viernes, 30 de marzo de 2018

EL CARNAVAL DE LAS ALMAS

“El carnaval de las almas” como todo buen clásico del cine de terror independiente, tiene cosas buenas y cosas malas.
Las buenas son una atmósfera inquietante en sus momentos de mayor suspense, una cámara colocada estupendamente en los lugares más raros, un tempo más o menos adecuado, cierta incorrección política en lo referente al tema sexual y en general, la intención con la que está hecho este film.
Las cosas malas en realidad se reducen a una; que te aburres mortalmente. Nada nuevo, lo mismo ocurría con “La noche de los muertos vivientes” de Romero. Entiendo la importancia que tiene en la historia del cine de terror —y más concretamente en el género de zombies—, entiendo que sea un título de culto, pero señores míos, es una película muy aburrida.
Pues con “El carnaval de las almas” pasa lo mismo. Pero el hecho de que sean films poco entretenidos no les exime de ser títulos claves para el fantástico, precisamente por los otros atributos  positivos que poseen, que suplen los negativos.
Cuenta la historia de una mujer que tras sobrevivir a un accidente de coche, comienza percibir las cosas que suceden a su alrededor de una forma un tanto extraña. Tras llegar a un nuevo pueblo, la interacción con los habitantes se torna insoportable hasta que pronto es acechada por los espíritus de los muertos.
Curiosamente, y estrenada en programa doble junto con “The Devil’s Messenger” con Lon Chaney Jr., en su momento no obtuvo ni el más mínimo éxito, ni la más mínima repercusión, siendo el paso de los años el que la convirtió en el título de culto  hoy imprescindible para el aficionado.
La curiosidad radica en que su director Herk Harvey, director que se dedicaba a rodar películas educativas con fines promocionales, ideó esta historia de fantásmas un buen día que se dio un rulillo por un parque de atracciones que había sobrevivido a la segunda guerra mundial. Reunió la pasta que pudo y se puso a filmar la única película de ficción de su carrera en el corto espacio de tiempo que comprenden tres semanas.
Por otro lado, la verdadera fama mundial le viene a la película el día que George A. Romero la citó como una influencia a la hora de rodar “La noche de los muertos vivientes” al mismo tiempo que, ya en los 90, la citó asimismo el pesado de David Lynch como una de sus grandes influencias. Y a partir de ahí, todas las pajas mentales que se marcan los eruditos entorno a la película.
El posible parecido que pueda existir entre la composición de planos de esta película y los de “Psicosis” de Alfred Hitchcok, yo diría que no son más que una coincidencia, por mucho que el director británico tuviera las miras puestas en el cine de serie B.
Porque aunque el film nos pueda sugerir cierta maestría en las formas, la verdad es que es una película montada de aquella manera. A Herk Harvey se le veló un rollo entero de película cuyo material  contenía un buen número de escenas de esos espíritus haciendo de las suyas. Un material crucial que se perdió, y no se incluyó ya que solucionaron ese montaje con una chapucilla. ¿De verdad una chapucilla como esta va a ser una influencia real en todos esos cineastas de renombre? Yo creo que es “Cool” decirlo y ya está.
Sin embargo mi veredicto es favorable, porque salvo los momentos coñazo, que son muchos, si que es un film cuya importancia hace que nos sentemos a verla con interés, y que al final haya una o dos cosas que hagan que merezca la pena su visionado completo. Incluso se puede revisar con el paso de los años.
¿Lo mejor? Sin duda alguna, la actriz Candance Hilligoss ¡madre mía, qué buena estaba! No obstante, también hay que decir que derrocha carisma y su actuación se antoja como un elemento clave de la inquietud que destila la película. Sin embargo, tras rodar la película su representante dejó de representarla, por lo que le costó hacerse un hueco en la industria del cine. De hecho, tan solo llegó a rodar un par de películas más sin la menor relevancia. Una autentica pena. Qué rica estaba, y que gusto daba  verla.

miércoles, 28 de marzo de 2018

LOS FOTOCROMOS DE "MI AMIGO EL EXTRATERRESTRE"

Louis de Funes, ni yo mismo entiendo muy bien el motivo, no es santo de mi deboción. No acabo de conectar con él como tampoco lo hago con nuestro Paco Martinez Soria. Supongo que en cierto modo, de Funes sería el equivalente gabacho.
Como fuere, de esta película, Naxo dió cuenta en su momento en esta reseña. Yo les dejo aquí con sus fotocromos.








