martes, 28 de junio de 2011

GIALLO

Que el Sr.Dario Argento lleva años sin atinar, es un hecho bien reconocido y demostrado. El otrora rey del terror italiano hace tiempo que nos decepciona y/o tortura con los más notables ñordos (empezando por el primero de ellos, "El fantasma de la opera"). Cuando no son cacas insufribles, el colega se escuda en el "gore porque sí" para entusiasmar a esos panolis que habitan el fandom a los que, cual perro con hueso, se les contenta mediante una tripa o un hachazo en primer plano. Todos ellos, y algunos de nosotros, han olvidado que en la buena época, el abuso de truculencia de Argento no era su único mérito, tampoco su único atractivo, disponía de un lenguaje visual muy propio y reconocible (bueno, vale, en parte prestado de Mario Bava) e incluso un modo, a veces zopenco pero inconfundible, de mandar la lógica al traste. Hace lustros que el italiano no nos sorprende -para bien- con nada... aunque, muy de vez en cuando, aún es capaz de parir peliculillas que, sin ser nada del otro Jueves, por lo menos resultan soportables y, hasta en el mejor de los casos, potables. Pasó con "Insomnio", pasó con "La madre del mal", pasó con sus aportaciones a "Masters of horror" y ha pasado con "Giallo".
Ayer noche la vi esperando lo peor, y aún hoy me pregunto "¿Por qué tanta crueldad con ella por parte de unos y otros?". Vale, lo de Adrien Brody no cuenta. Eso tiene una explicación (no oficial, pero a mi me mola creer que es la auténtica). En aquellos tiempos el actor estaba liado con nuestra Elsa Pataky y todo apunta que cuando esta fue contratada para actuar en la película, convenciera a Brody -no me pregunten cómo- para que la protagonizara. Ya sabemos cuánto tiran dos tetas, más que dos... perdón, mil carretas. El actor se metió de lleno en el negocio (figura incluso como co-productor) y... en fin, ¿cómo sigue el culebrón?, pues que hoy día Brody y la Pataky ya no son pareja (se dice que rompieron justo después de "Giallo") y él puso una demanda a los otros productores para que el film resultante no se estrenara en USA y, así, no mancillar su "envidiable" curriculum. Bueno... pues lo dicho, con tanta mala prensa, y lo patoso que últimamente andaba Dario, me esperaba un auténtico estropicio sin nombre... y no, no lo es.
Un asesino con la piel de color amarillo (de ahí el ingenioso título, con el que Argento manda un guiño al afamado y añorado subgénero inconfundiblemente italiano que él mismo popularizó) secuestra a una modelo con intención de desfigurarla. Su hermana y un efectivo pero desencantado poli, harán todo lo posible para dar con ella antes del momento fatal (y no hay historia de amor, lo que se agradece mucho).
Está claro que "Giallo" no es una obra maestra, y ni está a altura de los mejores tiempos de Argento (ni los mejores, ni los regulares). De hecho, ni tan siquiera parece dirigida por él... vamos, la podría haber firmado Perico de los Palotes y nos lo creíamos. Sin embargo, tampoco es una basura. "El fantasma de la opera", "El jugador" o "¿Te gusta Hitchcock?" son muchísimo peores. "Giallo" se desarrolla de un modo tan lineal, tan a,b y c, tan simple, que funciona. Digamos que, al contrario de lo habitual en Dario Argento, todo avanza según la lógica más absoluta. Te pasas la peli esperando el "punch" que jamás llega y cuando termina, pues bueno, resulta que el viaje ha sido tranquilo, sin excesivas estridencias, relajado (casi todo el mundo en esta peli habla entre susurros), con la truculencia justa (gore hay, aunque poco) y algún momento entrañablemente risible (el asesino parece el primo más feo y más tonto de "Rambo"), pero lo dicho, sin malos rollos ni un regusto demasiado amargo.
Puede verse perfectamente, entretiene lo justo y... en fin, ¡¡que no hay quien entienda a la peña!! (empezando por Adrien Brody, claro).