viernes, 4 de enero de 2013

¡¡QUÉ PUÑETERA FAMILIA!!

La primera película del, podíamos decir “Outsider”, Martín Garrido Ramis, director de esa joya que es “Mordiendo la vida”, tiene el  honor de ser, también, la primera película que se rodó en palma de Mallorca,  al menos con vistas comerciales y con distribución en salas en toda la península.
Cuentan que Mallorca, no es una isla con mucha tradición de hacer cine, así que a la hora de ponerse manos a la obra con el rodaje, Garrido, tuvo que contratar personal peninsular para poder rodarla, concretamente de Barcelona, ya que en toda la isla no había ni una sola persona que hubiera trabajado en un rodaje.
Y si vemos la película detenidamente, comprobaremos que Garrido, tampoco es que tuviera mucha idea de dirigir. La película entera se sustenta a base de planos generales, lo cual, y viendo el resultado, no es un defecto, si no una virtud, porque no hay película con más personalidad que esta.
El poco presupuesto (seis millones de las antiguas pesetas), la presencia de actores prácticamente no profesionales (con la excepción de Xecs Forteza, mítico cómico Mallorquín), y en definitiva, el aire sórdido y amateur que se gasta la película, hacen de ella, sin embargo, una obra a tener en cuenta. El resultado es la cosa más sórdida, apestosa, lúgubre, desconcertante y cochambrosa que se puede encontrar dentro del cine español, con todos esos interiores rodados en pisos sucios y diminutos. A eso hay que añadirle la total ausencia de argumento y un sentido de la comedia basado en la escatología y la repugnancia.
La gracia está, en que intentando Martín Garrido parir una comedia de corte intelectual, algo inteligente y con una visión artística, la galería de guarrerías que vemos durante el metraje hace que, inevitablemente, la peli nos recuerde a “Pink Flamingos”, y estoy completamente seguro de que esa no era la  intención del director. Le sale algo underground, cuando la intención era hacer algo comercial. De hecho, como la producción fue tan barata, no costó demasiado triplicar los beneficios de su explotación; así que incluso fue un negocio redondo.
La película no cuenta nada. Básicamente, se limita a mostrarnos a los miembros de una familia  haciendo cosas extrañas, presentados con unos rótulos que nos dicen quienes son, y que están haciendo. Sin ir más lejos, la primera escena de la película  nos presenta a un miembro de esa familia, cagando en la taza del váter. Acto seguido, se lava el culo, no en un bidé, ya que en el cuarto de baño que vemos en pantalla, seguramente perteneciente a algún miembro del equipo, no hay ningún bidé, si no que lo hace en el lavabo. Más tarde vemos a la hermana de este, en estado catatónico, metida dentro de un palomar. También vemos al “tío” una especie de patriarca, que no hace más que fumar porros y maltratar a los miembros de su familia postrado en una cama.
La película entera son escenas inconexas, que no siguen un hilo conductor, que nos perturban y nos confunden, que en algunos momentos nos divierten, pero el tono general de la película es aburrido y antipático.
Cómo muchos de los actores hacen varios papeles, el espectador, que ya de por sí está confundido por lo que está viendo, se confunde aún más, al ver a los mismos actores, haciendo distintas cosas, sin que en ningún momento se nos advierta, de ningún modo, que es que están haciendo varios papeles distintos. Nos enteramos de esto en los créditos del final.
Incomprensible resulta, por lo tanto, un personaje, un exhibicionista que, no solo va mostrando por ahí sus partes pudendas, si no que mata a puñetazos y viola a sus víctimas, independientemente de la sexualidad de estas. Todas las secuencias de este personaje, que no sabemos que pinta en la película, resultan cuando menos, turbadoras.
Hay otro personaje, un homosexual, que tras una ruptura sentimental, decide reconvertirse buscando una mujer con la que acostarse en los contactos del periódico. Cuando consigue una y va a meterle mano, se da cuenta de que es un travestí, hecho este que lo traumatizará y lo llevará al suicidio al final de la película .Pero antes de esto, un individuo que le está reprochando su condición sexual, apelando a Franco y a los tiempos en los que este vivía, en un momento de la película, se saca la chorra y se mea encima de él, a grito de “¡Yo te bautizo, mariconazo, yo te bautizo!”. Lo que vemos en pantalla es real, o sea, que el actor se mea encima del otro de verdad… algo repugnante, que efectivamente, resulta gracioso. Y eso debió pensar Martín Garrido a la hora de rodarlo, solo que, manda cojones  la voluntad del actor que se deja mear encima.
Garrido, que también es actor, se reserva uno de los personajes con más chicha, el del “primo”, que de un día para otro, no consigue tener un orgasmo durante el acto sexual. Por ello se masturba compulsivamente sin lograrlo, hecho este que le obliga a tomar cartas en el asunto de la mejor manera: cortándose la polla.
“Qué puñetera familia” es la película más extraña e insana que he visto jamás, al menos dentro del cine español, justo el tipo de película que me gusta descubrir y visionar, y si ya de por sí me gustaba el cine de los Garrido (recordemos que el hijo de Martín Garrido Ramis, Martin Garrido Barón, director de la muy maja “H6, diario de un asesino”) ahora ya, con esta obra maestra del “What the fuck!”, no me cabe duda alguna  de que Martín Garrido es uno de mis directores outsider favoritos, muy por encima, incluso, de alguno de los americanos.
Por otro lado diré, que su presencia como actor, siempre está llena de carisma, como demostró en “Mordiendo la vida”, dando vida a aquél policía mugriento e implacable para el que daba muy bien el tipo.  Aquí, además, le vemos interpretándose a si mismo al comienzo de la película, haciendo un gag surrealista tremendamente gracioso… pero solo es apto para surrealistas como él. Una delicia.
Lo dicho, todo un descubrimiento, y una obra rara e ignota, que el propio Garrido ha puesto a disposición de los usuarios en Youtube. Estupendo, porque se trata de una película del todo olvidada.