lunes, 26 de marzo de 2018

PINK, EL ROSA NO ES COMO LO PINTAN

La película reciente que más me ha fascinado es esta producción Mexicana que en 2016 consiguió, por un lado, generar una polémica más que lógica,y por otra, pese a ser estrenada únicamente en dos o tres salas de barrios periféricos, ser un éxito de taquilla.
“Pink, el rosa no es lo que parece” es una película abiertamente homófoba del director Paco del Toro cuyo mensaje es del todo contundente.
Cuenta la historia de un matrimonio gay que tiene a bien adoptar a un niño. Este niño, no solo es víctima del buying en el colegio por tener dos papás, sino que será testigo de  promiscuidad, adulterio, fiestas gays en casa y pornografía homosexualista. Por otro lado sufrirá el acoso sexual  pederasta por parte de un amigo de sus padres. Todo esto traerá como consecuencia que el muchacho se volverá homosexual poco a poco al no tener ningún modelo heterosexual en casa, y que, por todas estas desgracias y depresiones, uno de sus padres decide dejar de ser homosexual porque para vivir así, mucho mejor estar muerto.
Por otro lado, una serie de doctores y  compañeras de trabajo, intentan hacerle ver a un adinerado defensor de los matrimonios gay que está científicamente probado que no existe ningún motivo por el que el homosexualismo sea una tendencia de nacimiento y que va contra natura. Por más que él piensa lo contrario al final ellos tienen réplica para todas sus exposiciones. Finalmente, las consecuencias le harán cambiar de opinión.
Por otro lado, es una película trampa, porque nos presenta el mundo gay como un mundo afable y simpático, procurando que el espectador empatíce con los protagonistas, ese matrimonio gay que adopta. Nos presenta a sus amigos, dos locazas desmadradas y divertidas que no dejan de soltar chistes. Y  cuando ya todos nos caen de puta madre, llega el primer mazazo; uno de los amigos de la pareja protagonista se mete en la habitación del niño y comienza a decirle guarradas con la intención de follarselo.
Todo esto mostrándonos un ambiente homosexual que parece salido de una película de Almodóvar de los 80, basándose en el estereotipo, la locaza vieja y un entorno de promiscuidad exageradísimo en el que el niño ve como sus padres follan, como uno de ellos no tiene problema de tirarse además a mujeres y todo es aparentemente perjudicial para su normal crecimiento. ¡Una pasada!
El mensaje de esta película, efectivamente es deleznable, pero sin duda, por el tema que trata es normal que la película fuera un éxito en su país. Habrá gente que comulgue con el mensaje y otro que lo deteste, pero, eso sí ¡todos al cine!
Sinceramente, si no fuera por el trasfondo católico que esconde la película, porque todas sus teorías anti-homosexuales se basan en que Dios no nos creó para chuparnos las pollas y follarnos los culos, los argumentos  que expone, razonados, casi, casi logran convencerme, por lo que es una película altamente peligrosa… Sin embargo, lo exagerado y la incoherencia de todo lo que sale por la boca de todos y cada uno de los personajes de la película, al final no te puedes tomar en serio nada de todo esto. Entre eso, que parece rodada por un subnormal, la inevitable estética de “video home” que se gasta y la comedia involuntaria, nos zampamos las dos horas que dura la película sin inmutarnos. Pero es que además y al margen de homofobias, mensajes imposibles y dramas varios ¡La película está condenadamente entretenida! La verdad es que me lo he pasado muy, muy bien viéndola y, desde luego,  que la película sea un alegato homofóbico, no es más que un aliciente. Seguro que a los homosexuales les encanta esta peli, si no la han convertido en suya directamente.
El elenco, está compuesto de maricas viejas y operadas, presumiblemente gays en la vida real, que no se comprende muy bien como se prestan a hacer esto.
Dirige Paco del Toro, cuya otra película aquí reseñada, “LaSanta Muerte” también me gustó y en la reseña leo que, ya por aquél entonces,  el director me parecía un  beato, pero con títulos tan estimulantes en su filmo como puedan ser “Drogadicto” o “S.I.D.A, Síndrome de muerte”. Habrá que echar un ojo a todo lo que ha hecho.

