jueves, 22 de febrero de 2018

100 TEARS

A Marcus Koch se le conoce sobre todo por su faceta como técnico de efectos especiales en películas de corte independiente y/o zetosCo del calibre de "Nikos the Impaler", según Andreas "Ugh!" Schnaas, "The Uh-Oh Show", la última de Herschell Gordon Lewis, el brutal neo-slasher "Sweatshop", la antología amateur "Hi-8", la extrema -en su aburrimiento- "American Guinea Pig: Bouquet of Guts and Gore" o la estupenda "Todavía estamos aquí" (cuyo responsable, Ted Geoghegan, ejerce en la peli reseñada de productor ejecutivo y actor). No obstante, Koch también gasta una carrera paralela como director, una que debutó el año 1999 con un primer largo en solitario, "Rot", epopeya gore-punk grabada en vídeo VHS de la época. Aunque su obra más conocida es esta de la que vengo a hablarles hoy, "100 Tears", fechada en 2007.
No es que haya mucha historia que contar. Payaso homicida se escapa de manicomio y la lía a cuchilladas con todo aquel que se cruce por su senda. Una pareja de investigadores paranormales le siguen los pasos. Y por aquello de hacer la trama un pelín menos lineal, de por medio una chavala loca que podría ser descendiente directa del tipo de la nariz roja. Al final se encuentran en piña y la lían parda.
Aunque todo eso es lo de menos, porque lo que vende realmente "100 Tears" es el tremendo derroche de hemoglobina, marca de la casa. Resulta que el payaso va armado con un cuchillo absurdamente gigantesco, y los resultados de sus embestidas son gráficos, brutales y con muchísimo líquido rojo. Resuelto además mediante dignos trucajes artesanales. La primera escabechina impresiona, pero a partir de ahí Koch demuestra escasa imaginación para inventar modos distintos y originales de trocear un cuerpo humano. Especialmente cuando hacia el final un grupo de  teenagers fiesteros entran en escena únicamente para ser masacrados sistemáticamente.
La peli, inevitablemente, gasta un alegre tufo amateur. Se grabó en un vídeo disimulado a base de filtros chungos, la cámara rara vez reposa sobre el trípode y el audio es, a ratos, especialmente cutre. A mi todo eso me mola y opino que le confiere un rollo muy atractivo. Lo malo es que, dado lo que cuenta, cómo lo cuenta y su naturaleza, es demasiado larga. De un producto como "100 Tears" pides ultra-gore y te importan un pimiento los personajes y posibles subtramas, exiges ir al grano y sin justificaciones, que a fin de cuentas es lo que, a falta de mejores actores y mayores medios, aportan estas películas en contraste con un terror más "mainstream" y respetable. Pero entonces al director le da por tomarse todo ello demasiado en serio, por querer hacer "una de verdad" con sus clichés y fórmulas, y pasa lo que pasa. Algo que se denota especialmente con el innecesariamente extenso clímax final. Es decir, que llegado cierto punto estamos deseando que se acabe. No lo niego, tenía leves expectativas con "100 Tears" y me defraudó bastante.
Poco después a Marcus Koch le dio por hacer un thriller psicológico en plan bizarro y sin truculencia llamado "Fall". Recibió buenas críticas pero, claro, no trascendió demasiado. Pasado eso, intentó buscar financiación para una segunda parte de "100 Tears" mediante crowdfunding. Pero no lo consiguió. Nadie se ha lamentado por ello, ciertamente.