viernes, 12 de mayo de 2017

LOS PORNOAFICIONADOS (LA PERSEGUIDA HASTA EL CATRE)

Genuina clasificada “S” que tiene como  principal virtud el estar algo más entretenida que las otras. No mucho más, pero vaya, me la comí del tirón, sobretodo, porque como el protagonista, Emilio Linder, aparece poniéndose las botas en esta película, uno está atento para ver si en algún momento captamos alguna penetración real. Y diría que es posible que en algún momento si que penetre a alguna de las mozas. Como fuere, se lo está pasando muy bien. Luego, en entrevistas diría que no había sexo en estas películas, pero si después de los rodajes. No obstante, también dijo que no había hecho porno nunca. En cualquier caso, para desmentir su declaración, tan solo habría que echarle un ojo a “Una rajita para dos”.
“Los Pornoaficionados (La perseguida hasta el catre)” no deja de ser una película idealista. Cuenta la historia de dos jóvenes cineastas que tratan de hacerse un hueco en el cine rodando porno, por lo que seducen a dos jovencitas de las que se acaban enamorando y con las que filman mil y una secuencias pornográficas en Súper 8. Al final uno decide irse a Madrid a probar fortuna en el mundo del cine convencional, mientras que el otro decide quedarse en Valencia, lugar donde se desarrolla la acción, a seguir con el porno, que procura un dinero fácil. Parece una declaración de principios por parte del director.
Con esta premisa se suceden las secuencias de folleteo soft, en un agonizante tour de force por llegar a los 90 minutos de metraje, por lo que rellenan el mismo, también, con metraje que nada aporta a la trama, como pueda ser la actuación completa del famoso cantante Valenciano José Marqués, o unos bailes modernos en la discoteca.
El tono de comedia se hace patente desde el subtítulo que acompaña al título principal, “La Perseguida hasta el catre”, en referencia a una broma que los protagonistas hacen en medio de una de sus orgías fílmicas.
Poco  más que decir, una película “S” concebida para saciar las lívidos de los españolitos de la transición a poco análisis se puede someter. Pero dentro de la bazofia que, en sí, nos ofrece el género, esta está simpática, y es de lo mejorcito.
Por otro lado, su director es de lo más interesante; Tras la cámara, y firmando con el pseudónimo de Félix Varón, tenemos a Ismael González. Un loco del cine de arte y ensayo, amigo personal de Françoise Truffaut que durante los años 60 se encargó de la distribución en España de películas de autor para salas especializadas.
En su filmografía como director tenemos un montón de cortometrajes de arte y ensayo hasta que en los ochenta, y con la proliferación de las películas-vehículo para grupos infantiles, rodó “La canción de los niños” con Rodrigo Valdecantos (el “flaco” de las películas de Parchís), para poco después, y de manera alimenticia pasarse a la producción y dirección de películas “S” y, también, porno.
De hecho, gran amigo de Jess Franco, conocida es la anécdota que cuenta, que estando los dos compartiendo estudio dónde montaban sus respectivas películas, se apostaron, con la nueva ley que legalizaría el cine X, a ver cual de los dos rodaba más filmes porno en una semana. Jess Franco rodó tres. La apuesta la ganó Ismael González que rodó cuatro.
Por lo demás, citar algunos títulos de la filmografía de González, que son música para mis oídos… por lo demás, habría que verlos: “El Orgasmo y el Extasis”, “Yo amo a Hitler” o “Escuela de grandes putas”, formarían parte de la peculiar filmografía de este amante del cine de Truffaut.
Junto a Emilio Linder, tenemos al actor catalán Joan Monleon, el único que no se presta al folleteo en la película y a un par de actrices “S” cuyos encantos relativos he visto pasear en otras películas de la misma índole, pero cuyos nombres soy incapaz de recordar.
Tiene su gracia el asunto.