viernes, 23 de marzo de 2018

EL CALLEJÓN

Antonio Trashorras, más conocido en su faceta de crítico de cine, tras firmar algunos guiones de éxito para películas como “El espinazo del diablo” de Guillermo del Toro, da el salto a la dirección con este “El Callejón”.
Cuenta la historia de una joven empleada de hotel, que una noche tiene que ir ha hacer la colada a una lavandería abierta 24 horas. Allí se encuentra con un individuo con el que todo apunta que va a haber un romance. Sin embargo, las cosas se complicarán hasta límites insospechados. Y contar más al respecto, sería hacer un gran spoiler.
No soy devoto del cine fantástico español del nuevo milenio, así como tampoco lo soy de esa moda que tan pronto vino, se fue, a la que llamaron cine “Low Cost”. Y a priori, esta “El Callejón”, adscrita a ambas corrientes, tenía todas las papeletas para que no me gustase.
Sin embargo, y tras unos títulos de crédito absolutamente marcianos que sirven únicamente para que podamos ver los rematadamente buena que está Ana de Armas, se nos introduce a los personajes y la cosa, milagrosamente, con apenas dos o tres actores y, prácticamente, un solo decorado, comienza a funcionar.
Con ello, no quiero decir, ni mucho menos, que nos encontremos ante una gran película; contiene efectos especiales infográficos muy cutres, y lo son precisamente por lo ajustado del presupuesto del que dispondrían. En ese sentido, para meter una mierda así, mejor prescindir de ella. No obstante, el maquillaje aplicado en los momentos con mayor horror acaba siendo resultones, por lo que sale la cosa comida por servida.
A favor también, diré que esa ambientación de tonos pop y coloristas, tan alejada de la que se supone que ha de tener una película de terror, me resulta edificante, distinta y rupturista, casi la mayor cualidad de la película que a nivel estético, planteada casi como una suerte de obrita de microteatro, pocas películas baratas se le asemejan.
A todo eso, le sumamos el placer que es para los sentidos poder ver a Ana de Armas para arriba y para abajo embutida en sus ceñidos vaqueros amarillos, que la historia es interesante y que Trashorras a preferido huir de un “quiero y no puedo” adaptándose a lo que tiene con dignidad, y tenemos una película la mar de entretenida, que pasa en un suspiro, y que lejos de bombardearnos con kilómetros de película vacíos y aburridos, se ventila todo en hora y cuarto, y nos vamos a la cama tan tranquilos.
Está maja.

miércoles, 21 de marzo de 2018

LOS FOTOCROMOS DE "ESPADA Y SORTILEGIO"

También conocida como "Samurai, espada y sortilegio" o "El asesino de Shogun" aquí les dejo los fotocromos de esta película que ya reseñé en su momento aquí.









