sábado, 5 de julio de 2014

HORROR EN EL HOSPITAL

Hablar de "Horror en el hospital" y pasar por alto la trayectoria de su director, Antony Balch, sería un auténtico desperdicio. El individuo merece más que una mención de dos líneas al final del texto y ahora verán por qué.
Antony (que no Anthony) Balch nace en Inglaterra el año 1937. Desde muy jovencito quedó prendado por las películas de terror. Ya adulto, vio como sus apetencias se ampliaban y a su aún bien ferviente amor por el género (incluido el "exploitation" puro) se sumó un notable interés por el cine de arte y ensayo que llegaba desde el extranjero, los "art films" que dicen por allí. No mucho después conoce al legendario autor "beat" William Burroughs y se hacen grandes amigos. De esa relación surge el cortometraje "Towers Open Fire", dirigido por nuestro prota y "escrito" por Burroughs (tras un primer intento coñeramente titulado "William Buys a Parrot", es decir "William compra un loro"), auténtica pieza abstracta de intención provocadora (el propio Balch aparece en ella masturbándose). Decidido a dar salida a las películas más minoritarias y bizarras tras acudir a un pase de "Freaks, la parada de los monstruos" y quedar fascinado, Antony Balch se convierte en distribuidor. La lista de títulos que apadrina son un auténtico muestrario de sus peculiares apetencias: "Vivre sa vie" -de Godard-, "Mouchette" -de Bresson-, "Haxan, la brujería a través de los tiempos", "Invocation of my demon brother" -de Kenneth Anger, de quien también era colega-, "The Corpse Grinders" -cortesía de Ted V. Mikels- o "Supervixens" -Russ Meyer-.
Entre tanto, continúa rodando cortos junto a William Burroughs como "The Cut Ups" (cuyo caótico montaje se inspira en la peculiar técnica inventada por el escritor a base de trocear unas páginas y luego pegarlas aleatoriamente "pa ver qué pasa") o "Bill and Tony". En este periodo Antony Balch se obceca en adaptar a la gran pantalla -y en formato musical- la famosa "El almuerzo desnudo", pero el proyecto se va a pique (en parte por problemas con quien iba a ser su protagonista, ¡Mick Jagger!), así que se anima a debutar en el largometraje comercial con, no podía ser de otra manera, un "SEXploitation" bastante extraño, "Secrets of Sex" (también conocida como "Tales of the bizarre" o "Bizarre" a secas) en la que, además de tetas, uno puede encontrar elementos de terror, de comedia, de espías y vaya usted a saber cuántas cosas más. La pieza es un auténtico éxito, lo que anima a Balch a repetir la experiencia tres años después con "Horror en el hospital" (u "Horror Hospital" en v.o.).
Vista así desde fuera, "Horror en el hospital" parece una peli bastante del montón, pero si te paras a mirarla con detenimiento, descubres que anda plagada de pequeños detalles de lo más estrambóticos. La historia gira en torno a un músico de rock (de notable parecido con Mick Jagger. Tal vez esta "obsesión" corrobore las paranoias del líder de los "Stones" que acusaba a Balch -homosexual orgulloso- de intentar beneficiárselo) que, tras pelearse con su grupo por haberle robado una canción (concretamente se da de yoyas con el cantante travesti), decide desestresarse e irse de viaje. En una revista descubre el anuncio de una empresa que organiza escapadas económicas pensadas únicamente para jóvenes, de ahí que se haga llamar "Vacaciones peludas" (!). El prota acude y se encuentra una oficina medio abandonada en la que un orondo Dennis Price (habitual de Jess Franco) le mira el paquete antes de enviarle a un balneario.
