lunes, 7 de marzo de 2016

PASIÓN DE HOMBRE

Tras la fiebre –o moda- del cine quinqui, y aunque en los noventa retomaría su obsesión por “El Vaquilla” con la infame “Tres días delibertad”,  José Antonio de la Loma retoma sus faenas de cineasta, a veces, afín a los géneros, pero perdiendo todo el “punch” que con las pelis de macarras pudiera tener. Ya venía tiempo atrás, desde “Escuadrón”, haciendo estas peliculitas de presupuestos casi ínfimos pero con repartos internacionales para ver si podían colar en el extranjero, y si bien el,  por aquél entonces emergente “Nuevo cine español” no comulgaba con las pelis de tiros que de la Loma venía cultivando, en esta ocasión, en 1988, decide marcarse un dramón de tres pares de cojones que, una vez visto, bien podría entrar en la categoría de “Malas pero divertidas”, porque vaya puñetera chorrada.
En ella, una actriz debe ir a Londres a cumplir con un contrato, así que decide llevar a su hijo a vivir con su abuelo, un pintor bohemio con el que al principio choca un tanto, pero que luego poco a poco le introducirá en esa bohemia. Y cuando más se quieren nieto y abuelo, llega la actriz para llevarse al primero.
La película, distribuida en su momento por el magnate Manuel Salvador, estrenada en los USA con el título de “A Man of Passion” y firmada allí por de la Loma como J. Anthony Loma,  se lanzó a las salas con una campaña promocional que incluía el lanzamiento simultaneo en librerías de la novela “Pasión de hombre: Mi abuelo y yo” escrita por el propio de la Loma y que editaría Planeta; pues aún así, la fueron a ver a las salas tan solo 53.000 espectadores del año 89. Y eso que en el reparto tenía a Anthony Quinn como absoluto protagonista –y que en los ochenta trabajaba en españa con bastante frecuencia, ya que eran momentos de, más o menos, decadencia- secundado por la ex-chica Bond, Maud Adams, Elisabeth Ashley y Ray Walston, amén de tener al hermanísimo de Charlie y Emilio e hijo de Martin, Ramón Sheen (que menudo carretón se gastaba habiendo rodado a las órdenes de de la Loma o de Jess Franco en “La Bahia Esmeralda”-. Pero es que era una película muy cutre y chabacana, no solo la historia no interesa un carajo, sino que tendemos a confundirnos en todo momento, porque, tal y como es mostrada la relación entre Anthony Quinn y su hija, parece que vamos a adentrarnos en una espiral de incesto con abrazos demasiado afectivos y besos en la boca, para luego no tener la historia nada que ver con eso, tan solo que está todo tan mal mostrado, que parece que vaya a haber incesto; nada más lejos de la realidad.
Por otro lado, el niño protagonista, R.J. Williams, es de un  repelente que tira de espaldas, por lo que cada vez que aparece en plano, el espectador reza para que ese niño se vaya con su madre.
Muy mala, pero es una cosa curiosa que solo por eso hay que ver. Aunque la puta peli no arranque nunca y lo que pase en ella es como si no pasara.