lunes, 19 de marzo de 2018

MY FRIEND DAHMER

Derf Backderf, historietista americano natural de Richfield, Ohio, tuvo la (mala) fortuna de asistir a clase en el instituto junto a un extraño chaval al que le gustaba matar animales, disolverlos en ácido y fingir ataques y convulsiones en medio del pasillo. Derf y su grupo de amigos, al verle rarito y un tanto siniestro, rápidamente le aceptaron en su grupo de amigos llegando incluso a unirse a él en lo que a fingir ataques se refiere y jalear lo que en un principio tan solo parecían excentricidades. Pronto formaron una pandilla muy molesta en los pasillos del instituto Revere High School.
Conforme pasaba el curso, el chavalito en cuestión se iba haciendo cada vez más hermético y acusaba pulsiones homosexuales que no acababa de aceptar del todo.
Este individuo resultó ser nada menos que Jeffrey Dahmer, el asesino de Milwaukee, uno de los asesinos en serie más sanguinarios de la historia a la par que uno de los más populares al que se le han dedicado no pocas películas, algunas de corte biográfico (“Dahmer”), otras de corte incluso paródico (“Gacy Vs. Dahmer”).
En 1991, cuando se descubrió el pastel sangriento que giraba en torno al individuo, a Bakderf no se le ocurrió otra cosa que contar sus experiencias adolescentes junto al carnicero de Milwaukee en un cómic book que le otorgó fama mundial ya que llegó a convertirse en un best seller, “Mi amigo Dahmer”, dibujado en 2012.
Así, era de esperar que la versión para la gran pantalla se realizara. Así, y adaptando el comic, “My friend Dahmer” cuenta un poco lo mismo que el cómic, solo que si este daba la versión de aquellos hechos desde un punto de vista ligeramente cómico, la película se toma el material un poco más en serio y al final resulta una especie de melodrama.
De corte absolutamente indie (de hecho lo es tanto que el cine indie corre el peligro de convertirse en una corriente paródica) “My friend Dahmer” lo que hace desde que empieza hasta que acaba, a pesar del interesante material que adapta, es aburrirnos hasta la saciedad como lo hacen  tantos otros films independientes autoconscientes de su condición. Insufrible esa cadencia interminable, esa música Folk suave que ilustra las imágenes, ligeramente sepiaceas y amarillentas, y esa tendencia al naturalismo en las formas y en las interpretaciones del elenco que llegan a crispar al espectador. De hecho, la producción, en un intento de ir de guay, se permite la licencia de ser rodada en la casa real donde se crió Dahmer, así como se intentó rodar también en el instituto donde Dahmer y Bakderf estudiaron, pero el colegio se negó en rotundo a esta oferta.
Por otro lado, es tan serena, que hasta los títulos de crédito son discretos, con una fuente arial que no rompa el “sosiego” que trata de desprender la película.
Y es que con el cine independiente americano, sobretodo con esta tendencia a que lo de “indie”, más que una situación de la producción acabe siendo un subgénero dentro de los parámetros del cine más artístico y de autor, nunca sabes lo que puede ocurrir; te puedes encontrar una película deliciosa como por ejemplo “Personas, lugares, cosas” y te puedes encontrar un bodrio como este, a pesar de la buena pinta —y credenciales— que previamente tenía.
Por supuesto, la película fue carne del festival de Tribeca el año pasado dónde se estrenó, inesperadamente, sin demasiado ruido, máxime cuando se trataba de uno de los guiones más interesantes de las listas negras de hollywood del año 2014, rescatado para la ocasión.
En el reparto, tenemos actores usuales de las películas indie como puedan ser Ross Lynch, visto también en “El tour de los Muppets” o Alex Wolff que pasea su inexpresivo rictus en películas como “Ni un pelo de listo” o “El Canguro”.
También se rescata a Anne Heche, lesbiana recalcitrante que no tuvo reparos en hacer de la tía buena en Hollywood cuando era lozana o de madurita cachonda en “American Play Boy” ya cuando pasó los 30, ahora, rondando los 50 ya le toca hacer de mamá. En este caso, lo es del personaje de Jeffrey Dahmmer.
El director de la cinta, Marc Meyers, indie hasta la médula, no cuenta en su haber con otra película que yo haya podido ver (o conocer) antes de esta. No parece especialmente interesante.
Por supuesto, los fans de lo truculento, olvídense de saciar sus instintos primarios con esta película, no van por ahí los tiros, panda de mentecatos. Aún así, contamos con un par de secuencias un tanto desagradables.

miércoles, 7 de marzo de 2018

LOS FOTOCROMOS DE "ME OLVIDÉ DE VIVIR"

Haciendo un guiño a una de las canciones más populares de la época, "Me olvide de vivir" es una de las pocas películas que protagonizó Julio Iglesias, que por otro lado, yo nunca he visto. Así que a los posibles interesados en conocer mis pareceres sobre el filme en cuestión, les insto a que permanezcan atentos a este, su humilde blog. De momento conformense con los fotocromos.











