sábado, 7 de febrero de 2015

MUERTE EN LA ESTACIÓN ZETA

"Muerte en la estación Zeta", "The Killings at Outpost Zeta" en versión original, es una cosa rara. Parida el año 1980, en pleno periodo post-"Star Wars" de nueva y refrescante ficción galáctica, y con la seminal "Alien, el 8º pasajero" muy reciente, lo que aquí tenemos es un producto más deudor casi de la ci-fi de los años 50 o 60 en cuestiones narrativas, y de la de los -primeros- 70 en cuestiones estéticas, que de lo que entonces eran las tendencias imperantes... que algo hay, pero poquísimo. Dicen por ahí las malas lenguas que el origen de "Muerte en la estación Zeta" es televisivo, aunque ¿a quién cojones le importa?.
Estamos en el futuro, año 2100 día más, día menos. El hombre rula por el espacio colonizando nuevos mundos, aunque hay uno que se le resiste. Cada vez que envían una expedición pallá, esta desaparece sin dejar rastro. Hartos del movidón, los mandamases agrupan a un puñado de súper-expertos en sus respectivas materias y los mandan. No hace falta decir que lo que estos se encontrarán son muchos cadáveres de aquellos que les precedieron y, of course, una belicosa forma de vida alienígena con aspecto de pedrusco asesino que se pirra por chuparles la sangre. Batallarán, morirán y al final quedarán los dos más guapos, inevitablemente liados, que destruirán al monstro en un poco lustroso desenlace.
Lo que más sorprende de "Muerte en la estación Zeta" no es ni su evidente y abismal falta de medios, ni sus cantosos cromas galácticos, ni sus maquetones, ni su monstruo visto y no visto, ni tan siquiera el horrible look setentero de los protas y sus horteras uniformes (sin mencionar esas escopetas que parecen pirulos chupables), lo más doloroso es pensar que, aún ahora, 30 y pico años después, se siguen produciendo películas con el mismo argumento, fieles a la fórmula hasta en sus comas y puntos y seguidos. ¡¿Ande vamos a ir a parar?!.
En fin, no cuesta mucho imaginar que la peli arrastra fama de "mala pero divertida" y, sí, todos sabemos que la ciencia ficción galáctica hecha en plan miserable siempre da pie al cachondeo, pero en este caso queda reducido a lo mínimo. En seguida deja de ser graciosa. De hecho, y hasta que los exploradores se asientan en la mentada estación Zeta (muy adecuada la elección de la letra, por otro lado), la peli tiene su cosica y resulta medianamente entretenida. Incluso sus efectos, con todo lo cutres que son, tampoco duelen a la vista. La ambientación del planeta marciano da el pego.
Desafortunadamente, es instalarse y comenzar la cuesta abajo. Todo se vuelve agónicamente previsible, aburrido y modorroso, sobre todo las eternas secuencias de exposición, en las que una churri rubia no hace otra cosa que leer informes y más informes donde nos explican todo aquello que la falta de presupuesto no nos permite ver. Pronto comenzamos a perder interés y nos conectamos a la red para deglutir vídeos porno o de gatitos. A ratos paramos y regresamos a la peli, pero pronto bajamos la vista y nos centramos de nuevo en lo otro ya que, cuanto menos, es un poco más distraído.
Los directores de esta cosucha, Robert Emenegger y Allan Sandler, son un par de tipos raros que, siempre juntos y revueltos, han confeccionado algunos títulos de lo más curioso (con aparente fijación en la ciencia ficción). De todos ellos quizás el más llamativo sea un "mondo" -de línea blanda- titulado "Death: The Ultimate Mystery" narrado por Cameron Mitchell (imagino que medianamente ebrio). Ambos dejaron de hacer cine el año 81, salvo en el caso de Sandler, que volvió en el 2000 como productor con "The Sunshine Deli and Grocery", una comedia dirigida por ¿su hijo? Sean Sandler, que no Adam.
Los actores son en su mayoría telefílmicos, salvo Jackson Bostwick, al que también hemos visto en pelis como "Tron", el infra-slasher "The prey", "Mi proyecto científico", "Cavernas fantasmas" o "C.O.P.S. - Fuerza futura 2", ¡¡pedazo de carrera!!. Otro, James A. Watson Jr., estuvo en "Aterriza como puedas 2".
Un rollazo... curioso sí, pero rollazo al fin y al cabo.