lunes, 5 de marzo de 2018

FROM HELL TO THE WILD WEST

Navegaba yo por una de esas webs de descargas ilegales cuya especialidad es la de colgar subproductos de serie B/Z actuales, de esos que ni en siglos llegarían a nuestros comercios, cuando veo el póster de lo que parece una película de Charles Bronson. Vamos, el que ilustra la entrada de hoy. Obviamente, soy lo bastante inteligente para detectar que no se trata de una película de Bronson —entre otras cosas, porque ya está muerto— y me figuro que será una película de cualquier otra cosa a la que han plantado en el póster una foto de Charles Bronson para ver si la peña pica. Pero no.
Resulta que de un tiempo a esta parte, ha salido un actor llamado Robert Kovacs con un más que sorprendente parecido a Charles Bronson. Se parece muchísimo. Entonces, la evolución natural de todo ser humano que se parece a otro, es sacar partido de ese parecido, sobretodo si al que uno se parece es un actor famoso. Así, en pleno 2017, nace lo que viene siendo la “Bronsonxploitation”. Vale que hubo en los 70 otro émulo del actor americano, y desde Japón, nos venía Bronson Lee, mezcla de Bronson y de Bruce Lee que al final no era más que un japonés con bigotes y pelos rizados que no se parecía ni a uno ni a otro. Pero Robert Kovacs es genuino. Lo que me pregunto es por qué ha llegado al “Direct to vídeo” tan tarde.
Así, y rebautizándose para lo ocasión como Robert Bronzi (¡manda cojones!) nace esta nueva explotación en una práctica  como es la de clonar a actores de éxito que no se hacía por lo menos desde los 80 (aunque rula por indonesia o por ahí, un clon de Mr. Bean del que les hablaré otro día).
Mientras escribo esto, Bronzi, ya está filmando un subproducto videoclubero que lleva por título ¡¡ “Death Kiss”!! La curiosidad me embarga.
Sin embargo, la primera toma de contacto de Robert Bronzi con la pantalla se la debemos a esta “From Hell to the Wild West” y se la brinda nada menos que un tal Rene Perez, director que empieza con su carrera en 2010, y rueda bodrios al servicio de su propia productora, una de esas aún más infames  —pero del mismo estilo— que “The Asylum”, con las que rueda títulos intencionadamente expoliadores como por ejemplo “Alien Showdown: The Day the Old West Stood still”, más conocida como “American Cowboys vs. Aliens” o “Little Red Riddin Hood”. Se trata de “iDiC entertainment” y al muchacho le gusta rodar, sobretodo, Westerns con elementos fantásticos dentro de sus argumentos. Incluso, para “The Burning Dead” llega a engañar a Danny Trejo, que no sabe decir que no a un proyecto, y le pone en medio del Oeste a cargarse zombies. Así, “From Hell to the Wild West”, nos ofrece precisamente eso, una combinación de Western y terror, y no es una consecuencia de “Bone Tomahawk” como pensé en un principio ¿Puede que incluso sea al revés? No lo creo. De hecho, su “From Hell” del título, también forma parte del saqueo ya que hace referencia directa al cómic de Alan Moore, así como al film de los hermanos Hughes como verán.
Con estos antecedentes, desde luego, da igual como sea la película. Se ha ganado un visionado por derecho propio.
Y es que la película nos presenta, por un lado, a un individuo que en lo profundo del bosque de M. Shasta, en el salvaje Oeste, se enmascara con unas extrañas piezas de piel zurcidas. Acto seguido, detecta en las inmediaciones una bonita joven a la que se dispone a acuchillar con un enorme cuchillo. Sin embargo, un rudo Sheriff (Bronzi), le tiene en el punto de mira de su rifle, pero antes de poder hacer nada, es espantado por las armas de otros representantes de la ley. Con esta puesta en escena comienza la película, como una declaración de intenciones que nos muestra lo que vamos a ver; básicamente un enmascarado dando cuenta de señoritas en el Oeste y un cowboy que intentará darle caza. Todo ello contado de una manera contemplativa, casi sin diálogos, tomándose el director su tiempo.
Cuando nos creemos que ya sabemos lo que estamos viendo (e incluso nos está gustado, que es lo que me pasaba a mí) la acción se traslada al presente y nos muestra a una pareja de historiadores. Ella ha descubierto un diario datado de mil ochocientos y pico que según lo narrado, se trataría del diario de la única superviviente de Jack el destripador. Según su investigación, a Jack el destripador le seguían la pista en Londres, iba a ser capturado muy pronto por Scotland Yard, debido a la larga hilera de asesinatos que había dejado a su paso. Solo podía entregarse o dejar de matar. Pero como destripar es una actividad que le gustaba tanto, pensó que lo mejor que podía hacer era viajar a algún lugar donde pudiera seguir asesinando y que no se notase ¿Y a dónde podía ir? Pues al salvaje Oeste, dónde las autoridades no eran tan inteligentes como para seguirle la pista, o donde un cadáver o dos más al día, no supondrían algo anormal.
Una vez se nos cuenta esto, la acción vuelve de nuevo al lejano Oeste y allí, comienza el juego del ladrón y el gato entre este Jack el destripador con complejo de Phineas Fog, y el Charles Bronson de los chinos, que por otro lado dará pie a la historia que hay en el diario de la superviviente.
La verdad, el bizarrismo de la historia, el tema del clon de Bronson, el look fardón de asesino con máscara que se gasta Jack el destripador, la cadencia de la película, lenta, serena, casi vanguardista, pero contándonos una locura de géneros opuesta a la vanguardia, le han hecho ganar muchos puntos.
Sin embargo, y consiguiendo captar la atención del espectador durante los primeros 30 minutos, pronto, todo este material tan original e interesante, se convierte en un tedioso avanzar, imponiéndose todos los clichés de la serie Z actual y ofreciendo más de lo mismo: Gore no muy resultón, tías jamonas en tetas, y numeritos para que Robert Bronzi se luzca ante la cámara y luzca su parecido con Bronson. Resumiendo, que comienza de una manera fascinante (¡qué película más rara!) y se vuelve un coñazo.
Sin embargo, de lo curiosa que es, y por tener un planteamiento tan oríginal, se le perdona el posible aburrimiento experimentado en la segunda mitad, entre otras cosas, porque no nos da tiempo a maldecir siquiera, ya que la cinta dura apenas una hora y cuarto.
Así que como rareza, como curiosidad, me alcanza y me sobra. Esto quiere decir que me la pienso pillar en DVD o Blu Ray. Y si esto ocurre, es porque de algún modo, “From Hell to the Wild West”, merece la pena.