martes, 6 de marzo de 2018

CAMPFIRE TALES

Es muy probable que a Paul Talbot se le recuerde en el futuro más por su estupendo libro "Bronson´s Loose!" (recientemente secualizado) que por su faceta como director de cine. He visto dos de las tres películas que ha hecho. Una la reseñé no muy positivamente en su momento, "Freak Show". La otra es esta de la que les vengo a hablar hoy. Ambas dirigidas a pachas con William Cooke. Y sí, tras verla sigo pensando lo que comentaba al inicio, pero también es verdad que a pesar de todo "Campfire Tales", que así se llama la interfecta, tiene su gracejo.
La conocía por las páginas del añorado y estupendo fanzine yankee "Draculina", de cuando era feo y cutre pero chorreaba pasión y no se interesaba únicamente por las tetas y los coños. El propio Paul Talbot firmaba un ameno e interesante artículo de varias páginas sobre el "making of" de "su" película, una antología con cuatro historias de terror narradas a unos chavales por un siniestro individuo durante una acampada. Talbot quería alguien importante en el mundo del cine de terror para que le pusiera rostro, y tuvo el acierto de fichar al "Leatherface" original, Gunnar Hansen. Debieron caerse muy bien porque el actor aparecería también en las siguientes películas del cineasta.
"The Hook" es la primera historia, muy sencilla y básica, cosa que tiene una explicación: Talbot y Cooke eran dos fans del cine de terror que hacían sus cortos en súper 8 y vídeo, y un día decidieron unir fuerzas y echar adelante un proyecto en 16mm, este del que hablo. La clásica trama de la parejita en el coche que escucha la radio y se enteran asustados que un maníaco peligroso ha huído del manicomio. Contentos con la experiencia, Talbot y Cooke decidieron que aquel fuese el germen de un largometraje compuesto de distintos cortometrajes. Durante los siguientes tres años se liaron a rodar todos ellos, siempre en 16mm y con medios más que escasos.
El que sigue, "Overtoke", es bastante simpático y por lo visto el más popular. Un par de fumetas compran droga a un tipo algo siniestro. La consumen y ven cómo sus cuerpos empiezan a mutar. Sin embargo el deseo por seguir drogándose puede más, así que adquieren otra ración y se la cascan entera, lo que causará la descomposición a toda velocidad de sus personas en un artesano y divertido festival de jugos verdes, amarillos y pus.
La que hace tres es una historia ambientada en Navidad, "The Fright Before Xmas". Como el anuncio de turrones, un tipo llega a casa de sus padres en fiestas navideñas, solo que este lo que hace es matar a su madre. Afortunadamente tan vil acto no quedará impune gracias a la existencia de un Santa Claus diabólico llamado Satan Claus cuya función es castigar muy severamente a los que se han portado extremadamente mal. Y eso hace. Comentaba Talbot que este fue el corto más fácil de hacer, y se nota, es de lo más elemental.
Algo que uno capta viendo "Campfire Tales" es que cada nuevo capítulo es más ambicioso que el anterior. Sensación esta que explota con la historia que cierra la película, "Skull and Crossbones", más que nada porque está ambientada en la época de los piratas... eso sí, en una isla y con no muchos personajes, por aquello de encomonizar. Hay cuantioso amor y artesanía puesta en ella, lo malo es que todo lo demás está muy por debajo de lo esperado. Es, en esencia, el peor capítulo. El más largo, el más aburrido y el menos interesante, con un malvado pirata que desentierra un tesoro maldito y ve cómo la tripulación a la que él mismo mató regresa de la tumba para vengarse, luciendo maquillajes bastante chapuceros.
Evidentemente con un final así el regusto que nos deja es amargo. No obstante, no sería justo ignorar los elementos positivos de "Campfire Tales", que los tiene. Gore casero a un lado, el formato, el tufo amateur y el indudable cariño puesto en la empresa juegan mucho en su favor y, a pesar de las sonoras carencias, termina siendo una película simpática que merece una oportunidad.

