“Puertorican Halloween” es el capricho megalómano de un niño
prodigio, el reggetonero Xavi “The
Destroyer”, quien sacó su primer disco a los 9 años, siendo la sensación del
estilo musical en el país. Y ahora a sus
17 años, con algo de capital en su
bolsillo porque es mega famoso, y tras su experiencia como actor en alguna que otra
película, no se le ocurre otra cosa que
producir una, ahí con dos cojones y un palito. Pero, con fama de inteligente en
Puerto Rico, no se produce una película para su propio lucimiento. Aparece en
la misma pero en un rol secundario, pero lo que produce es una comedia con
toques fantásticos para lucimiento de uno de los cómicos más populares de
Puerto Rico, Miguel “Cheche” Mercado, una especie de Kenan Thompson a la
Portorriqueña, sobre el que recaerá el peso de la película. No es tonto el
niño, produce una película que le proporcionará dinero en lugar de una película
para alimentar su ego.
Entonces “Puertorican Halloween” cuenta la historia de
cuatro hermanos, tres de ellos obesos, que como son unos perdedores no saben
que hacer la noche de Halloween. Uno de ellos, entra en el autoservicio a
comprar lotería, y comprueba que su boleto ha sido ganador. Lo grita a los
cuatro vientos, así que una jamona que está allí, al escucharlo, sale fuera del
lugar para abordar al nuevo millonario en cuanto salga del establecimiento y
así, seducirlo. Lo que ella no sabe es que lo que le ha tocado al muchacho son
5 pesos. Vamos, lo que jugaba, para que me entiendan. Consigue enamorar a
nuestro protagonista, y con el afán de sacarle las perras, la zorrilla le
invita a una fiesta de Halloween en una
discoteca con sus amigas, por lo que nuestro prota llevará a sus hermanos y a
otros dos losers. Durante el trasiego
desde la invitación hasta la fiesta en
la discoteca, a nuestros hombres les pasará de todo relacionado con ovnis,
fantasmas y Chupacabras en una noche de Halloween por las isla de Puerto Rico.
No se puede tachar a ninguna película de estas
cinematografías exóticas de malas, máxime cuando ruedan de manera tan precaria;
esto es, cámara de vídeo y escenarios naturales. Y nada más. La película
resulta ser un ir y venir de los personajes, gritando y hablando mucho y no
pasando realmente nada interesante en la película durante la hora y media que
dura… pero el público latino se lo pasa teta con estas cosas. Y yo también,
vaya.
El caso es, que por mucho dinero que se haya metido a la
producción –que no será tanto al fin y al cabo- por muchos espectadores que
hayan ido a verla a los cines, el resultado es de absoluta película amateur,
con sus desenfoques, su sonido pésimo en el que con cada corte cambia el ruido
de fondo (la calle en Puerto Rico es muy ruidosa), oyéndose en un plano
grillos, y al siguiente corte motores de coches, para luego volver a los
grillos. Un montaje básico en el que no hay raccord porque casi todo se
resuelve en planos fijos, y en definitiva, una película que en un momento dado,
ustedes o yo, podíamos hacer en una tarde tonta. Lo bueno es que ellos las
hacen para estrenarlas en cines.