El muchacho coge el tren y allí conoce a una chavalita de lo más mona que, oh casualidad, también va al hospital del horreur para ver a su tía, que curra allí. Tras una llegada de lo más melodramática (gracias a la presencia de unos misteriosos motoristas ataviados de cuero negro), la parejita se enrolla (¡¡qué facilidad!!), lo que nos permite gozar del visionado de un par de tetillas. Medianamente saciadas las libidos, bajan a cenar. Conocen al enano/criado y al resto de pacientes, todos jóvenes, todos pálidos, todos con una fea cicatriz en la frente. Justo entonces se dan de bruces con el verdadero jefe del cotarro, un científico de siniestro aspecto sentado en una silla de ruedas (interpretado por Michael Gough, quien había mostrado su faz en lo más granado del terror británico. Acabaría convertido en el criado de un "Batman" pre-Nolan). A medida que pasen las horas descubrirán que el bandarra es un "mad doctor" con un estrambótico plan, dominar la mente de las jóvenes para poder beneficiárselas a placer. Luego aparece un monstruo deforme hecho de manteca derretida y el novio de una de las lobotomizadas (que en principio iba a interpretar Nicky Henson, entonces futuro "Charles Bind", finalmente sustituido por Kurt Christian). Resulta que el enano se vuelve bueno y ayuda al protagonista a salvar a la chica y a poner un poco de orden.
Uno de los muchos aspectos curiosos de "Horror en el hospital" es su condición de "producto de terror para plateas juveniles", algo a lo que hoy día estamos muy acostumbrados. Pero claro, hablamos de la juventud del año 1973 en Inglaterra, la post-"swinging london"/ post-"hippie", con sus pantalones acampanados, sus medio-greñas, sus patillacas, sus camisetas ceñidas de colores y su actitud pasota/enrollada. Eso, mezclado con pinceladas del "típico" horror gótico de aquellos lares y condimentado con todo el erotismo y el gore que uno podía filmar sin acabar en la cárcel (los malos disponen de un automóvil con enormes y afiladas cuchillas que asoman por los lados y sirven para decapitar a todo aquel que intenta huir, cosa que hacen en más de una ocasión). Todo ello bien resuelto técnica y narrativamente... dentro de lo que cabe. Las peleas son algo patosas, la mayoría se suceden en plano general, sin cortes, y lo que vemos no dista mucho de un combate en la arena de una guardería. También curiosa es la escena en la que el enano practica ingeniería improvisada con dos cuerpos humanos a fin de alcanzar el pestillo de una puerta. ¿Era necesario que nos comiéramos todo el proceso enterito y sin aligerar?, no, pero también es parte de la gracia. Cierto que Balch a ratos nos sirve algunos toques humorísticos, pero por suerte no son muchos, ni se notan, ni traspasan.
Resumiendo, que "Horror en el hospital" es una película bastante alocada, lo suficientemente exótica para la época y para justificar la personalidad de su director (por lo visto muy vital, jovial y excéntrica). La primera vez que la vi -hace un porrón de años- no me gustó nada. Pero el otro día, más predispuesto, la disfruté bastante, tuve paciencia con las partes más flojas y sonreí afectuosamente con el resto. Dejémoslo en simpática.
Por lo visto funcionó estupendamente bien en las taquillas (en Italia se estrenó como "Diario prohibido de un colegio femenino", nada menos), por lo que Antony Balch hervía en deseos de hacer realidad sus nuevos proyectos, como otra de terror o la comedia "The sex life of Adolph Hitler" (!). Desafortunadamente no pudo llevarlas a término. Le fue diagnosticado cáncer de estómago y falleció el año 1980 con tan solo 42 primaveras. Una gran pérdida, ¡a saber qué podría haber hecho el muchacho en los desmelenados ochentas!.
En el 2005 el artista/rarito/retarded Genesis P. Orridge (de los grupos "Throbbing Gristle" y "Psychic TV") se hace con material no utilizado por Balch en sus colaboraciones con Burroughs y, usando la misma técnica del cut-up, se saca de la manga una cosita titulada "Ghost at No. 9". Y a modo completista, comentar que este mismo año ha sido editado en Francia un libro sobre la trayectoria de nuestro homenajeado, de extenso y florido título ("Guerilla Conditions: La Folle Epopee Cinematographique D'Antony Balch Avec William Burroughs, Richard Gordon, Et Tous Les Autres") con introducción de, nada menos, ¡¡Norman J. Warren!!, uno de los jefes del "exploitation" británico clásico (suya es la simpática "Inseminoid") y amigo del interfecto.
Lástima que entienda mejor el inglés que el franchute.