lunes, 5 de marzo de 2018

FROM HELL TO THE WILD WEST

Navegaba yo por una de esas webs de descargas ilegales cuya especialidad es la de colgar subproductos de serie B/Z actuales, de esos que ni en siglos llegarían a nuestros comercios, cuando veo el póster de lo que parece una película de Charles Bronson. Vamos, el que ilustra la entrada de hoy. Obviamente, soy lo bastante inteligente para detectar que no se trata de una película de Bronson —entre otras cosas, porque ya está muerto— y me figuro que será una película de cualquier otra cosa a la que han plantado en el póster una foto de Charles Bronson para ver si la peña pica. Pero no.
Resulta que de un tiempo a esta parte, ha salido un actor llamado Robert Kovacs con un más que sorprendente parecido a Charles Bronson. Se parece muchísimo. Entonces, la evolución natural de todo ser humano que se parece a otro, es sacar partido de ese parecido, sobretodo si al que uno se parece es un actor famoso. Así, en pleno 2017, nace lo que viene siendo la “Bronsonxploitation”. Vale que hubo en los 70 otro émulo del actor americano, y desde Japón, nos venía Bronson Lee, mezcla de Bronson y de Bruce Lee que al final no era más que un japonés con bigotes y pelos rizados que no se parecía ni a uno ni a otro. Pero Robert Kovacs es genuino. Lo que me pregunto es por qué ha llegado al “Direct to vídeo” tan tarde.
Así, y rebautizándose para lo ocasión como Robert Bronzi (¡manda cojones!) nace esta nueva explotación en una práctica  como es la de clonar a actores de éxito que no se hacía por lo menos desde los 80 (aunque rula por indonesia o por ahí, un clon de Mr. Bean del que les hablaré otro día).
Mientras escribo esto, Bronzi, ya está filmando un subproducto videoclubero que lleva por título ¡¡ “Death Kiss”!! La curiosidad me embarga.
Sin embargo, la primera toma de contacto de Robert Bronzi con la pantalla se la debemos a esta “From Hell to the Wild West” y se la brinda nada menos que un tal Rene Perez, director que empieza con su carrera en 2010, y rueda bodrios al servicio de su propia productora, una de esas aún más infames  —pero del mismo estilo— que “The Asylum”, con las que rueda títulos intencionadamente expoliadores como por ejemplo “Alien Showdown: The Day the Old West Stood still”, más conocida como “American Cowboys vs. Aliens” o “Little Red Riddin Hood”. Se trata de “iDiC entertainment” y al muchacho le gusta rodar, sobretodo, Westerns con elementos fantásticos dentro de sus argumentos. Incluso, para “The Burning Dead” llega a engañar a Danny Trejo, que no sabe decir que no a un proyecto, y le pone en medio del Oeste a cargarse zombies. Así, “From Hell to the Wild West”, nos ofrece precisamente eso, una combinación de Western y terror, y no es una consecuencia de “Bone Tomahawk” como pensé en un principio ¿Puede que incluso sea al revés? No lo creo. De hecho, su “From Hell” del título, también forma parte del saqueo ya que hace referencia directa al cómic de Alan Moore, así como al film de los hermanos Hughes como verán.
Con estos antecedentes, desde luego, da igual como sea la película. Se ha ganado un visionado por derecho propio.
Y es que la película nos presenta, por un lado, a un individuo que en lo profundo del bosque de M. Shasta, en el salvaje Oeste, se enmascara con unas extrañas piezas de piel zurcidas. Acto seguido, detecta en las inmediaciones una bonita joven a la que se dispone a acuchillar con un enorme cuchillo. Sin embargo, un rudo Sheriff (Bronzi), le tiene en el punto de mira de su rifle, pero antes de poder hacer nada, es espantado por las armas de otros representantes de la ley. Con esta puesta en escena comienza la película, como una declaración de intenciones que nos muestra lo que vamos a ver; básicamente un enmascarado dando cuenta de señoritas en el Oeste y un cowboy que intentará darle caza. Todo ello contado de una manera contemplativa, casi sin diálogos, tomándose el director su tiempo.
Cuando nos creemos que ya sabemos lo que estamos viendo (e incluso nos está gustado, que es lo que me pasaba a mí) la acción se traslada al presente y nos muestra a una pareja de historiadores. Ella ha descubierto un diario datado de mil ochocientos y pico que según lo narrado, se trataría del diario de la única superviviente de Jack el destripador. Según su investigación, a Jack el destripador le seguían la pista en Londres, iba a ser capturado muy pronto por Scotland Yard, debido a la larga hilera de asesinatos que había dejado a su paso. Solo podía entregarse o dejar de matar. Pero como destripar es una actividad que le gustaba tanto, pensó que lo mejor que podía hacer era viajar a algún lugar donde pudiera seguir asesinando y que no se notase ¿Y a dónde podía ir? Pues al salvaje Oeste, dónde las autoridades no eran tan inteligentes como para seguirle la pista, o donde un cadáver o dos más al día, no supondrían algo anormal.
Una vez se nos cuenta esto, la acción vuelve de nuevo al lejano Oeste y allí, comienza el juego del ladrón y el gato entre este Jack el destripador con complejo de Phineas Fog, y el Charles Bronson de los chinos, que por otro lado dará pie a la historia que hay en el diario de la superviviente.
La verdad, el bizarrismo de la historia, el tema del clon de Bronson, el look fardón de asesino con máscara que se gasta Jack el destripador, la cadencia de la película, lenta, serena, casi vanguardista, pero contándonos una locura de géneros opuesta a la vanguardia, le han hecho ganar muchos puntos.
Sin embargo, y consiguiendo captar la atención del espectador durante los primeros 30 minutos, pronto, todo este material tan original e interesante, se convierte en un tedioso avanzar, imponiéndose todos los clichés de la serie Z actual y ofreciendo más de lo mismo: Gore no muy resultón, tías jamonas en tetas, y numeritos para que Robert Bronzi se luzca ante la cámara y luzca su parecido con Bronson. Resumiendo, que comienza de una manera fascinante (¡qué película más rara!) y se vuelve un coñazo.
Sin embargo, de lo curiosa que es, y por tener un planteamiento tan oríginal, se le perdona el posible aburrimiento experimentado en la segunda mitad, entre otras cosas, porque no nos da tiempo a maldecir siquiera, ya que la cinta dura apenas una hora y cuarto.
Así que como rareza, como curiosidad, me alcanza y me sobra. Esto quiere decir que me la pienso pillar en DVD o Blu Ray. Y si esto ocurre, es porque de algún modo, “From Hell to the Wild West”, merece la pena.

