lunes, 28 de octubre de 2013

ÁNGELES GORDOS

No por muchos es sabido que el gran Manuel Summers fue un director de “éxito” en los U.S.A. Sus películas sobre adolescentes que se enfrentan a embarazos no deseados y que tontean con la masturbación y demás argumentos, tuvieron su hueco en los circuitos “Grindhouse” Neoyorquinos. Como lo leen, sus películas se estrenaban en sesión doble junto a “slashers” o películas de “kung-fu” como si de “exploitations” se tratara, puesto que, de tan raras para el espectador caucásico, alimentaban sobremanera el morbo de los mismos.
Así que no es de extrañar que los productores americanos pronto le ofrecieran rodar una película en los Estados Unidos. De este modo nace “Ángeles Gordos”.
Claro que la mentalidad de los productores poco tenía que ver con la de Manuel Summers. Me refiero a que, seguramente, estos querrían una película lo más morbosa posible, pensando, quizás, que Summers era un director perverso y mercenario, cuando su cine en un principio, al menos en nuestro país, era considerado casi de autor. El tema es que le financiaron una película para exhibirla en los cines de las famosas calles 42 y 74 de Manhattan; Ya saben,  cuanto más sórdido, mejor.  Pero para la propuesta, Summers, ajeno a las “grindhouse movies” y  la “explotaition”, se lo tomó como lo que en realidad era, su salto al charco en esto del cine. Así que gozando de plenas libertades, rodó, sin despeinarse, y con la ayuda de Chumy Chumez en el guión, una bonita comedia romántica a la americana, pero además, tuvo la certeza de añadir a esa historia de amor un aliciente, el aplicarla a los problemas que tiene la gente obesa para relacionarse. Una película divertida, entrañable, entretenida y excelentemente filmada, que con cuatro duros que le dieron parece “alta comedia”.
La película, en U.S.A, fue un rotundo fracaso. Habría que ver la cara de los productores cuando seguramente esperaban una historia de jovencitas que abortan en Londres, o adolescentes perdiendo la virginidad con su maestra, y recibieron una película de muy sutil buen gusto y apta para todos los públicos. En España no fue mucho mejor, pero, irónicamente, se trata, sin duda, de una de las mejores obras de su director.
Rodada en Nueva York, nos cuenta la historia de un joven músico de Broadway, obeso para más señas, que contesta a un anuncio de la sección de contactos del periódico, en el que una mujer busca novio. Las características de este, gustos y aficiones de ella, coinciden exactamente con los suyos, así que surge el amor en la distancia. Pero claro, al ser un grasiento y purulento gordo de mierda, en vez de enviarle a la chica una foto suya, por vergüenza, le envía la del galán del musical en el que trabaja. Por otro lado, ella, resulta ser otra gorda que trabaja como criada, que le hace a él exactamente lo mismo: le envía una foto de la hija de la mujer para la que trabaja, con lo que se liará la madeja, cuando ella acude a  New York a conocerle. Pura comedia de enredo, con un argumento muy de película de aquí, pero mejorado por los escenarios y excelentes (aunque desconocidos) actores.
Y un argumento muy en vigencia porque, hoy día, ya no en los contactos del periódico, pero sí en las páginas de Internet destinadas a lo mismo, es habitual  lo de las fotos, si no de otras personas, sí  de las que buscan pareja, pero de veinte años atrás, como ustedes, queridos y pajilleros lectores, muy bien sabrán (Ja!).
Así pues, una más que recomendable película.
En el reparto destaca  Michael McManus, que luego hizo de secundario en cosas como “Poltergeist” o “Loca Academia de policía 4” o Jack Aaron, visto en las series “M.A.S.H”, “Ironside” o “Kojac” y del que Summers era admirador.