jueves, 6 de noviembre de 2014

TERROR SIN HABLA

No es la primera vez que el amigo Pete Walker asoma por estos ciber-parajes. Y tampoco es la primera vez que comento aquello de que, en general, su cine no me apasiona... salvo alguna excepción bien sonada. Para los que sean lo suficientemente gandules de no darle a ninguno de los enlaces expuestos, resumirles la movida en que Walker es uno de los cineastas más importantes y destacados -sino el que más- del terror británico producido sobre todo durante los años 70. Y "Terror sin habla", "Frightmare" en versión original, es su peli más conocida y respetada. De hecho, hoy día se la considera un clásico. Yo la alquilé de chaval en mi video-club habitual atraído por el nombre de su director -del que algo sabía, cómo no, gracias a mis "Fangoria" yankees- y, claro, por esa caratula que prometía sordidez y truculencia. ¿Adivinan el resultado?, ¡premio!... decepción es mi segundo nombre. No obstante, ayer noche, y tras un porrón de años sin darle una segunda oportunidad, decidí que ya había llegado el momento.
La historia arranca con una pareja de asesinos siendo capturados y encerrados en prisión. Veintipico años después conocemos a sus hijas, la más joven de las cuales (muy guapa ella) es una golfilla de armas tomar cuya especialidad es la mentira y la manipulación. La otra le oculta que sus padres siguen vivos y que habitan una granja en pleno monte, bien lejos de la sociedad. La madre, que era la asesina number one, se supone que se ha curado... pero no. Lee las cartas del tarot y aquellos que la visitan para conocer su fortuna terminan asesinados y... devorados. Sí, le tira el canibalismo. Naturalmente semejante pifostio estallará a lo burro en un final donde todos los personajes se encuentran y pasa lo que pasa.
"Terror sin habla" es inconfundiblemente británica y setentera en su forma y fondo. La estética que gasta, el modo que está rodada, los zooms, el gore tímido y algo costroso, los peinados de los actores... en fin, todo muy de la época. Y también la calma con la que Pete Walker se toma las cosas. No me extraña que de chaval me aburriera hasta lo indecible, ya que para degustar el material más chocante o sangriento has de cargarte de paciencia. No diré que tiré de cámara rápida o me agobié porque mentiría, la vi más o menos bien, comedidamente entretenido.
No comprendo que sea la peli más famosa y considerada de su director teniendo "Los crímenes del ático" en el curriculum, muchísimo más lograda en todos los sentidos. Sí, hay algunos asesinatos resueltos con gracejo, algunas ideas retorcidas (ese pajar donde se acumulan los cadáveres), algo de mala leche (el agradecido asesinato del irritante motero chulito), incluso cierta inquietud (la pobre mujer que termina empalada con un atizador al rojo vivo, después de un inútil y desesperado intento de fuga. Lo que no entiendo es por qué se queda quieta esperando que la maten) y un final tirando a "shock" que es lo mejor de la peli (por algo también la imagen icónica que adorna el cartel), pero que deja con la sensación de que "Terror sin habla" hubiese funcionado más como capítulo de una serie televisiva, es decir, con 30 minutos, o si me apuras, 60 y un final sorpresivo.
Merece la pena señalar cierto parecido temático entre el film comentado y el clásico "La matanza de Texas", ambos de 1974, ambos sobre familias caníbales, ambos situados en ambiente rural (al menos las secuencias más truculentas) y ambos con jovenzuelos rebeldes dando la paliza. ¿Casualidad?, no sé, no me extrañaría que Walker hubiese visto la peli de Tobe Hooper y tomara buena nota pa rodar la suya a toda castaña, al fin y al cabo el colega era un exploiter de tomo y lomo y ya había rechupeteado anteriormente de corrientes reinantes (la misma "Los crímenes del ático" es puro "giallo" argentiano). Normalmente el cine de Pete Walker es más gótico en un sentido clásico del término, pero aquí apuesta por una temática sucia y terrenal, lo que también la emparenta con el terror duro y feista norteamericano que comenzaba a despuntar con fuerza por aquellos entonces.
Dejémosla en pasable y curiosa por motivos antropológicos e históricos.