viernes, 2 de marzo de 2018

YO EL MEJOR

Los setenta, característicos en el cine por un montón de cosas, lo son también porque una película como “Rocky” puso de moda el cine deportivo y más concretamente el de boxeadores, por lo que allano el camino para un montón de películas con el boxeo en su temática. Por otro lado, era una sensación el boxeador Muhammad Ali, un símbolo para el pueblo americano y un hombre muy respetado en los Estados Unidos. Además, Alí, tenía una marcada bis cómica, un amplio sentido del espectáculo, era un bocazas y un payaso. Pero era del suficiente interés como para que Hollywood decidiera poner en pie un biopic con él en vida. Y como era un payaso, quién mejor que él propio Muhamad Alí para interpretarse a sí mismo.
El boxeador, por otro lado, acababa de publicar su propia autobiografía, “The Greatest: My own  story”, y esta sirvió de material para confeccionar el guion de la película.
Sin grandes artificios, esta lleva la vida de Cassius Clay/ Muhamad Alí desde  las olimpiadas de 1960 hasta que recupera el cinturón de campeón contra George Foreman en el 72 —casi el mismo periodo de tiempo que nos cuenta “Alí”, la por otro lado estupenda de Michael Mann y con Will Smith— en el famoso combate en Africa.
La película, con un sentido del ritmo y la síntesis arrollador y a base de omitir los combates que libraba Alí (estos son mostrados de pasada y a bases de imágenes de archivo) se ventila los rasgos importantes de la vida del boxeador en un suspiro, sin inmutarnos, amén de ofrecernos el poder disfrutar de la sobreactuación de Muhamad Alí, rimando como loco y amenazando a los oponentes.
Rematadamente entretenida e interesante.
Es inevitable compararla con el biopic de 2000. Obviamente, “Alí” es una película con mucha más pompa, un ejercicio estilístico que no es, para nada, “Yo, el mejor”. También es mejor película. Sin embargo, como cuentan exactamente lo mismo ambas películas, “Yo, el mejor”, también es una muestra de que no hacen falta grandes medios ni actuaciones de Oscar para contarnos una historia y que el espectador acabe vibrando.
De hecho, en el set se creó un ambiente tan emocionante, que Ernest Borgnine, que interpreta al entrenador, y Alí, se hicieron grandes amigos tras una escena en la que el actor consigue llorar de la emoción, contagiando estos llantos, en su interpretación, al garrullo de Muhamad.
La canción que suena en momentos puntuales de la película “The greatest Love of All”de George Benson, se convirtió asimismo en un éxito abrumador de la música negra versionado cientos de veces a posteriori.
Dirigida por Tom Gries, director de  clásicos como “Fuga Suicida” y “Nevada Express”, firma la última película de su carrera al fallecer el director a los pocos meses de completar su rodaje.
Se rumorea que además había un co-director, Monte Hellman, popular por haber dirigido cosas como “El Tiroteo” o “A través del huracán”, sin embargo, si así fue, no sale acreditado como tal, ni en los créditos, ni en su ficha de IMDB.
Como fuere, “Yo, el mejor” resulta  una cinta quizá no tan trascendente como lo fue el “Alí” de Michael Mann, pero en cualquier caso, se trata de una película entretenida y disfrutable. Si tuviera que quedarme con una, me quedo con “Yo, el mejor”, precisamente por sus imperfecciones y su sano sentido del entretenimiento.

