" es una auténtica "labor de amor". En serio. A diferencia de muchos títulos del estilo en aquel periodo, se nota confeccionada por peña que disfruta con el género, en este caso la ciencia ficción, peña como Forrest J. Ackerman, el famoso uber-coleccionista de cine fantástico y creador de la legendaria "Famous Monsters of Filmland", que se marca un notable papel secundario como dueño de un abandonado museo repleto de fósiles de dinosaurio, criaturas estas por las que sienten y sentían especial predilección todos esos peronajes crecidos cuando Ray Harryhausen dominaba las pantallas. Jim Danforth responde a ese patrón. Iniciado en el campo de las stop-motion, terminaría convertido en el responsable de efectos varios en algunos títulos bien gordos. Además de encargarse de un puñado de trucajes en "The aftermath", se marca un cameo como tercer astronauta. El tema de los dinosaurios se extiende incluso al adorno de un collar que lleva el prota y que regalará a un crío que se encuentra entre las ruinas.
Toda esa dedicación salpica también a los efectos especiales, sobre todo los de tipo galáctico y apocalíptico. Inevitablemente limitados por cuestiones presupuestiles, chorrean mucho encanto, sobre todo los maquetones, que son numerosos. Aún así, no resultan excesivamente caseros, manteniéndose a un nivel bien aceptable de verosimilitud. Y en este segmento incluyo también los de maquillaje, en especial esos mutantes caníbales tan graciosos y toscos y la inesperada y sorprendente ración de truculencia. Sí, queridos, "El día después del juicio final" es bastante generosa en cuanto a hemoglobina se refiere. No faltan las cabezas estallando, las extremidades amputadas y los chorreantes impactos de bala. Caramba, ¡si incluso matan niños!. ¿Qué más necesitan sus perturbadas mentes?.
¡Ojo!, no quiero decir con toda esta entusiasta perorata que sea fabulosa y perfecta. Ni de coña. A su modo se acerca mucho a la categoría de "mala pero divertida", solo que se queda más en el segundo término que el primero, aunque sea únicamente por el entusiasmo que desprenden sus fotogramas. Va tan follada narrativamente hablando, es tal su ritmo y velocidad, que en ocasiones parecen olvidarse de rellenar algunos huecos en el guión, o detallar más las acciones de sus personajes, incrustando en medio de la acción momentos más reposados que no aportan demasiado, ni entiendes por qué están ahí y por qué en ese justo instante. Tampoco van mancas las notorias escenas dramáticas y románticas, de tan pastelosas y sentimentaloides que uno no puede evitar echar una nada maliciosa risilla. Sobresale en este aspecto un diálogo entre los dos astronautas pretendidamente profundo y existencial, que es para mear y no echar gota. Si no me creen, ahí va un extracto: "Esto no es ningún secreto para mi. Hace tiempo que odias el mundo y yo se por qué. El mundo nos ha privado de sus encantos, tu y yo hemos visto cómo cambiaba todo lo hermoso de la vida. El plástico, ¡tu odiabas el plástico!. Y yo también. Eso es todo". Decir fascinante es quedarse muy corto.
Todo ello empaquetado con una pizpireta y rimbombante música muy de los años 50 que parece totalmente material de archivo (pero que funciona) y puntuado por un clímax inaudito con un giro francamente radical y nada previsible. Que sí, coña, que a mi me gustó. Me puse a ver "El día después del jucio final" dispuesto a aburrirme mortalmente con el típico subproducto setentero, desangelado e insulso, y lo que me encontré logró algo casi imposible para mi en estos tiempos descreídos que corren: Me entretuvo.
Todo ello es mérito de su director y absoluto protagonista, Steve Barkett, quien guarda(ba) un parecido más que notorio con Sam Rockwell. Es evidente que el colega comparte ambas tareas porque no se corta un pelo en presentarse a si mismo como el héroe resolutivo y valiente de la función (casi mejor digamos superhéroe, en algunos carteles aparece megamusculado, cosa esta nada representativa de lo que vemos en la peli), sobre todo al final, cuando armado con una escopeta y dos granadas arrasa con los malos, sin dejar uno de pie ni recibir un solo balazo a cambio. Realmente explosivo y espectacular. Steve Barkett terminaría actuando en películas del inevitable Fred Olen Ray (el Kevin Bacon de la serie Z) y volvería a dirigir unos años después una ignota película con ninjas, monstruos y satanistas (¡y Richard Harrison!) que daría gusto ver, "Empire of the dark".
Otra de las virtudes de nuestro astronauta protagonista es su imbatible "sex appeal". De hecho, no tarda nada en enamorar a la chica de la peli y tirársela, mostrándonos así sus notables encantos y añadiendo un ingrediente más a la ensalada (tetas, que vuelven a repetirse en una posterior y no tan placentera escena de casi-violación). Dichos senos no pertenecen a una cualquiera, son las mismas ubres que en más de una ocasión magreó y chupó el legendario y fallecido humorista Andy Kaufman. En serio, la portadora fue su pareja en los 70, Lynn Marguiles. Es decir, el papel que interpretaba Courtney Love en "Man on the moon". ¿Y qué hace la ex de "Tony Clifton" en una peli de ciencia ficción de tercera regional?, pues tal vez tenga algo que ver el hecho de que, a su vez, es hermana de Johnny Legend, auténtico personaje "cult", devoto del cine fantástico, amigo de Kaufman (y probablemente de Forrest Ackerman), a quien dirigió en un extraño producto parido en vídeo titulado "My Breakfast with Blassie", actor (lo has visto en "La novia de Re-Animator" y "2001 Maniacos") y músico de rock and roll, suya era la canción que aparecía al final de "Biohazard/Alien 3" dirigida por ¡¡San Fred Olen Ray!!, reseña esta en la que ya hablé de las bondades de Legend por si quieren ampliar información. El mundo de las pelis de género "low budget" es un pañuelo.
Pero es que no acaba aquí la cosa. Resulta que al jefe de los malos lo interpreta Sid Haig, quien volvería a encarnar un personaje muy parecido en otra epopeya post-nuclear de  tirón cutre, "Warlords". ¿Y saben quién dirigía en aquella ocasión?, ¡sí, el RAY de Roma in person!.
Y como guinda del pastel, tenemos al mismísimo Dick Miller, musa de Roger Corman y Joe Dante (y que, no les quepa duda, también actuó para el omnipresente), poniendo voz a una grabación que escucha el protagonista. Jolín, si es que no se puede pedir más.
Con estos ingredientes, ¿cómo iba yo a dedicarle una reseña mala a "El día después del juicio final"?. Absolutamente imposible.