lunes, 17 de noviembre de 2014

DICE RULES

En su momento de mayor esplendor, en 1991, Andrew Dice Clay se pegó la machada de llenar el Madison Square Garden de Nueva York (esto es decir, miles y miles de personas) y meter en su interior un equipo cinematográfico para que filmara su espectáculo, el “Dice Rules”. De ahí salió esta película, así como un doble álbum que recogía los mejores monólogos de cómico americano.
Claro que su espectáculo apenas duraba cincuenta minutos, con lo que no llegaba a la duración estándar para estrenar en cines, con lo que la completó con una serie de sketchs interpretados por si mismo, en los que nos cuenta como fue su vida hasta convertirse en “The Dice”. Para ello, asume el rol de un retrasado mental – en realidad imita a Jerry Lewis- al que le van sucediendo una serie de cosas en su día a día,  hasta que por fin se pone la chupa de cuero de “The Dice” y con ella puesta, comienza el show. También aparecerá él, entre sketch y sketch comentando lo que acabamos de ver, usando la gorra más grande que he visto en mi vida.
Por otro lado tenemos, durante los títulos de crédito iniciales, un numerito musical  interpretado por él mismo, que vemos claramente, por el local donde está filmado y por el vestuario del cómico, que es un extracto descartado de “Las aventuras de Ford Fairlane”, que le vino de perilla para rellenarle minutos a esta.
Así, tenemos una película atípica, rara y extraña, en la que lo que cuenta es el show del cómico que no empieza hasta pasada media hora. Hasta ese momento, vemos las gilipolleces que acabo de comentar.
La película fue un fracaso absoluto y, dicen, que el principio del meteórico declive de Andrew Dice Clay, que, prácticamente, dura hasta nuestros días en los que la rumorología dice que tiene que trabajar en un gimnasio para poder subsistir. O al menos, hasta que lo rescató Woody Allen para darle un papel en “Blue Jasmine”.
La película, además, está considerada una de las peores de la historia, y se llevó nosecuantos  premios Razzies. Pero es que allá dónde estuviera Clay, estaba esta asociación acechando, gustosa de darle sus anti-premios. Ya lo hicieron con “Las aventuras de Ford Fairlane”.
En cuanto al show de Clay, no gustó a la sociedad bienpensante, que le criticó el hecho de que sus chistes y gags fueran de corte machista, homófono, racista y, en definitiva, todas esas cosas graciosas –huelga decir, que comparto y uso el humor de Clay- que tanto molestan a los americanos, según quien las use.
La crítica, calificó a Dice de misógino y de usar un humor de “Matón de patio de recreo”, y afirmó no hacerle puta gracia como en la película “The Dice”, se ríe de un traqueotomizado, de los paralíticos y de las mujeres.
Por otro lado, Roger Ebert, su eterno enemigo,  lo llama acomplejado y “assholer”.
Rotundo, Ebert,  termina diciendo que, a juzgar por el tipo de público de Andrew Dice Clay, al cual podemos ver en la película, eso parece, más que un show cómico, un mitin fascista, con todos esos garrulos levantando el puño y coreando como brutos el nombre del cómico.
Y es que efectivamente, el público de Clay, al menos en ese show, está compuesto de blancos de la “White Trash”, que ríen sin parar todas las gracietas de Clay, y dónde predominan individuos desdentados luciendo bonitos “Mullets”. Ni un solo negro en el público. Acojonante. Aunque por otro lado, es sabido que Clay, en su vida personal, se mueve con famosos raperos (obviamente, negros) con los que, incluso, colabora en sus canciones.
Pero, que quieren que les diga, a mí Andrew Dice Clay me cae bien, me gusta mucho el humor que hace, me gustan sus películas, y esta, aunque entiendo perfectamente que esté considerada una de las peores de la historia (los treinta minutos previos al show de Clay, son una absoluta vergüenza… graciosa, si, pero de pena) es una película, que a pesar de que, dentro de su show, se me escapan montones de expresiones, jerga y juegos de palabras debido a que la visioné con la única ayuda de unos defectuosos subtítulos en Inglés, me gusta mucho y lo que pude entender me hizo mucha gracia, al igual que reconozco que la imitaciones que Clay hace de Stallone, De Niro, Pacino, Eric Roberts y John Travolta, son unas imitaciones horrorosas ejecutadas, no obstante, dentro de un magnifico gag en el que estos imitados, deciden ir juntos al zoo, donde no ven una puta cebra (¿).
Especialmente celebrado el momento en el que recita, a la vez que su entregado público le ovaciona, el famoso “Moother Goose”; una serie de rimas ofensivas inspiradas en canciones populares, que le valieron el veto de por vida en la Mtv.
“La madre que os parió, hijos de puta”.
En fin, tengo debilidad por este cómico, que les voy a contar. Buenísimo.