jueves, 1 de marzo de 2018

TREPANATOR

Siempre es un placer reencontrarse con "viejos amigos" como el francés Norbert Moutier, ex-contable fan del cine fantástico que, además de una activísima vida como faneditor, abrió una tienda de "friquismo" en las calles de París -hoy ya chapada por jubilación- y se dedicó algunos años a realizar películas usando mayormente el alias de N.G.Mount (aquí pueden saber más). Hace un tiempo reseñamos su obra más popular y apreciada, las correrías inmortalizadas en súper 8 del mutilador loco Ogroff. Después de este, su debut, Moutier quiso seguir pariendo películas, pero para entonces el celuloide se había vuelto muy caro y tuvo que recurrir a lo que era moneda común entonces, el costroso vídeo de la época. En este formato hizo otras tantas locuras que tuve ocasión de ver en versión original, por lo que no las pude apreciar debidamente ya que, a diferencia de la casi muda "Ogroff/Mad Mutilator", todas ellas iban sobrecargadas de diálogos. Y yo el francés, que sé leerlo medianamente y me encanta que me lo practiquen, vía auricular no pillo una. Sin embargo, recientemente accedí con sumo gusto a una de las Moutier-Video-Movies con subtitulos en castellano, concretamente "Trepanator", su afectuoso y evidente guiño a "Re-Animator", la historia de un científico que ha descubierto el poder de revivir a los muertos y se le da muy bien transplantar cerebros. El tipo responde al nombre de Herbert East y, a diferencia de su tocayo el Dr.West, únicamente se mueve por dinero. Es el sucio lucro lo que le empuja a seguir adelante con sus experimentos aunque queden fuera de la ley, matando, mutilando por doquier y robando el cerebro de un político conservador muerto de infarto que finalmente no sirve para mucho. Y es que la trama de "Trepanator" es un puñetero caos. Viéndola te percatas de que te cuentan muchas cosas diferentes, pero que al final no te han explicado nada. O han dejado colgadas todas las subtramas, por lo que lo que queda es simplemente un catálogo de las correrías del mentado Herbert East, el único personaje bien interpretado de toda la función.
No nos engañemos, el verdadero motivo por el que esencialmente vemos y sufrimos "Trepanator" desde el principio hasta el final, es la simpatía que sentimos por ese personaje eternamente fascinante que es Norbert Moutier, porque si hemos de ser honestos, la peli resultante queda lejos de aportar algo realmente interesante. Es genuinamente amateur, desde esos títulos de crédito a base de cartulinas y letrasset en el que no faltan incluso las faltas de ortografía, hasta el absurdo intento de hacerla pasar por una producción norteamericana, con nombres y más nombres de técnicos de habla inglesa que apestan a puro relleno. De por medio, pues un montaje zopenco, absoluta ausencia de nada parecido a ritmo y, encima, escaso gore. "Trepanator" va cargadita de todos los elementos propios de una producción casera en su menos lustrosa categoría.
El gag más celebrado de todos es aquel que incluye un cameo del mismísimo señor William Lustig (que andaría por allá visitando algún festival de cine, según las páginas de la prensa especialzada local y la coincidencia de fechas), interpretando a un paciente aquejado por pesadillas en las que es oportunamente perseguido por un policía maníaco. No aporta nada a la trama, pero mola. Como también molan los numerosos guiños al género, los cameos de fanzineros colegas y, por supuesto, la intervención del bueno de Jean Rollin en un papel principal, cosa que ya solía hacer en las obras de su amigo Norbert. El director de "Requiem por un vampiro" es un actor pésimo, pero resulta inevitablemente gracioso verle.
Cuando, años después de abandonar la creación audiovisual, le preguntaban a Norbert Moutier si pensaba volver, el tipo comentaba que no, que estaba hasta el coño del desprecio general aunque ello no le privaba de seguir escribiendo guiones con la felicidad y tranquilidad de saber que nunca jamás los produciría. ¡Chapeau!.