lunes, 14 de marzo de 2016

RÍETE COMO PUEDAS

La comedia Alemana de los años ochenta, tan desconocida para nosotros (pero que tanto nos gusta; sirva de ejemplo “Balneario 6”), y cuya idiosincrasia permitía, por un lado, que los más variopintos interpretes se hicieran populares en ese país, más, que en cualquier otro –lo que les otorgaba también cierta elegancia para con el resto de Europa- ha dado joyas cinematográficas que gracias al mercado del vídeo de esa misma época, han llegado a nuestras fronteras, máxime, cuando gracias a Internet, esas joyas van apareciendo de manera clandestina.
Así, gracias a la saga de “Loca Academia de Policía”, Michael Winslow se hizo terriblemente popular en ese país, y mientras que en los USA Winslow se tenía que conformar con interpretar a Jones en cada una de las distintas entregas de la saga, en Alemania tenía la oportunidad de protagonizar películas en las que él era la absoluta estrella. Así mismo, Bud Spencer, Italiano de nacimiento, triunfó de lo lindo en el país de los Bratwurst, así que llegaron los dos actores extranjeros a protagonizar una serie de telefilmes para las audiencias bávaras; “Extralarge” se titulaba aquella serie.
No obstante, protagonizadas por Winslow, sonadas son las dos películas de “Locos novios para Rosi” que llegaron a los videoclubes de la mano de extrañas distribuidoras que, especializadas en exóticas propuestas, también lanzaron alguna que otra cinta Asiática de Chuck Jeffreys -ya saben, el artista marcial que se parecía un poco a Eddie Murphy- y por lo tanto, intentaron colarnos en alquiler algunas de sus películas como si fueran una más del comediante Afro-Americano.
Esta misma distribuidora editó la que sería la menos famosa (menos todavía) de las películas que interpretó Michael Winslow en Alemania, y que, fiel a esa idiosincrasia de la que antes hablaba, completan el reparto con las presencias de Tatjana Simic, Holandesa, popular en Alemania gracias a “Unafamilia Tronada”, Zachi Noy, Israelí, popular en Alemania gracias a la saga de “Polo de limón” y dando el toque internacional, pero autoctono, David Hasselhoff, volvería a la madre patria para aparecer en esta película: “Starke Zeiten” que llegó a nuestro país con el horroroso título de “Ríete como puedas” y que recuerda por momentos a una película de Summers, mezclado con capítulos de “Arévalo & Cia”.
Se trata de una película de capítulos independientes y autoconclusivos, cada uno de ellos dirigido por un director distinto y con una de estas estrellas internacionales protagonizando cada uno de ellos. Y aún siendo Hasselhoff la presencia más destacada de aquella película de 1987, la que se nos vende como estrella, es Michael Winslow que protagoniza el último capítulo por aquello de que “lo bueno se hace esperar”.
Entonces, cuando me hice con una copia, decidí verla por mera curiosidad, pero concienciado de que esto podía ser un ladrillo del quince. Sin embargo, una vez comenzada la película, lo cierto es que se trata de una película, tontorrona, blanca, inocua, boba e inofensiva, y de un sorprendente bajo presupuesto que sin embargo, por su estructura –capítulos de entre 10 y 12 minutos, salvo el de Winslow que dura casi 20- resulta una cosa la mar de entretenida. Rodados los capítulos entre Munich y ¡Las Islas Canarias!  destacan los capítulos para lucimiento de estas estrellas internacionales, por lo que en la de Tatjana Simic, esta deberá irse de viaje a Canarias con un tirolés que ha conocido en uno de esos programas para conseguir pareja y que, a priori, no le hace mucho tilín. En la de Zachi Noy, este se quedará desnudo fuera de su casa al dejarse por error la llave dentro, lo que originará toda una trama de vodevil con Noy debajo de la cama de una señora que hace el amor con sus diferentes novios, mientras que la protagonizada por David Hasselhoff nos cuenta como este aficionado a la química, inventa una pastillita que convierte el agua en gasolina con la consiguiente catástrofe monetaria que supone eso para los países árabes, que querrán hacerse con la pildorita a toda costa.
La guinda final la pone Don Michael Winslow en una rara historia en la que será adoptado por una rubia Alemana por error, creyendo esta que adoptaba un niño, y no un negro con pelos en los huevos. En cualquier caso, una excusa como otra cualquiera para que Winslow haga su recital de ruiditos habitual, por los que es famoso en el mundo y más en Alemania.
Hay dos historias más, incluso superiores a estas que les cuento, pero, al tener actores autóctonos desconocidos para mí, las dejo en un segundo plano, animándoles a que consigan la película y la vean, porque, para ser lo que es, la verdad es que se pasa un buen ratillo, y se disfruta más allá del exotismo que nos ofrece la propuesta.
De los directores, a los que su puta madre conocerá, ya hablamos otro día.